Por fin, un dispositivo diseñado específicamente para el coleccionista de arte que todos llevamos dentro. O fuera. O en algún sitio. Con el Art Guard podrás proteger contra robo esa reproducción de garrafón de Los Girasoles de Van Gogh que en realidad no eran de Van Gogh. O esos posters de Ikea con grabados japoneses de motivos primaverales. O tu póster favorito de Iron Maiden o Chenoa.
Lo conectas a la pared, lo enganchas al cuadro y, si alguien se lo intenta llevar en plan Thomas Crown, sonará una alarma de 120 decibelios capaz de romper los tímpanos a cualquiera pero que será ignorada por todos tus vecinos. Se venden en paquetes de diez por 300 euros, excepto si eres la Baronesa Thyssen, que los compra de 100 en 100. — Jesús Díaz
Página de producto [Art Guard]
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