Ahora que Facebook quiere convertirse en un jugador a tener en cuenta en el mundo de las apps al lado de, sobre todo, Apple y Google, se ha puesto a hacer los deberes. Lo primero fue la inevitable tienda (o escaparate, en su caso) de apps que anunció hace algo más de un mes. Esta semana tocó revisar las formas de pago a través de las que los desarrolladores (y, de paso, Facebook) cobran por sus apps. La red social echó un vistazo a su alrededor para ver cómo lo hace la competencia y decidió emularlos con la llegada de las suscripciones.
El súbito interés que de pronto despierta este modelo de pago por apps, introducido primero por Apple y más recientemente por Google, no es difícil de entender: las aplicaciones de pago normales suponen simplemente un pago por descarga. Luego, en algunas, los usuarios pueden hacer compras dentro de la app, pero estas no están garantizadas. Con la suscripción, no obstante, tanto desarrolladores como “distribuidores” (Facebook, Google y Apple) saben que contarán con una cantidad fija mensual.
A Facebook le interesa además hacerse un hueco entre los desarrolladores para que su App Center empiece a ser más utilizado y este paso era inevitable. Copiar a Apple y a Google es lógico: por un lado, ambas firmas saben bastante acerca de cómo hacer dinero; por otro, se trata de ofrecer a los desarrolladores las mismas opciones que ofrecen los rivales.
Y todo con dinero real: adiós Facebook Credits
El otro aspecto que acaba de copiar Facebook a Google y Apple es el de cómo se realizan las compras dentro de las apps. El sistema propuesto por los dos gigantes en las suyas es el más sencillo: si el desarrollador quiere vender cosas puntuales (bienes virtuales, por ejemplo) dentro de una aplicación que el usuario pague con dinero normal, en la divisa del país en el que esté. Si el desarrollador quiere tener su propia divisa en la app, que el usuario la compre de la forma normal también.
En Facebook hasta ahora el sistema era algo más complicado: los desarrolladores no podían cobrar de la forma normal, sino que solo podían aceptar los llamados Facebook Credits, la divisa propia de Facebook. La idea era que esta divisa se empezase a utilizar en todas las apps que vendiesen algo de forma interna, pero esta estrategia le salió peor a Facebook. Los desarrolladores siguieron creando sus propias divisas, lo que creaba confusión y, sobre todo, hastío, entre los usuarios. Primero tenían que comprar los Facebook Credits, después con ellos la divisa de la app en cuestión, y ya por fin, con esa divisa, los bienes virtuales que querían.
Con esto los desarrolladores ganaban confusión entre los usuarios a la hora de saber cuánto dinero están realmente gastando, pero en muchos casos esos usuarios no llegaban a finalizar (o empezar) el proceso por pereza. ¿Conclusión? Facebook volvió a echar un vistazo a su alrededor y vio que ni Google ni Apple tenían divisa propia. Adiós, Facebook Credits.
¿Serán estos modelos los que dominen la industria en los próximos años o aparecerán nuevos sistemas? ¿Logrará Facebook una línea regular de ingresos gracias a las apps? En los próximos meses irán apareciendo respuestas.
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