A fondo: Del Apple I al iPhone 7, 40 años de historia
En sus 40 años de historia, Apple ha tenido éxitos y fracasos. En cualquier caso, es indudable que sus productos no dejan indiferente a nadie y que la compañía ha sabido acercar la tecnología a todo tipo de usuarios.
Como suele ser habitual por estas fechas, Apple presentó la semana pasada el iPhone 7, la reedición del móvil que revolucionó la telefonía. Para llegar hasta aquí, la compañía de la manzana mordida ha recorrido un largo e intenso camino.
La empresa nació hace 40 años, cuando Steve Jobs y Stephen Wozniak se propusieron llevar una computadora a todos los hogares. Era un objetivo realmente ambicioso, porque sólo los más entusiastas de la tecnología estaban dispuestos a hacer un importante desembolso para adquirir un equipo cuya aplicación doméstica todavía no estaba muy clara.
Ya desde los comienzos, la fortaleza de Apple fue la combinación de tecnología y experiencia de usuario. Mientras que Wozniak se ocupaba de la primera, Jobs estaba obsesionado por la usabilidad y por el desarrollo de productos atractivos para el comprador. La mezcla de estos dos factores ha dado lugar a aparatos capaces de despertar el interés tanto de los ‘techies’ como de los profanos.
Wozniak construyo el rudimentario Apple I en el garaje de la vivienda familiar de Jobs, en Cupertino (California). Cuando llevaron su ordenador al Homebrew Computer Club, los aficionados quedaron asombrados. Si les gustaba a ellos, ¿por qué no habría de interesarle a más gente? Se vendieron alrededor de 200 unidades, con un precio de 666,66 dólares. .
Con el dinero ganado en la venta, comenzaron a desarrollar el Apple II, el modelo que les hubiera gustado diseñar si hubieran tenido más recursos. Para sacar adelante el Apple I, Wozniak había tenido que vender su calculadora programable HP, mientras que Jobs había hecho lo propio con su camioneta Volkswagen. Además, Jobs se dio cuenta de que había que ofrecer un ordenador ya montado, no un equipo en kit que tuviera que ser ensamblado por sus compradores. Había que hacer la tecnología fácil y usable para cualquiera que quisiera comprarlo.
En 1978, gracias a la inversión de 250.00 dólares de Mike Markkula, la joven compañía pudo presentar Apple II, una computadora con todo lo preciso para funcionar desde el mismo momento de la compra, con teclado y fuente de alimentación integrados en una carcasa y salida de vídeo a color. Además, contaba con slots de expansión donde instalar una tarjeta controladora para conectar una disquetera de 5¼, controladores de puerto serie, tarjetas de memoria, componentes de red, etc.
Una de las claves de su éxito fue su capacidad para hacer correr VisiCalc, antecedente de las actuales hojas de cálculo. Gracias a ello, se introdujo como herramienta de utilidad para empresas y particulares. Tres años después de su presentación, Apple II ya había vendido 300.000 unidades. En 17 años, se colocaron más de 5 millones de unidades.
Exitos y fracasos
La compañía empezó a concebir nuevos modelos: Lisa y Macintosh. Entre tanto, en 1980 lanzó Apple III, que resultó ser un fracaso por un error de diseño. La ausencia de ventilador hacía que se sobrecalentase. Aunque presentó Apple III+, una versión que solventaba el problema, no logró los resultados esperados.
El lanzamiento de Apple Lisa, en 1983, fue otra revolución. El visionario Jobs apostó por la una interfaz gráfica básica basada en iconos, que se manejaba mediante una flecha que movía con un ratón, inspirado en el Xerox Alto. Eso era casi diez años antes de que la interfaz gráfica se popularizase en los ordenadores de todo el mundo, gracias al sistema operativo Windows, de Microsoft.
Pese a ello, o quizá por ello, no tuvo éxito comercial. Sus elevadas prestaciones obligaron a poner un precio demasiado elevado, nada menos que 10.000 dólares. Por el camino, Jobs había sido relevado del proyecto Lisa por los retrasos, pasando a liderar el desarrollo de Macintosh. Y Markkula había dimitido como CEO, cediendo la dirección John Sculley, vicepresidente de Pepsi.
El Macintosh llegaría al mercado en 1984. Y su desembarco no fue tan exitoso como se esperaba. Sin embargo, la aparición de las impresoras PostScript de láser a un precio razonable y del programa de autoedición PageMaker fueron su tabla de salvación. La interfaz gráfica del Macintosh era ideal para aprovechar estas herramientas.
Años turbulentos
A pesar del éxito, Apple atravesó a partir de entonces una época turbulenta. Jobs había sido relegado de la empresa por su discusión con el CEO sobre la política de precios del Mac. No se resignaba a ser apartado, por lo que comenzó a mover los hilos para tratar de relevar a Scully. Cuando éste se enteró, logró poner a la junta directiva de su lado. Se despojo a Jobs de sus responsabilidades y éste decidió marcharse para fundar NeXT, que más tarde adquiriría Pixar. Wozniak había salido ya en 1981, tras un accidente de avión. La compañía se quedaba huérfana.
La empresa de Cupertino fue lanzando nuevos equipos, como el primer portátil Macintosh (1989) o su evolución PowerBook (1991), ya más acorde con el actual concepto de notebook. Su estrategia entonces se volvió errática. Decidió probar con todo tipo de aparatos con el fin de ganar cuota de mercado, como cámaras digitales, videoconsolas, reproductores de CD, PDA… Pero el triunfo se resistía y Apple se iba quedando rezagada frente a la competencia. A la par, comenzaba la ‘época dorada’ para Microsoft y su Windows.
Entre tanto Sculley había sido sustituido en 1993 por Michael Spindler, reemplazado tres años más tarde por Gil Amelio, tras varios escarceos con posibles compradores. Éste fue el responsable de la compra de NeXT, la compañía fundada por Jobs. El ‘padre’ de la criatura volvía a casa. Su software NexXTSTEP sería la base del nuevo sistema operativo Mac OS X. Pero la compañía no lograba levantar el vuelo. En 1997, Amelio es forzado a dejar la dirección, asumida entonces por Jobs.
La vuelta del ‘Mesías’
Jobs volvió a Apple como el ‘salvador’. El desarrollo del iMac sería el primer gran hito de esta época: la era de la nueva ‘iApple‘. Este ordenador suponía una nueva vuelta de tuerca: el all-in-one. Además, apostaba decididamente por el diseño. Esa será una de las señas de identidad desde entonces. También prescindía de disquetera e incorporaba puerto USB, decisiones arriesgadas pero que después se mostrarían acertadas. Se vendieron 800.000 equipos en los primeros cinco meses. Y Apple recuperó una buena cuota de mercado.
La siguiente revolución fue el lanzamiento del iPod, en 2001, con el que entraba en el negocio de la música. Apple supo aprovechar los comienzos de los reproductores MP3 para redefinir el viejo concepto del ‘walkman’, mostrando un producto fácil y cómodo de usar, con un diseño mucho más cuidado que sus competidores y gran capacidad de almacenamiento y autonomía. Desde su lanzamiento, se ha ido actualizando, llegando hasta el iPod touch (2007).
Además, dos años después, ligado al desarrollo del iPod, la compañía presentó iTunes Store, que permitía la descarga de canciones y la integración con el dispositivo. Pero lo más importante es que sentaba las bases para el posterior negocio de la compra online de contenidos digitales.
Antes, en 2002, la compañía había presentado el primer iMac con pantalla plana. Y otra innovación en diseño llegaba con la introducción del titanio y el policarbonato en la construcción del PowerBook y el iBook. Otro momento crucial fue el periodo 2005-2006, cuando Apple empezó a usar procesadores Intel y se lanzaron los primeros MacBook y Mac Pro.
La ‘era táctil’
Apple dio el aldabonazo definitivo en 2007, con el lanzamiento del iPhone. Fue el comienzo de la ‘era del smartphone’. Aunque no era el móvil más potente, Jobs supo entender como nadie qué quería el consumidor. Se desarrolló un dispositivo en el que la usabilidad pasaba a un primer plano, basándose en el control táctil y prescindiendo por completo del teclado. Además, el diseño volvía a tener el protagonismo característico de la nueva época de Apple.
Poco después, la compañía presentó su App Store, que suponía una nueva forma de adquirir e instalar software, mucho más sencilla y rápida. Recién llegada al sector de la telefonía, la compañía se convirtió en unos meses en el tercer fabricante del mercado. Y la presentación de novedades de Apple comenzó a ser uno de los momentos más esperados del año, con la característica puesta en escena de la empresa y la mística de Jobs en el escenario.
El siguiente gran lanzamiento fue el Mac Book Air (2008), que daba paso a la nueva generación de ultraportátiles, ligeros y potentes. La enfermedad de Jobs le obligó a hacer un paréntesis en su vida profesional en 2009. Pero su regreso, al año siguiente, fue por la puerta grande: la presentación del iPad.
Aunque las tablet PC llevaban años en el mercado, los fabricantes no habían dado con la tecla para popularizar estos dispositivos táctiles. El iPad supuso una nueva manera de entender la productividad. Basado en iOS, el mismo sistema operativo del iPhone, muchas de las aplicaciones en la tienda de Apple eran compatibles con el nuevo aparato, por lo que llegó con una oferta de contenido significativa. Su aparición supuso el ‘boom’ del mercado de las tablets, erosionando significativamente la venta de ordenadores y trayendo una nueva manera de entender el trabajo y el ocio.
El último capítulo importante de esta historia llegó en 2015, con el desarrollo de Apple Watch. Jobs no pudo ver la última gran ‘criatura’ de su compañía, ya que falleció en 2011, quedando la dirección en manos de Tim Cook. Como ha sucedido con otros dispositivos, su reloj no ha sido el primero en llegar. Y puede que tampoco sea el que ofrece mejores prestaciones. Sin embargo, una vez más, es el más deseado. Aunque su cuota de mercado ha ido cayendo paulatinamente, Apple Watch todavía controla el 47% del mercado de smartwatches, según los datos de IDC del segundo trimestre del año, muy por encima de Samsung (16%), Lenovo (9%) o LG (8%).
Bajo la dirección de Cook se han tomado algunas decisiones polémicas. Por ejemplo, la compañía decidió lanzar iPad Mini, de dimensiones más reducidas, y nuevos modelos de iPhone más grandes, con pantallas de 4,7 y 5,5 pulgadas, algo a lo que se oponía Jobs.
Lo que se mantiene igual es el espíritu de Apple, caracterizado por el mimo en el diseño, el afán por mejorar la usabilidad y la creación de un ecosistema en el que se integren y se sincronicen todos los dispositivos de la firma, con las ventajas y los inconvenientes que supone trabajar en un universo tan cerrado.