Google y Apple no podían robarse empleados: las dos compañías tenían un acuerdo no escrito por el que se excluían una a la otra de la lucha por los mejores cerebros en nuevas tecnologías.
El pacto no estaba escrito y no era, obviamente, público y formal, por lo que la salida de Eric Schmidt de la dirección de Cupertino podría tener un efecto más que negativo en el mantenimiento de este acuerdo secreto.
La existencia del acuerdo ha sido confirmada por fuentes cercanas a las compañías al site tecnológico TechCrunch, lo que no sólo ha ayudado a esclarecer como será el futuro de las dos firmas una vez rota la entente cordiale propiciada por compartir a Schmidt sino que además podría dar artigllería suficiente a las autoridades antimonopolio estadounidenses.
Desde hace unos meses, este organismo investiga si Apple y Google, entre otras compañías, mantienen pactos secretos para no robarse a sus mejores cerebros.
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