Aunque lleva dirigiendo Apple desde que falleciera Steve Jobs el 5 de octubre de 2011 lo cierto es que la sombra del cofundador de la empresa es alargada y ha llegado hasta ayer, 9 de septiembre de 2014.
Ha hecho falta que transcurriesen casi tres años para que una vez concluidos en su mayor parte los desarrollos pendientes de la última etapa de Jobs al frente de la casa de la manzana mordida dejasen paso a un presente y un futuro más o menos libre en cuanto a decisiones no mediatizadas que dé respuesta a las nuevas necesidades percibidas en los usuarios, así como se retorne al liderazgo en cuanto a nuevos nichos aún no explorados por Cupertino. Con la presentación de los nuevos iPhone y la aparición del primer reloj inteligente de Apple puede afirmarse que ayer fue el día en el que realmente Tim Cook comienza a guiar bajo su propia autoridad y con el rumbo que él mismo decida la historia de la empresa cofundada por su antecesor en el cargo.
Necesitaba realmente un golpe de mano (dentro de lo que a estas alturas pude esperarse) en cuanto a lo que Apple puede ofrecer a sus consumidores y desde luego en relación a la capacidad de sorpresa que aún es capaz de generar… y no puede negarse que lo ha conseguido.
En cuanto a factor forma (tanto en líneas maestras de diseño como en tamaño) los dos nuevos smartphone, iPhone 6 y iPhone 6 Plus suponen una ruptura consciente con el pasado, más aún de lo que ya fue el iPhone 5 que a pesar de haber adelgazado ligeramente y haber crecido un poco con respecto a las generaciones anteriores no suponía un cambio de paradigma tan notable.
Tim Cook ha soltado amarras con el pasado del iPhone en parte como consolidación de lo que inició el iPad mini: aspecto diferente de los iPhone 4 y 5 pero sobre todo responder a la demanda del mercado. Fríamente analizado esto supone claudicar con respecto al liderazgo en la innovación tecnológica que años atrás era casi sinónimo de la marca. Con el iPad Mini se demostró que si no era capaz de ofrecer productos nuevos que nadie más sabía hacer como en Cupertino al menos Tim Cook sabía escuchar a los mercados y ea capaz de ofrecer lo que estos demandaban. En aquel caso fueron tablets de menores dimensiones del iPad (“9,7 pulgadas es el tamaño perfecto, no tiene sentido un tablet más pequeño”, Steve Jobs dixit) y ahora son móviles de tamaño más grande.
Las 5 pulgadas (“y más allá”, que diría Buzz Lightyear, personaje de Pixar, compañía creada precisamente gracias a Jobs) son ya el estándar de teléfono móvil hasta el punto de que muy posiblemente en unos meses dejemos de hablar de phablets, fagocitado el concepto por el habitual “móvil” puesto que cada vez más dispositivos asumen estas dimensiones.
Podrá acusarse a Cook de carencia de la originalidad y de la innovación de que era capaz Jobs pero al menos continúa manteniendo el catálogo de Appple en un puesto privilegiado (otra cosa será ver por cuánto tiempo).
Pero dentro de esta consolidación del papel de Tim Cook como nuevo capitán de la nave de Apple no puede soslayarse lo que sí constituye un aporte novedoso (aunque largo tiempo rumoreado): el reloj inteligente Apple Watch. De nuevo no es Cupertino la inventora del dispositivo pero sí la que podría haber sabido embutir en tan reducido espacio de forma casi perfecta no sólo lo que se puede esperar de un dispositivo sino capacidades y funciones que pueden ser auténticamente revolucionarias.
Relojes inteligentes que permiten recibir notificaciones y monitorizar la actividad física hay a docenas y de casi todas las marcas, formatos y diseños que los más variados consumidores puedan desear. Pero Apple Watch apuesta además por convertir el smartwatch no sólo en un accesorio del smartphone sino en un complemento de nuestra indumentaria altamente personalizable,.
Con dos tamaños (como sucede habitualmente en el mundo de la relojería, con la dicotomía señora/caballero y caballero/cadete) y diversas combinaciones de correa ofrecidas desde la propia Apple (y aún falta llevar casi hasta el infinito el catálogo de posibilidades que sin duda ofrecerá la industria auxiliar) en Cupertino quieren ir más allá de los objetos tecnológicos que cumplen una función instrumental para permitir también la función ornamental.
Las posibilidades de integración con el teléfono móvil, ahora que con el iPhone 6 y especialmente con el iPhone 6 Plus hablamos de dispositivos que por su tamaño en ocasiones será incómodo tener que sacar del bolsillo o el bolso, abren un nuevo campo a que realmente parte del centro del manejo de nuestro dispositivo de comunicación interpersonal pase a estar ubicado en nuestra muñeca y eso supone (puede suponer, falta comprobar que efectivamente es así) una revolución similar a la que en su momento consiguió el iPhone.
Si en la Historia de Apple pueden establecerse claramente dos etapas, una vinculada a los ordenadores y otra a los dispositivos móviles, y en las dos Steve Jobs jugó un papel esencial, posiblemente ahora Tim Cook pueda haber dado comienzo a una tercera etapa que podría suponer, como sucedió con el Mac y con el iPod/iPhone, un cambio de paradigma en la marcha de la manzana mordida.
Y ahí será determinante comprobar que efectivamente tiene éxito no tanto las ventas de los nuevos iPhone como la tasa de penetración del Apple Watch y su aceptación entre un número significativo de usuarios, porque de ello dependerá lo que quizá haya más pasado más desapercibido de la presentación de ayer, la revolución que puede suponer el sistema de pago electrónico seguro ApplePay.
La imagen de Tim Cook sobre el escenario del Flint Center de Cupertino con una proyección detrás de una cartera repleta de billetes puede llegar a ser icónica dentro de unos años. En un mundo en el que ya nos hemos acostumbrado a facilitar a Apple el número de nuestra tarjeta de crédito y donde comprar aplicaciones, libros y películas con un sólo click es ya algo natural, cuando hemos facilitado a Amazon o a eBay los datos de nuestra tarjeta de crédito y nos resulta natural comprar cualquier cosa, de nuevo, desde el móvil y con sólo un click, la evolución natural es llevar esos mecanismos al mundo “analógico” y pagar con el sencillo gesto de acercar el móvil a un terminal de pago, habiendo certificado nuestra identidad dejando que el botón TouchID reconozca nuestra huella dactilar.
Quizá por eso no sea tan extraño el hecho de que a modo de fin de fiesta Tim Cook nos regalase ayer a quienes tenemos cuenta en iTunes el nuevo disco de U2. 500 millones de usuarios recibimos gratis un disco pero eso sólo supone la confirmación (que seguramente tendremos en unas semanas sobre cuántos finalmente se lo descargan) del enorme potencial comercial de Apple.
El regalo del último disco de U2 es un mensaje de Apple a los establecimientos de todo el mundo, enseñando músculo, y diciendo “a todos estos podéis venderles vuestros productos y servicios”. Y el esfuerzo para los compradores será simplemente acercar sus iPhone 6 y iPhone 6 Plus o sus Apple Watch al terminal NFC disponible en la tienda.
Tim Cook ayer mostró al mundo cómo se va a comprar mañana, cuántos pueden hacerlo y con qué nuevos objetos de deseo tecnológico quieren hacerlo. Si eso no es abrir paso a una nueva era… ahora sólo nos resta esperar y comprobar si tiene éxito, aunque me atrevería a decir que la única incógnita es más bien cuánto tardará en tenerlo y con qué dimensión.
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