Desde 2020, Anna Oró es la directora de Operaciones de SAP España, una labor que le ha llevado a ser incluida como una de las 100 Mujeres Líderes de nuestro país, en el último de los rankings que elabora anualmente Mujeres&Cia.
Sabe que, a pesar de que se ha avanzado mucho, la mujer sigue siendo una “rara avis” en áreas profesionales como es la tecnología y la ciencia.
Para luchar contra esta realidad, Anna Oró lo tiene claro: educación, cambio cultural y, sobre todo, una mayor confianza por parte de las propias mujeres en sus capacidades y ambiciones.
-Usted fue elegida una de las TOP100 Mujeres Líderes, en el último ranking que reconoce a las cien mujeres que representan el talento femenino en España. ¿Cómo se siente una al recibir un reconocimiento así?
La verdad es que al principio puse una cierta resistencia a presentarme por pudor. Luego, una gran alegría por supuesto pero, sobre todo, lo que sientes es una gran responsabilidad.
De repente, te conviertes en una especie de referente para muchas mujeres que, incluso, se han puesto en contacto conmigo para preguntarme cómo lo he hecho.
Algo así no puedes dejarlo sin respuesta.
-Permítame la pregunta. Usted es, desde 2020, directora de operaciones de SAP España, la tercera compañía de software más grande del mundo. ¿No se siente un poco una especie de rara avis?
Sí, llevo ahora aproximadamente dos años. Actualmente lo cierto es que lo vivo ya como algo natural no fue así desde el principio, eso es verdad.
Desde que cursaba mi carrera de Matemáticas, más tarde cuando llegué al mundo de la tecnología… He sido minoría en toda mi vida profesional hasta extremos como que, la semana pasada, en Alemania, en un curso de formación para altos directivos en una Escuela de Negocios, de 17 participantes, la única mujer era yo.
¿Que cómo lo he hecho? Pues al principio, de forma muy lenta y hasta inconsciente.
He tenido mis momentos de crisis, por decirlo de algún modo, en los que piensas que estás haciendo algo que no debes, sobre todo cuando tuve hijos y estos eran pequeños… Intentas frenar pero luego te das cuenta que no eres mejor mujer ni profesional ni madre por dar un paso atrás.
Y, más tarde, desde hace unos años, reconociéndome mi ambición. Esa fue la clave. Entender que yo no tengo por qué pararme a mi misma. Ya me detendrán las circunstancias, mis habilidades si no son las que se necesitan o ya me parará el mercado pero no yo misma. Esa ha sido la clave.
-Se lo comento porque, como bien sabe, la presencia de la mujer es más bien testimonial en el sector TI. Según un estudio de ONTSI y el Instituto de la Mujer sólo el 2% de las mujeres ocupadas en España trabaja en el sector TIC, mientras que el porcentaje de hombres es del 5,7%, casi el triple. ¿A qué cree que se debe? ¿Radica esto en la formación que elegimos las mujeres?
En la base, la clave está la formación. Cuantas menos mujeres hay en la base estudiando las llamadas disciplinas STEM, menos mujeres hay después trabajando en estos campos; es simple estadística.
La pregunta es: ¿por qué no estudian más mujeres esas carreras? Yo creo que una de las razones es la falta de referentes femeninos. Es cierto que empiezan a haber pero siguen siendo muy pocos.
Además hay una razón cultural y que tiene un gran peso. Recientemente, leía un informe en el que se señalaba que las mujeres, en un porcentaje muy elevado, cerca del 30 por ciento, elegían carreras en el sector público por la estabilidad que ofrece, algo que elegían muy pocos hombres.
Es decir, culturalmente se ha educado a la mujer para eso, La mujer considera que es mejor dedicarse a lo seguro que ir a por retos más importantes pero que no sean tan seguros. No intentarlos siquiera.
Tenemos que romper esa realidad y eso se hace a base de educación, referentes y, sobre todo, empujándonos nosotras mismas.
Si tú quieres dejar de ser víctima del status quo, víctima en el sentido de perder oportunidades, tienes que ser tú la que de el paso adelante porque nadie lo va a dar por ti. Tenemos de algún modo que desprogramarnos para lo que se nos educa.
-Esa falta de ambición ¿es la que explicaría también que la presencia de la mujer, si ya es mínima en determinados sectores, sea casi anecdótica en los puestos de dirección?
Por supuesto. Nos falta esa seguridad, ese atrevimiento, ese admitirnos a nosotras mismas que tenemos una ambición, que puede salir bien o no pero que la tenemos y que tenemos que intentar alcanzarla.
La mujer siempre tiende a fijarse en lo que “le falta”. A riesgo de caer en una generalización que no es cierta al 100 por cien siempre, los hombres, por su parte, en una situación igual, hacen justo lo contrario. Un hombre dice “Yo me presento y ya me dirán que no”.
Yo, por ejemplo, en las entrevistas que hago a veces para cubrir puestos directivos en mi equipo, veo cómo, generalmente, as mujeres dedican un tiempo importante de dicha entrevista a decirme qué demandas del puesto no cubren y que entenderían que no las cogiera finalmente por que no cubren todo lo que requieres.
Hay que trabajar la ambición, ese miedo que tenemos, el llamado “síndrome de la impostora”.
No puedes cubrir todo lo que te piden de entrada, hay retos y los puedes aprender, eso es así y tenemos que tenerlo claro.
Además, hay una zona de confort y no podemos obviarla. Si tu no pides avanzar, nadie a tu alrededor te va a decir “eres poco ambiciosa, podrías aspirar a….” Esa presión social las mujeres no las tenemos; el hombre en cambio sí. Por lo tanto, yo creo que la mujer tiene que ser ella misma la que se ponga esa presión.
-Usted sin embargo se licenció en Matemáticas… ¿Era algo vocacional?
Sí, siempre me gustaron, era la materia que más me divertía. Por lo tanto, sí, en un inicio, fue vocacional pero también es verdad que enseguida me di cuenta de que todas las disciplinas científicas pero, sobre todo, las matemáticas te conforman la cabeza, con una capacidad analítica y de modelizar y simplificar que te ayuda muchísimo…
Y a partir de ahí descubrí que había una vía para, por ejemplo, entrar el mundo empresarial. Por que la verdad, en mi carrera, de las mujeres que la cursaban, se esperaba que se dedicaran luego a la docencia. Yo fui consciente de que no era la única opción y aposté por ella.
-¿Cómo cree que la conciliación laboral puede ser de crucial para que la mujer se incorpore en mayor medida a sectores como el TIC?
Las políticas de conciliación tienen una gran importancia porque determinan la carrera de muchas mujeres. Por eso, por ejemplo, algo que yo valoré muchísimo es que, al incorporarme a SAP, descubrí que ya había políticas de empresa en ese sentido.
Políticas de flexibilidad, de no presencialidad, de trabajo por objetivos… Por ejemplo, en España, tenemos un programa, SAP Pledge to Flex, que recoge todo esto.
Así que, sin duda, las políticas de conciliación son esenciales porque permiten tener más oportunidades. Pero no solo a las mujeres, también a los hombres.
Si esa conciliación es para todo el mundo, es más sencillo para todos poder realmente conciliar el tener una familia con el tener una carrera profesional.
-¿Qué presencia de mujeres hay dentro de SAP?
SAP se ha marcado como objetivo para 2022 que el 30 por ciento de sus cargos directivos estén ocupados por mujeres. Actualmente (Q3 2021) es del 28,2%. Además, la representación de mujeres en la plantilla global es del 34%. En España, actualmente, el 37% de la plantilla son mujeres y la representación en puestos de dirección ya alcanza el 30%.
-Usted misma señalaba la falta de roles como una de las razones que explican esa brecha de género en este sector y otros como el científico o el investigador. ¿Quiénes son sus referentes? ¿Qué mujer podríamos decir que fue ese referente en el que se inspiró?
Mi familia, sin duda. He tenido la suerte de pertenecer a una familia de mujeres mentalmente muy fuertes. Mi abuela materna, mi madre… No es que sean nada especiales en el mundo; es decir, si las buscas en Google no aparecen pero han sido un claro ejemplo para mi. Por ejemplo, mi madre trabajaba, tenia su propia empresa, en una época en la que no era habitual. A mí eso me ha marcado.
Y si buscamos referentes externos, tengo que decir que siempre he admirado a aquellas mujeres que han hecho algo que en su época no se esperaba. Desde Marie Curie hasta Valentina Tereshkova, la primera mujer que fue al espacio.
También me siguen admirando las mujeres que están al frente de países, tipo, hasta hace días, Angela Merkel. Para mí es algo como un doble salto. Liderar y además en algo en lo que la presencia de la mujer sigue siendo mínima.
-Usted señalaba cómo desde empresas como SAP se están abordando programas e iniciativas para impulsar la presencia de la mujer. ¿Cree que se debería hacer algo más también desde el Gobierno?
Es un tema delicado porque hay quien puede no estar de acuerdo. Pero mi opinión es que cuando hay algo que está infra desarrollado, hay que empujarlo y para ello hay que discriminar positivamente.
A mí me encantaría que no fueran necesarios los cupos, el Día de la Mujer, etc. pero sí, hoy por hoy todas estas medidas todavía son necesarias. Por ello creo que, a nivel público, todo lo que sean medidas que favorezcan una mayor presencia de la mujer en todos los ámbitos son bienvenidas.
-¿Qué le diría a una niña que quiere estudiar alguna carrera de las llamadas STEM pero tiene dudas de cómo va a ser después su futuro laboral en ese terreno?
Que haga, en este caso, que estudie lo que le gusta. Que no se plantee si es algo de chicos o de chicas; que haga lo que realmente les gusta. Y porque además se puede equivocar pero tiene toda la vida por delante para, si eso sucede, redirigir su carrera hacia otro ámbito.
-Y ¿a una mujer que ya trabaja dentro del sector tecnológico pero a la que le da miedo, por ejemplo, tratar de alcanzar un puesto de responsabilidad por todos los obstáculos que conlleva superar?
A la mujer le diría que sea sincera consigo misma y que si tiene esa ambición, que trabaje para visibilizarla. En definitiva y como decíamos antes, que no sea ella misma la que se ponga las barreras y que lo intente.
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