Por primera vez en mucho tiempo la conferencia Google I/O nos ha permitido acceder a datos relevantes para comprender la marcha del negocio de la empresa radicada en Mountain View. Por ejemplo hemos sabido que Google ha pagado a los desarrolladores de las aplicaciones que se venden en GooglePlay un total de 5.000 millones de dólares en los últimos 12 meses, una cifra muy superior a los 2.000 millones que se habían abonado en los 12 meses precedentes.
En ese mismo periodo de tiempo Apple había pagado a los desarrolladores de apps para iOS 7.000 millones y se espera que para estos últimos 12 meses llegue a pagar 10.000 millones. Por añadir dos datos, “sólo” hay 470 millones de usuarios de dispositivos iOS (a fecha de marzo de 2014) mientras que en todo el mundo se espera que este año se superen los 1.000 millones de usuarios de Android.
La situación parece escaparse de toda lógica pues los números indican que con el doble de usuarios que iOS el SO Android sólo consigue la mitad de ingresos. Las razones son varias. Por un lado la mayor base de usuarios de Android está en países con niveles medios de ingresos por ciudadano bajos. Muchos de esos ciudadanos no tienen tarjeta de crédito (ni existen acuerdos para que el pago pueda efectuarse a través de la propia factura telefónica). Un gran número de usuarios de distintos Android en países con mayor grado de desarrollo económico son jóvenes que tampoco tienen tanta disponibilidad económica. Se trata de usuarios de dispositivos de gamas media y baja, con precios asequibles en torno a $250 (cuando un iPhone tiene de media un precio de $600) lo que ya orienta sobre el tipo de “cliente” del que hablamos en cuanto a disponibilidad económica y, por tanto, limitación de la propensión a gastar dinero en aplicaciones.
Cabría mencionar los usuarios de dispositivos Android premium como el Galaxy S5 o el HTC One M8, que sí tendrían un comportamiento similar al de los propietarios de un iPhone, pero se trataría de un porcentaje reducido.
El problema se produce cuando los desarrolladores, conscientes de esta situación, llegan a un círculo vicioso en el que, sabedores de que no podrán conseguir tantos beneficios de una app para Android como de su versión para iOS deciden apostar por volcar su atención en el segundo ecosistema y en su caso desarrollar para el SO del androide verde una versión gratuita pero recargada de publicidad o con funciones limitadas.
Curiosamente, a la larga serían los propios usuarios de Android los que podrían resultar perjudicados por su falta de interés en pagar por las aplicaciones.
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