Análisis Gizmodo: el iPhone y un futuro que ya está aquí [o casi]
Alguno habrá levantado una ceja al leer ese primer párrafo porque, con tanto gadget, invento y descubrimiento en muchos otros terrenos científicos, esta tecnología le parecerá algo trivial. Pero no es trivial en absoluto. Este nuevo interfaz afectará a todos esos terrenos de manera tangible (valga el juego de palabras), facilitando y ofreciendo una nueva visión y una nueva forma de manipulación de la información, como se puede ver en el siguiente vídeo (puede salir publicidad al principio, pero merece la pena verlo).
Demostración en pantalla gigante de un interfaz multipunto y multiusuario de Jeff Han y equipo. Música: Beautiful Strange – Bedrock
En escala más pequeña, una versión anterior de esta demostración ya se había visto en Internet y en el TED hace tiempo. A alguno le recordará a la película Minority Report, en la que el siempre infernal Tom Cruise manipula a una velocidad de vértigo todo tipo de información realizando gestos con las manos. Lo de arriba es real. En un laboratorio, pero real. Jeff Han y su equipo llevan trabajando en ello desde el 2006. Paralelamente, Apple lleva desarrollando la misma idea desde hace dos años y medio, en el 2004, pero lo que importa aquí no es quién haya desarrollado una idea que llevaba ya varios años rondando la cabeza de muchos, sino que en junio, por primera vez, llegará a las manos de los consumidores.
Ésa, la comercialización de este nuevo paradigma, es la clave de todo y el principio de un nuevo cambio que culmina la evolución desde las tarjetas perforadas y los botones enormes hasta el ratón y el interfaz gráfico de usuario. Todos esos cambios fueron radicales, abriendo la tecnología de la información a cada vez más personas, de forma exponencial, y resultando finalmente en otras tecnologías que han cambiado, literal y radicalmente, todo el planeta a todos los niveles (si nos remontamos, lo mismo se podía decir de la televisión, la radio, el teléfono, el telégrafo y la misma escritura — irónicamente, a medida que avanzamos en nuestra capacidad de abstracción y comunicación, nos acercamos más a las primeras formas de comunicación, pintando con los dedos en las paredes de las cuevas y, llegará, sencillamente hablando). Por nombrar algo cercano a todos, avances como Internet y la World Wide Web continúan acelerando la evolución científica, cultural y social de manera impensable apenas unas décadas atrás. Y todo, gracias a cambios en la relación entre el hombre y la tecnología que aceleran el intercambio de información y la manera de poder acceder a ella, desde puntos de vista diferentes. Las pantallas táctiles multipunto de alta definición continuará esta «naturalización» de la tecnología y posibilitará nuevos cambios que quizás no sean inmediatos o a primera vista, como en el resto de cambios, pero que con perspectiva, serán igual de radicales.
La otra clave de este cambio, producto de la tecnología multipunto, es la implementación del morphing interface (no sé si este término existe, pero me lo acabo de inventar —toma, con dos Wiimandos—), el interfaz cambiante que se transforma adaptándose a cada función del iPhone. Es decir, un interfaz que modifica su apariencia y funcionalidad para ofrecer una manera específica de manipular la información según la naturaleza de la propia información. Esto es algo que se ve en el iPhone y en el vídeo de Jeff Han, pero es algo que en su día ya propuso Jef Raskin, el director del proyecto Macintosh antes de que Steve Jobs lo adoptara como propio. No la idea del morphing interface en sí, pero sí la idea de que cada tipo de función e información necesita un tipo diferente de interfaz. Irónicamente, antes de que Raskin muriera, pude pegarme de leches charlar con él en la lista de Mac OS X Talk. En ese momento, él argumentaba cómo Mac OS X — entonces recién anunciado — no representaba nada nuevo aparte de sus características tecnológicas y que lo realmente revolucionario debería pasar en el interfaz de usuario. Sus ideas en ese campo estaban relacionadas con cambios mecánicos al interfaz, con un tipo de máquina diferente para cada función. Esto era algo que hacía imposible su implementación a gran escala (otra de las claves para el triunfo de la tecnología en la sociedad: para que sea accesible a muchas personas tiene que ser posible fabricar muchos y cuanto más barato, mejor). La ventaja del interfaz gráfico de usuario era que, si se quería, se podía adaptar para cada tipo de función. Sin embargo, el iPhone y los dispositivos que vengan después de él, sí hace posible la idea de un sistema en la que el interfaz cambia para adaptarse a la información, pero que, a su vez, no cambia la manera básica en la que el usuario lo maneja, utilizando gestos naturales que siempre son los mismos. Interfaz adaptable, métodos consistentes.
En definitiva, estamos asistiendo a un cambio radical sin apenas darnos cuenta. Como ya pasó con el ratón y el interfaz gráfico a las masas con el Macintosh, después de licenciarlo a Xerox y refinarlo mucho más allá de lo que se cocía en el PARC. Jobs exagera al decir que el iPod fue una revolución a la altura del Mac. Sí, el iPod cambió radicalmente el concepto de los reproductores de música y fue el impulso definitivo a un cambio radical en la industria de la música. Pero ese cambio, aún con la importancia que tiene, no afecta al mundo en todas sus facetas como sí lo hizo (y lo hace) el uso del interfaz gráfico de usuario en los ordenadores.
Y como lo hará la comercialización del interfaz multipunto, que sí abre el primer episodio de una revolución que, estoy convencido, cambiará las reglas del juego sobre cómo el ser humano se relaciona con la tecnología y, a su vez, nuestra capacidad de creación a todos los niveles.
Yo no sé vosotros, pero el iPhone en sí me da más o menos igual. Lo que no puedo esperar a ver es el siguiente paso. Eso sí, mientras tanto, que me manden el mío. — Jesús Díaz (por una vez, sin margaritas)