Según Kommersant, fue allí a vender a una compañía rusa de procesadores llamada Angstrem el viejo equipamiento alemán para la producción de tecnología a 130 nanometros.
Dicen que han montado todo en su complejo de Zelenograd y que han recibido por ello entre 250 y 300 millones de dólares. No está mal, por limpiar el retrete.
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