En la actualidad, el entorno en que se desenvuelven los negocios es
tremendamente cambiante. Las empresas tienen que ser capaces de dar
respuesta en tiempo real a nuevas demandas de mercado o contrarrestar
acciones de la competencia. Además, no tienen que olvidarse de reforzar
la flexibilidad del negocio para hacer frente a amenazas externas como
pueden ser ataques informáticos, terremotos o repentinos picos en la
demanda.
En gran medida, el éxito en un mundo bajo demanda
depende de la habilidad empresarial para impulsar su infraestructura de
Tecnologías de la Información. Si tradicionalmente los sistemas de TI se
construían por líneas de negocio (finanzas, ventas, etc.), en un mundo
bajo demanda, los servicios de TI deberían de ser capaces de extenderse
por múltiples procesos de negocios eliminando, de esta forma, posibles
pérdidas de información y permitiendo a las empresas tomar las mejores
decisiones en el menor tiempo posible.
Un mundo bajo demanda
exige de las empresas sistemas de almacenamiento integrados, autónomos,
con capacidades de virtualización y consolidación que permitan soportar
más procesos de negocio, optimizar los recursos, ofrecer un mejor
servicio a los usuarios e incrementar la protección de la información
ante posibles imprevistos.
El modelo tradicional de
almacenamiento, que agregaba esta capacidad a servidores distribuidos,
dificultaba el intercambio de información entre los sistemas debido,
principalmente, a las incompatibilidades que presentaban tanto la
diversidad de formatos como de dispositivos y a los cuellos de botella
que se formaban en las redes. Con la consolidación de la información en
sistemas centralizados de almacenamiento, las empresas pueden eludir el
peligro que presentaban los entornos tradicionales de almacenamiento y,
lo que es más importante, abordar otro aspecto crítico del paradigma
bajo demanda: un uso eficiente de los recursos. Las economías de escala
y una administración de los sistemas más simple, características
intrínsecas al almacenamiento centralizado, ayudan a las empresas a
reducir los costes y a disminuir el tiempo de respuesta a los cambios
del mercado.
Disponer de una estructura de almacenamiento donde
todos y cada uno de los elementos se comuniquen entre ellos en aras de
conseguir un acceso inmediato y seguro a la información ha sido una de
las asignaturas pendientes en el despliegue de la infraestructura de TI;
máxime en un mundo que demanda una mayor capacidad de respuesta a los
cambios del mercado. Integrar sistemas de información significa que las
conexiones entre los diferentes componentes deben estar muy bien
definidas y, lo que es más importante, que dichas soluciones están
basadas en estándares abiertos, con lo que se consigue desvincular el
crecimiento de una compañía al roadmap del fabricante. En este sentido,
IBM siempre se ha mostrado comprometido con el desarrollo de los
estándares de la industria. De hecho, la Compañía ya ha incorporado a su
servidor de almacenamiento empresarial Enterprise Storage Server (más
conocido como Shark) el estándar Bluefin que permite a los
administradores de TI visualizar y controlar los dispositivos, sistemas
de archivos, bases de datos y recursos de almacenamiento en red
independientemente de qué compañía los haya desarollado.
Otro de los pilares sobre los que debe desplegarse una infraestructura,
preparada para responder a las exigencias de un mundo bajo demanda, es
la virtualización. Disponer de sistemas de almacenamiento que incorporen
esta capacidad supone ocultar la complejidad de los sistemas al personal
de TI y dotar a estos recursos de una mayor flexibilidad en la
asignación de capacidades. Esta flexibilidad, no sólo proporciona un uso
más eficiente de los recursos, sino que permite una mayor disponibilidad
y más opciones de continuidad de negocio a pesar de las actualizaciones
de equipos, los fallos del sistema o posibles imprevistos.
Esta
aproximación incita a un uso más eficiente de la capacidad existente y a
reducir la cantidad de almacenamiento que una compañía necesita tener en
reserva para atender a picos en la demanda. El resultado sería no sólo
ahorro en equipos sino también un personal de TI más productivo y
eficiente.
Además de las exigencias de consolidación,
virtualización e integración, en un mundo bajo demanda los sistemas
deben adquirir cada vez mayor autonomía para autoconfigurarse,
optimizarse y protegerse sin intervención humana. Al igual que nuestro
sistema nervioso se autorregula, las nuevas tecnologías pueden ayudar a
gestionar el hardware y el software y ser capaces de anticiparse a las
necesidades así como detectar y corregir posibles fallos en el sistema.
La informática autónoma puede prevenir de problemas de almacenamiento
antes de que sucedan y cuando ocurran y resolver rápidamente los
problemas entre los que se incluyen la recuperación rápida de datos en
caso de desastres.
IBM ha sido pionera en el desarrollo de
sistemas con esta capacidad. Desde la concepción del proyecto eLiza
hasta hoy, la Compañía ha ido agregando a su portafolio productos con
mayor autonomía, desde servidores hasta sistemas personales.
El impacto de desarrollar sistemas de almacenamiento en un mundo bajo
demanda podría tener un efecto positivo en toda la empresa. Disponer de
sistemas autónomos, integrados, consolidados y con capacidad de
virtualización permite a la empresa convertirse en un ente dinámico,
capaz de responder, de la forma más eficiente y en el menor tiempo
posible, a las nuevas exigencias del entorno.
Eduardo López
Jacob
Director de Canales de Almacenamiento IBM Región Sur
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