Cuando se coloca la pieza en el tablero, se completa un circuito que ilumina las sombras de las piezas, haciéndolas visibles. En un guiño a la obra de Carroll, los caballos blancos sólo se iluminan si están puestos del revés. Fascinante para amantes del ajedrez y de Carroll, que a menudo coinciden. Sólo falta que alguna empresa se atreva a comercializar el concepto.