Aunque la economía española ha disminuido drásticamente en los últimos años su dependencia de la agricultura, continúa siendo un “sector estratégico de gran importancia social, territorial, medioambiental y económica”, según se constata desde Moncloa. En concreto, a la industria agroalimentaria se le atribuye “un papel clave en el conjunto de los sectores económicos, ocupando un primer lugar en la rama industrial”.
No es de extrañar, por tanto, que la agricultura, lejos de quedarse anquilosada en el paradigma de explotación familiar y entorno rural que se le asocia, busque mantener y potenciar ese papel estratégico. Ni tampoco que suscite el interés de otros sectores transversales, como el tecnológico. En su camino para evolucionar, la agricultura ha encontrado en la innovación un aliado indispensable, canalizándose esta sinergia en los últimos tiempos a través de la aparición de un subsector: el de la agrotecnología o, como se conocen a las startups que trabajan en este terreno, las agrotech.
“Hasta hace unos años la visión que teníamos todos, probablemente basada en hechos ciertos, es que el agrícola era un sector un tanto conservador, donde quizás la innovación no se había extendido mucho”. Quien habla así es Alberto Clerigué, director de inversiones de Sodena, el brazo financiero del gobierno de la Comunidad Foral de Navarra para el desarrollo del tejido industrial. Una visión que ha cambiado radicalmente en los últimos tiempos, como muestra uno de los proyectos de Sodena: Orizont, una aceleradora especializada en el sector agroalimentario, que se dedica a apoyar agrotech en fases presemilla o semilla.
Este mismo septiembre seis startups acaban de comenzar la tercera edición del programa, en el que trabajarán durante seis meses. En total, Orizont se ha implicado ya en 18 proyectos, que componen una buena muestra de las tendencias en agrotech. Está, por ejemplo, BioAgro, que plantea distintas herramientas para monitorización de cultivos, gracias a los datos recogidos por sus sensores, y sistemas de riego inteligente. O AgroPestAlert, que adapta el IoT al campo para controlar el estado de campos y cultivos y emitir alertas en caso de que se detecten plagas agrícolas.
Estas son solo algunas de las aplicaciones que las agrotech hacen de las nuevas tecnologías, pero hay muchas más: desde drones a software de gestión, robótica, administración de los productos fitosanitarios, pasando incluso por el tractor conectado. Lo saben bien en Telefónica Open Future, la red de emprendimiento de la multinacional española, desde donde calculan que el 8% de su cartera de 1.700 startups están dedicadas al tema. O más bien a los distintos temas en los que se especializan sus agrotech. Pero… ¿que acogida reciben los proyectos?
Valentín Fernández, Director de Desarrollo de Negocio de Telefónica Open Future, es claro sobre la aceptación que este tipo de iniciativas tiene entre los agentes más tradicionales del sector. “Siempre digo que en el tema del agro cuesta más al principio convencer a los actores, a pequeños agricultores o empresas de unos pocos empleados”, explica. “Pero una vez que alguno se anima y funciona, enseguida se corre la voz”.
Entre los proyectos impulsados por Wayra, la aceleradora de Open Future, está Cropti. Esta startup fundada por tres amigos, dos provenientes del sector de innovación y uno de familia tradicionalmente agrícola, plantea varias soluciones, como su herramienta de cuaderno de campo, la primera en salir al mercado, que permite a los propietarios de explotaciones agrícolas digitalizar el registro de acciones que realizan en sus cultivos, conforme a la legislación. Sirve además para gestionar costes, funcionando como cuadro de mando de la propiedad agraria. Ahora están centrados en la red Cropti, con la que conectar de forma transparente a agricultores y distribuidores y ampliar las posibilidades de oferta y precio, en el caso de los primeros, y llegar a más clientes en los segundos.
Valentín Rivas, uno de los cofundadores de Cropti, es tajante sobre la relación entre agricultura e innovación.“Existe una falsa concepción de que el agricultor no innova o no invierte en tecnología. Es radicalmente falso. En agricultura, aquellas innovaciones que demuestran que tienen un efecto positivo en rentabilidad, tienen una adopción espectacular”.
Rivas cita el coste de adopción como una de las barreras de entrada de la innovación en agricultura, explicando que los empresarios del sector deben tomar menos decisiones al año pero mucho más pensadas. Esta es una de sus razones para argumentar que “evidentemente, el agricultor se cuida mucho de invertir en tecnologías que no están probadas. Pero cuando se da ese salto, cuando se demuestra que es rentable y conviene, la adopción es espectacular”.
Juan Sagarna, Director de Servicios, Calidad e Innovación en Cooperativas Agro-alimentarias, organizacion representante del movimiento cooperativo agrario español, corrobora este punto de vista. “Es un sector con precaución ante el riesgo. Hay que demostrar muy bien que el riesgo es pequeño”. Sagarna enfatiza el tema de los limitados márgenes de beneficio del sector. “Minimizando los riesgos, porque es un sector que maneja unos márgenes muy estrechos y tiene que vigilarlos desde el punto de vista de sostenibilidad económica”.
Sagarna también apunta que no se puede generalizar, sino que hay sectores más estables y otros más abiertos a la innovación. “Por ejemplo, respecto a la introducción de la robótica, hemos visto los robots de ordeño en el sector lácteo. En la aplicación de productos fitosanitarios dentro de los invernaderos, para proteger al aplicador y ser mucho más eficientes”. Va más allá: “Y cosas de ciencia ficción”, resalta, “como la introducción de nanotractores sin tripulación o manejados desde un ordenador a distancia y que funcionan armoniosamente entre ellos, por ejemplo sembrando o controlando malas hierbas. Cosas que hasta ahora eran de ciencia ficción estamos viendo que ahora pueden tener una aplicación, si no en el corto, en el medio plazo”.
Desde Asaja, la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores, José Ramón Díaz comparte la visión de Sagarna de que no se puede generalizar en lo que a adopción de innovación en el agro se refiere. “Habría que hablar por sectores y subsectores”, dice. “Hay sectores verdaderamente punteros”, lo que se refuerza porque “cada vez estamos más globalizados y cada vez el porcentaje de las exportaciones es mayor en este sector.
El director de inversiones de Sodena, Alberto Clerigué, apunta al factor de cambio generacional como facilitador de la introducción de nuevas tecnologías. “La visión por parte de los empresarios en general, también dentro del sector agro, ha ido cambiando a medida que los que dirigen las empresas son personas de otras generaciones, que han nacido casi ya tecnológicos”. Eso sí, “nadie está diciendo que la llegada al mercado y la consecución de una cuota del mercado sea sencilla”, avisa, “es un proceso largo que requiere muchos esfuerzos”.
Clerigué valora el papel de las startups especializadas en soluciones agrarias en el conjunto del sector, indicando que suponen “una parte creciente, y ese crecimiento es imparable”. Desde Cooperativas Agro-alimentarias, Sagarna comparte esta visión positiva, al decir que la aparición de las agrotech “es muy prometedora, es un sector que se está moviendo mucho”. Sin embargo, en el conjunto económico del sector, indica que su presencia es “residual”. Esto es: un papel relativamente pequeño, pero clave.
Y es que en términos económicos es difícil cifrar la importancia ya no solo de las inversiones financieras en agrotech, sino de lo que supone el aprovechamiento de estas tecnologías punteras en el sector. Sagarna aporta un dato de un informe de la entidad financiera Rabobank que ayuda a ofrecer cierta perspectiva: gracias al big data se podría incrementar el valor global de las granjas de cultivos en 10.000 millones de dólares. Eso sí, independientemente de si esta tecnología llega a través de startups o por otras vías. Los datos económicos, apunta Sagarna, “no creo que nos den la muestra de qué vale este sector, porque son apuestas que vamos a ver a medio plazo”.
Para el director de Desarrollo de Negocio de Telefónica Open Future, Valentín Fernández, “se pueden hacer muchas innovaciones que tienen que ver con procesos, mejoras logísticas, distribución, cultivos de cercanía… No estamos hablando solamente de lo que es la tierra, sino también de cosas que tienen que ver con este tipo de procesos. Ahí queda mucho por hacer”.
Otra de las startups aceleradas por Telefónica es Fruitbull, una plataforma que ofrece a sus clientes datos en tiempo real del sector hortofrutícola, ayudando a la toma de decisiones de productores, distribuidores, cadenas de supermercados y mayoristas. Detrás está Bernardo Herrero, con más de 30 años de experiencia en el sector. En los últimos años era responsable de compras de una multinacional francesa. “Siempre he tenido necesidad de información a la hora de negociar con supermercados, de saber lo que estaba moviendo el mercado, quienes eran mis competidores. Y de ahí surgió la idea de montar Fruitbull”.
“Nosotros les ofrecemos que puedan hacer un seguimiento instantáneo de los movimientos del mercado, les damos herramientas de negociación”, explica. Además, sus clientes cuentan con “un estudio más a largo plazo para saber cómo va su lineal con respecto a la competencia”. Sobre la innovación en España en el sector en el que se mueve, el hortofrutícola, apunta que “ha pasado con nota todos los procesos de automatización, de nuevas tendencias de cultivo, de modernización; y ahora tiene que producirse la revolución digital, como en todos los sectores. Ahí sí que pienso yo que estamos un poco atrofiados. No sabemos aún cómo utilizar las nuevas tecnologías y aplicarlas a todos los procesos que hay ahora”.
José Ramón Díaz, de Asaja, define a las agrotech como “fundamentales” en el sector, tanto por su papel como por su capacidad de relacionarse con las administraciones. Una relación necesaria, dado que en muchos casos, “hay que cambiar legislaciones”. Cita, por ejemplo, el caso de los drones, propuesta de un buen número de agrotech que muchas empresas del sector están empleando para conseguir imágenes aéreas, en tratamientos fitosanitarios y vigilancia, y cuya regulación la Agencia Estatal de Seguridad Aérea ha ido adaptando conforme se iba probando su potencial.
Drones, plataformas comparativas, software de gestión de cuaderno de campo, robótica para lácteos, tractores conectados, sensores… Las posibilidades de innovación que ofrecen las agrotech son inmensas. Y clave en un sector que tiene que enfrentarse a desafíos tan importantes como el cambio climático, que en los próximos años modificará tipos y zonas de cultivo, o a la necesidad de alimentar a la creciente población mundial. El aporte de las empresas emergentes ante estos retos será indispensable.
Más allá de las agrotech, la innovación tiene numerosos vehículos para llegar al sector agrario. Uno de ellos es el proyecto de la Unión Europea Internet of Food & Farm 2020 o IoF2020. Esta iniciativa, que se ha puesto en marcha en enero de este mismo año, promueve la implementación del IoT en el sector agroalimentario. Para ello han establecido 19 casos piloto de utilización de distintas tecnologías repartidos por toda Europa con la finalidad de ofrecer soluciones dentro de 5 áreas del sector: cultivos extensivos, productos lácteos, carne, verduras y frutas. Tres de los casos se realizan en España, en concreto relacionados con el sector cárnico, el de aceite de oliva y el sector hortícola de invernadero.
En nuestro país uno de sus socios es Cooperativas Agro-alimentarias. Juan Sagarna explica que “lo que pretende es extender esas tecnologías hacia otros agricultores o empresas agrarias que no las conocen todavía”, en un ejercicio con el que esperan fomentar la adopción por la imitación de casos de éxito. “Yo creo que ese es el camino: mostrar esos casos de éxito, ejemplos a los agricultores, muy específicos, para sus necesidades”. La iniciativa se mueve también en la misma línea de fomento de la innovación para hacer frente a los desafíos del agro. “A pesar de que sea la actividad humana más antigua, la humanidad en los últimos años ha cambiado mucho más que en los anteriores milenios, y ahora tiene unos retos tremendos que solo va a alcanzar mediante la inclusión de tecnología”. Concluye Sagarna: “el sector, igual que todos los demás, tiene que incorporar innovación, y lo hará”.
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