#AFondo | ¿Es cierto que los hombres cobran más que las mujeres?

En apariencia, en pleno siglo XXI, las diferencias que habían mantenido separados durante años a hombres y mujeres en el plano laboral ya se han diluido. Pero la realidad es que ellas siguen sufriendo cierta discriminación a la hora de desempeñarse fuera del hogar. Así lo corrobora un estudio de Glassdoor, una compañía conocida por sus listados que detallan cuáles son las mejores empresas para trabajar, y por qué, que ahora ha decidido utilizar su contacto directo con los trabajadores para analizar si existen diferencias salariales en función del género. ¿La conclusión? Sí, existen. Glassdoor ha analizado cientos de miles de salarios que han sido compartidos forma anónima enDemystifying the Gender Pay Gap(“Desmitificando la brecha salarial de género”), aplicándoles controles estadísticos para evitar el manejo de cifras demasiado infladas que no reflejan la realidad a la hora de comparar la situación laboral masculina con la femenina.

Según este informe, la mayoría de los trabajadores rechaza la existencia de una brecha salarial en su compañías. Con los datos en la mano, el panorama que impera alrededor del mundo es bien diferente. Tanto en Estados Unidos y Australia como en países europeos punteros como pueden ser Reino Unido, Francia y Alemania, la media salarial de las mujeres es inferior a la de los hombres. Si se aplica la comparación así sin más, esa diferencia es grande; al introducir una serie de parámetros como el tipo de empleo, la industria, la formación de cada individuo o la experiencia, por ejemplo, las distancias encogen. Pero no se erradican. Glassdoor se muestra firme al ratificar que la brecha salarial de género es una constante incontestable. Para muestra, varios porcentajes: tras estudiar algo más de medio millón de salarios de gente contratada a tiempo completo en Estados Unidos, Glassdoor ha comprobado que los hombres ganan un 24,1 % más que las mujeres. Sin en los años 60 una mujer solía ganar unos 59 centavos por cada dólar que las compañías pagaban a un hombre, hoy en día son 76 centavos de media. El caso es que la cifra se ha quedado estancada durante la última década.

Ese 24,1 % cae al 19,2 % cuando la comparación no se realiza en general, sino entre trabajadores que comparten edad, educación y años de desempeño en el mundo laboral. Y el 19,2 %, a su vez, se reduce al 5,4 % cuando se introducen aspectos de análisis muy concretos como el rol, la compañía para la que trabaja cada persona o la ubicación. De este modo, ajustando los números al máximo, podríamos decir que por un mismo trabajo una mujer no cobra lo mismo que un hombre, sino 94,6 centavos por cada dólar que él recibe. La diferencia entre 94,6 centavos y 1 dólar podría no resultar tan grave a ojos de cualquiera que lo lea, pero nada más lejos de la realidad. Al cabo de un año, se estima que una mujer que gana el salario medio perdería 2.140 dólares anuales en comparación con sus compañeros. Esto serían más de 64.000 dólares durante una carrera profesional que se prolongase 30 años. En el caso de las trabajadoras mejor pagadas, aquellas que ganan unos 100.000 dólares al año, perderían unos 5.400 dólares o 160.000 dólares cada año y en 30 años, respectivamente, más o menos. Cabe señalar que el rol de programador es el que más destaca (para mal) a día de hoy, al mostrar diferencias salariales por género de casi un 30 %.

A la hora de buscar causas, la discriminación pura y dura o el hecho de ser mujer no sería lo que definiría mejor esta brecha. O al menos, no justificaría la mayor parte de la misma. Tampoco hay que buscar la explicación en cuestión de estudios y experiencia. El principal motivo consiste en la tendencia, o el antiguo vicio, de la sociedad a colocar a mujeres y hombres en puestos de trabajo diferentes. Sería algo así como el error de regalar muñecas a las niñas y balones de fútbol a los niños, porque sí, simplemente porque unas son niñas y los otros son niños. Sin otra razón aparente. Sin un motivo de peso. La industria también estaría trazando clasificaciones de hombres y mujeres ya adultos en puestos de trabajo y en sectores de actividad que van a pagar a sus empleados de manera diferente. Glassdoor comenta que las mujeres estadounidenses sólo ocuparían una cuarta parte de los cargos ejecutivos que reciben un alto salario, mientras que dominan el 71 % de los puestos de cajeras con remuneración no demasiado brillante. En esta tendencia a repartir la mayoría de unos trabajos a las mujeres y la mayoría de otros empleos a los hombres entra en juego el hecho de que ellas siguen siendo las que se ocupan del hogar, de los niños y de sus mayores.

Al tener que pensar en otras cosas, más allá de su carrera profesional, las mujeres se quedarían con trabajos que admiten horarios más flexibles y que les permiten conciliar plano laboral y personal sin tanto esfuerzo. Pero éstos no serían precisamente los mejor pagados. Esto lleva a Glassdoor a señalar a los empleadores como responsables del cambio. Para que deje de existir una brecha salarial entre mujeres y hombres, las empresas tienen que cambiar su política de empleo. Quizás siendo más transparente y sinceras acerca de lo que cobra cada uno de sus empleados, según su rol. En el campo tecnológico se ha puesto de moda publicar informes de diversidad cada varios meses o de forma anual, que van comparando la evolución de las plantillas de grandes firmas como Google, Microsoft, Apple Intel, Facebook, Twitter o LinkedIn. A algunas la idea les está funcionando mejor que a otras esta idea, aunque realmente se trata de huir del perfil tipo de compañía “masculina de raza blanca”, integrando a más mujeres y a más representantes de minorías étnicas. No se trata exclusivamente de cerrar brechas salariales entre empleados.

Intel asegura que en 2015 ha conseguido incrementado las contrataciones de mujeres en un 43 % y las de minorías en un 31 %. Casos como el de Slack son más ilusionantes, ya que su plantilla se acerca al equilibrio entre hombres y mujeres. Microsoft, sin embargo, ha visto como en su último informe de diversidad descendía el número de mujeres fichadas. En doce meses pasó de tener 36.765 empleadas a sólo 31.064, un 26,8 % de toda su plantilla, a causa de la reestructuración acometida a nivel de hardware móvil. Microsoft ha recortado numerosos empleos en producción, que estaban copados por mujeres. La representación de la mujer en el trabajo es mejorable, y pasa por incorporar a más trabajadoras y pagarles lo mismo que a un hombre en su misma situación. Las empresas de reciente creación lo tienen más fácil, al empezar desde cero, mientras que las grandes corporaciones deben replantearse su manera de funcionar. Schneider Electric anunciaba recientemente que el 85 % de su plantilla global disfrutará de igualdad salarial a finales de 2017. Y Twitter ha decidido abordar diferencias injustificables al nombrar a Jeffrey Siminoff, exdirectivo de Apple, vicepresidente de Diversidad e Inclusión. ¿Cuándo se logrará la ansiada paridad?

Mónica Tilves

Licenciada en Xornalismo por la Universidad de Santiago de Compostela en la especialidad de Periodismo Electrónico y Multimedia. Apasionada de los gadgets, la fotografía digital, el diseño web y el arte. Tras un primer contacto con el mundo de la prensa escrita y con la suficiencia investigadora debajo del brazo, me decanto por los medios online. Cubro la actualidad informativa en Silicon Week desde 2011, además de colaborar en otras publicaciones del grupo NetMediaEurope en España como Silicon News. Ahora en Silicon.es.

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