Aerografito: Historia de un material más ligero que el aire
Acaba de ser descubierto por un grupo de científicos alemanes, que aseguran que es dúctil, capaz de conducir electricidad, resistir la acción del agua, niveles de compresión alta y cargas de tracción, entre otras cualidades.
Dos equipos de científicos alemanes que pertenecen a la Universidad de Kiel y la Universidad Tecnológica de Hamburgo han logrado desbancar con su último trabajo al todopoderoso grafeno de su condición de material más ligero del mundo. Este lugar lo ocupa ahora el aerografito.
Y es que un único centímetro cúbico de este material pesa tan sólo 0,2 miligramos, o cuatro veces menos que el anterior récord de livianez. Esto implica que es 5.000 veces menos denso que el agua y 6 veces más ligero que el propio aire.
Su composición se basa en una malla de tubos de carbono, cada uno de los cuales mide unos 15 nanómetros de diámetro, que se relacionan y entretejen a niveles de micro-escala. En cuanto a sus propiedades, ha demostrado ser capaz de conducir electricidad, es dúctil, de color negro azabache, impermeable y puede soportar niveles de compresión alta así como fuertes cargas de tracción.
De hecho, en las pruebas realizadas por los investigadores se ha comprimido a una trigésima parte de su tamaño original, obteniendo a la vez que se encogía mayor resistencia y conductividad. A posteriori puede recuperar su forma primigenia, sin observarse ningún daño en su estructura. También ha demostrado cargar hasta 40.000 veces su propio peso.
“Piensa en el aerografito como una hiedra que se enrolla alrededor de un árbol. Y luego quita el árbol” de la ecuación, dice Rainer Adelung, profesor de la Universidad de Kiel, tal y como recoge ExtremeTech. Los árboles en este caso serían cristales de óxido de zinc con forma de tabas de cuatro lados. Estos cristales se colocan en un horno y son recubiertos con una capa de carbono mediante deposición de vapor químico y, al mismo tiempo, se añade gas hidrógeno para que capture el oxígeno procedente del óxido de zinc. Como resultado, los restos de zinc se acumulan en el fondo del horno, dejando sólo el esqueleto exterior de carbono: la aerografita.
¿Y sus usos? Se habla de tres posibles direcciones: la construcción de baterías más ligeras, el desarrollo de “wearable computing” y la filtración, todo ello gracias a su poco peso y su área superficial relativamente grande.