Cuando Yahoo fichó a Marissa Mayer como su nueva CEO en julio de 2012, los empleados de la compañía empapelaron las paredes de la sede con pósters inspirados en los de la campaña que en 2009 llevó a Barack Obama a la Casa Blanca: un retrato con los colores modificados y la palabra hope, ‘esperanza’, debajo. Lo malo de las expectativas muy elevadas es que son muy difíciles de cumplir; especialmente si tu misión es salvar al Titanic cuando ya se ha topado con el iceberg.
Esta semana se anunció lo que ya todo el mundo esperaba: cuando finalice la compra de Yahoo por parte de Verizon, Marissa Mayer abandonará la compañía. No será una marcha como la de Obama, con la cabeza alta, sin haberse enfrentado a una derrota y sabiendo que será mejor recordado que su sucesor; la de Mayer será una marcha que coincidirá con la desaparición de la compañía a la que tenía que salvar, con la certeza además de que será recordada por todos sus pasos en falso.
Porque los hubo, y muchos. Se trataba, al fin y al cabo, de alguien que llegaba al puesto sin experiencia previa y que no supo estar a la altura. Adquisiciones a precios muy altos que no se supieron justificar ni amortizar —la más sonada, la de Tumblr en 2013 por 1.100 millones de dólares—; contrataciones de grandes estrellas cuyo talento tampoco se supo aprovechar —Henrique De Castro, por ejemplo, al que fichó como COO y al que tuvo que despedir (algo forzada) pocos meses después—; y decisiones de cultura de empresa y recursos humanos poco entendidas por los empleados, como cuando eliminó el teletrabajo de Yahoo.
Mientras tanto, todo el mundo miraba el calendario de vez en cuando. Marissa Mayer no iba a salvar Yahoo en cuatro semanas, nadie esperaba eso, pero conforme pasaban los meses y el barco seguía enfilado claramente hacia el fondo del mar, el nerviosismo se extendía y las críticas aumentaban. El «tic-tac» era cada vez más fuerte. Aunque las cifras contaran otra historia.
El mayor error de Marissa Mayer, se comenta entre los círculos de analistas, fue simplemente el de haber aceptado el trabajo. No porque le quedase grande a ella en particular, porque hiciese falta alguien con más experiencia y visión de negocio, sino simplemente porque la tarea encomendada era tan imposible como cumplir las expectativas de salvación con las que se le dio la bienvenida a la empresa. Y, teniendo en cuenta cómo estaban las cosas, no lo hizo tan mal.
Lo primero que hay que consultar, y lo que Mayer debería enmarcar y observar cada vez que lea algo sobre cómo su etapa en Yahoo fue un fracaso, es el valor de las acciones de la compañía. Cuando empezó la era Mayer, en julio de 2012, los títulos de Yahoo valían 16 dólares; ahora valen 42 dólares, lo que supone una subida del 164%. El aumento se debe a la venta de la mitad de la parte que tenían de Alibaba cuando Mayer llevaba dos meses en el cargo, lo que dio a la compañía una gran inyección de dinero, pero las acciones se podían haber hundido por muchas otras razones y no lo hicieron.
Hay también quien opina que Marissa Mayer será juzgada, como lo fue desde el principio, más duramente por ser mujer. «Marissa aceptó una misión imposible y no se puede criticar a alguien por arriesgarse», aseguró esta semana Paul Saffo, analista de tecnología, a USA Today. «Pero Silicon Valley tiene algo de doble rasero con las mujeres. ¿Será juzgada como una persona arriesgada que fracasó o como una mujer que fracasó?»
Marissa Mayer llegó a CEO y muchos aseguraron que había roto el techo de cristal. Con lo que quizá se encontró fue con el precipicio de cristal, la tendencia a poner a mujeres y miembros de minorías en posiciones de liderazgo cuando las empresas no van bien. Fracasar es mucho más fácil cuando el barco cuyo timón aceptas ya ha chocado contra el iceberg.
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