Llegó como una promesa de que nada era imposible y se fue dejando a todos los soñadores un poco más cínicos. Resulta que hay cosas que, como salvar a Yahoo, no son posibles. Ya hace meses que tiene pie y medio fuera de Yahoo —básicamente, desde que se anunció su venta a Verizon—, pero seguía siendo su CEO y ejerciendo para finalizar la operación. Esta semana cerró ese último proyecto y dijo adiós. También dijo, porque ahora es libre, que estaba deseando volver a usar Gmail.
¿Creía Marissa Mayer cuando tomó las riendas de Yahoo hace casi cinco años que lo que se le proponía era posible? Se habló mucho acerca de por qué habría decidido dejar su puesto en Google, compañía en la que había pasado su vida, para ponerse al frente de un barco en pleno hundimiento del que ya habían echado por la borda a varios capitanes. Lo que se dijo era que lo que buscaba era eso: más responsabilidad, un cargo a la altura de sus capacidades, salir de la sombra de Larry y Sergey.
Lo rápido y fácil sería tachar la era Mayer de fracaso. Al fin y al cabo, no consiguió darle la vuelta a Yahoo, no consiguió que la ilusión por su llegada se mantuviese más allá de unos meses. Y todo acabó con el fin oficial de uno de los gigantes del Internet de los 90, siendo engullido por Verizon a cambio de 4.500 millones de dólares. Fue contratada para algo que no logró, por lo que, sí, sobre el papel, Marissa Mayer fracasó en Yahoo. Pero ¿habría cualquier otro CEO sido capaz de semejante tarea?
Es dudoso. La tarea que Mayer tenía por delante no era ninguna tontería: era la sexta CEO que tenía Yahoo en solo cinco años, lo que indica ya que la compañía no estaba en su mejor momento. La firma era ya sinónimo de glorias pasadas, de grande de internet que no había logrado adaptarse al presente-futuro y que había sido arrollada por Google, Facebook, Amazon y compañía. Un buscador minoritario, unas acciones por los suelos (los títulos rondaban los 15 dólares), enormes problemas de imagen…
Mayer contó con apenas unos meses de idilio con empleados y accionistas antes de que las críticas empezaran a aflorar. Muchas de sus decisiones fueron bastante cuestionadas: ese primer año en el que parecía que su única estrategia era comprar startups (gastaron 3.000 millones en adquisiciones), las contrataciones caras que muchas veces acababan en desastre y, en los últimos años, los problemas de seguridad y los dos grandes hackeos que comprometieron a más de mil millones de cuentas de usuarios.
Pese a todo esto y pese al final en forma de venta y cambio de nombre, otras cifras apuntan a que la era Mayer no fue tan mala: las acciones de la firma valen ahora tres veces más que cuando ella empezó como CEO, por lo que los inversores se van contentos. Hace cinco años, habrían ganado mucho menos en la venta de la compañía. Mayer, por su parte, se va con 186 millones bajo el brazo como parte de su finiquito. Lo que le costará es sacudirse esa imagen de «promesa que no fue». El problema no es lo que logró o no en estos cinco años; el problema es lo que se dijo que lograría.
En un post publicado en Tumblr (comprada por Yahoo en la era Mayer por 1.100 millones) que reproducía el email enviado a la compañía, la ya exCEO decía que durante estos cinco años habían alcanzado muchos logros, de los que todos —esos empleados que ahora posiblemente acabarán despedidos— deberían sentirse muy orgullosos. Entre ellos, convertirse en una de las tres compañías con más de mil millones de usuarios mensuales; alcanzar los 650 millones de usuarios móviles; la mejora de Yahoo Mail o la inversión en el buscador. A los anunciantes les decía que su tecnología publicitaria se había puesto al día; a los inversores que sus acciones estaban en su punto más alto en 17 años.
¿Qué será ahora de Marissa Mayer? ¿Mantendrá un perfil más bajo durante unos meses/años o resurgirá enseguida al frente de otra compañía en apuros? De momento, además de volver a usar Gmail, posiblemente disfrute durante unos días de su finiquito. ¿Después? Habrá que esperar para saberlo.
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