Los implicados en esta sorprendente historia son Gilberto Martínez Vera y María de Jesús Bravo Pagola, un profesor y una periodista que al parecer tomaron la mala decisión de difundir en las redes sociales un mensaje que alertaba de un presunto secuestro en un colegio de Veracruz perpetrado por narcotraficantes.
El pánico cundió minutos después y se contabilizaron hasta 26 accidentes de coche.
“La gente dejaba su vehículo en medio de las calles para correr y recoger a sus niños porque pensaban que esas cosas estaban ocurriendo en las escuelas de sus hijos”, explica Gerardo Buganza, secretario del interior del estado de Veracruz.
Finalmente se comprobó que se trataba de una falsa alarma y que no había existido tal secuestro. La pesadilla acabó ahí para los angustiados padres pero sólo había comenzado para los tuiteros, que están acusados de terrorismo y sabotaje y se enfrentan a una pena de hasta 30 años de prisión.
Los detenidos han tratado de defenderse asegurando que su única intención fue alertar de un hecho del que habían tenido noticia en Twitter. “¿Cómo pueden hacerme esto por retuitear un mensaje?”, se pregunta Pagola, “son 140 caracteres, no es lógico”.
Pero el juez considera que con sus mensajes contribuyeron a crear una alarma en la población y a sembrar el pánico. Esta acusación ha generado un intenso debate en Twitter y algunas organizaciones como Amnistía Internacional o Artículo 19 han salido en defensa de la libertad de expresión de los tuiteros.
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