A fondo: Pros y contras del teletrabajo en verano
Algunas compañías dan la oportunidad de teletrabajar en verano. ¿Cuáles son las ventajas y los inconvenientes? ¿Cómo organizarse para ser más productivos? ¿Y qué implantación tiene el teletrabajo en España?
Con la llegada del verano, hay empresas que conceden a su plantilla la posibilidad de teletrabajar durante estos meses. Aunque se debe establecer un matiz. “Hay que distinguir lo que es teletrabajo de lo que no lo es. Existe el riesgo de confundir el teletrabajo con que haya personas que se enganchen o conecten puntualmente desde su lugar de vacaciones”, advierte Marina Rodríguez, responsable de Servicios de Transformación de Windmill Consultants
En este caso, nos centraremos en el teletrabajo ‘real’, no en los empleados “permanentemente conectados”. ¿Conviene aprovechar la posibilidad de trabajar remotamente en verano? El teletrabajo tiene algunas ventajas pero también presenta inconvenientes.
Flexibilidad y conciliación
“Las principales ventajas son la mayor flexibilidad para organizar el horario de trabajo, la posibilidad de movilidad y el aumento de la productividad, ya que podemos estar más concentrados al no tener constantes interrupciones. También es una oportunidad para aprender a autogestionarse y desarrollar nuevas capacidades”, asegura Jaume Gurt, portavoz de Infojobs y director de Organización y Desarrollo de Personas de Schibsted Spain.
Rodrigo Méndez, CEO de Tecnoempleo, señala que “la gran ventaja del teletrabajo es la conciliación de la vida laboral y personal. Evitando desplazamientos y pudiendo adaptar los horarios a las necesidades familiares, los trabajadores pueden aprovechar mejor su tiempo. Y para ciertas tareas que requieren más concentración, estar fuera del alcance de interrupciones no controlables puede ser muy útil”.
Además de los beneficios citados, Rodríguez incide en otros aspectos, como la mayor eficiencia en el uso del tiempo – ahorro en desplazamientos, tiempos de comida, etc.-, ahorro de costes para el trabajador -combustible, vehículo, transporte público, comer fuera…-, mejora de la salud y satisfacción laboral o el ahorro de costes para la empresa -alquileres, material de oficina, mobiliario, gastos generales, etc.-.
Aislamiento y distracciones
Pero no todo son ventajas, el teletrabajo también puede tener algunos inconvenientes.. Gurt destaca “el hecho de sentirse solo, al no compartir un espacio de trabajo con otras personas”. En una línea parecida, el CEO de Tecnoempleo apunta que “el principal argumento contra el teletrabajo es que la comunicación entre compañeros de trabajo no es tan sencilla como cuando se está sentado en una oficina”.
La responsable de Windmill Consultants ahonda en las consecuencias de esta distancia, advirtiendo del posible “aislamiento social por la pérdida de contacto físico con compañeros, colaboradores y jefes”. Y esto quizá tenga repercusiones, como una “ralentización de la carrera profesional”. “Existen muchas razones ‘intangibles’ y subjetivas para premiar y reconocer la labor de los trabajadores. La mayoría de las veces, se premia la simpatía, fidelidad, buenas relaciones personales. El aislamiento y falta de contacto hace que los jefes ‘se olviden’ de los teletrabajadores”, comenta.
Rodríguez también reseña que los beneficios del teletrabajo pueden darse la vuelta, conduciendo a “falta de conciliación y dificultades para desengancharse del trabajo si no se sabe administrar y gestionar adecuadamente”. Así, remarca que “si se tiene familia, sobre todo hijos pequeños, es difícil atenderlos y trabajar a la vez”. Además, el CEO de Tecnoempleo recuerda que “trabajando desde fuera de la oficina se está expuesto a otro tipo de distracciones, como niños, mascotas, etc.”.
Rutina laboral y delimitación de fronteras
Acceder al teletrabajo únicamente en verano puede acarrear un descenso en la productividad si no se sabe gestionar. “Es muy importante establecer una rutina de trabajo, dedicar un espacio concreto al trabajo, intentando una asociación clara y diferenciada del resto del hogar, así como definir unos horarios de trabajo y mantenerlos con disciplina”, explica Gurt.
La responsable de Windmill Consultants da algunos consejos prácticos. “Se recomienda tener una rutina: fijar una hora de levantarse; vestirse -hay que huir del pijama-; bajar al bar a desayunar; tener una hora de ‘fichar’, que sería la de encender el ordenador; hacer paradas de 5-10 minutos para descansar; y mantener el horario de comida y de cierre de la jornada”.
Además de esta rutina de trabajom Alberto Gavilán, director de RRHH de Adecco Staffing, aconseja “que se esté permanentemente comunicado con el centro de trabajo, aprovechando la tecnología. Por ejemplo, disponer de un sistema de videoconferencia o similar es muy recomendable”. En este sentido, Rodríguez indica que conviene “tener muy buena conexión a internet y material de trabajo”, pidiendo a la empresa que facilite dichos medios.
Asimismo, Gavilán considera que “es fundamental que se teletrabaje parcialmente y que se aseguren periodos o días completos en el centro de trabajo que hagan que la coordinación sea efectiva”. El CEO de Tecnoempleo también remarca que “es importante coordinar los horarios con los de los compañeros que están en la oficina, para estar disponible en caso de necesidad”.
Por otro lado, Méndez insiste en la importancia de “marcar claramente las fronteras entre el trabajo fuera de la oficina y todo lo demás”. “Si te quedas a trabajar en casa es para trabajar, no para aprovechar para hacer recados, tender la colada…”, explica. La representante de Windmill Consultant aconseja “hablar con la familia, pareja e hijos para acordar que se va a teletrabajar, explicarles lo que supone y la necesidad de respetar al teletrabajador sin molestar y hacer ruido”.
España: suspenso en teletrabajo
La realidad es que el teletrabajo no goza de demasiada popularidad en España. “En general, hay poca cultura del teletrabajo. Sólo 19 de las 6.000 ofertas de empleo TIC publicadas en tecnoempleo.com mencionan el teletrabajo”, comenta Méndez.
El portavoz de Infojobs reseña que “los datos del INE indican que sólo el 27% de las empresas nacionales cuentan con programas de teletrabajo, mientras que la media europea está en el 35%. El porcentaje es todavía más bajo de acuerdo a las estadísticas de Eurostat: sólo un 7,5% de trabajadores españoles declara trabajar habitualmente o de forma ocasional desde casa, frente al 24,1% de empleados británicos y el 11% de los alemanes”. Además, recalca que “el número de empleados que trabajan desde su hogar empezó a descender a partir de 2014, disminuyendo un 8% respecto a 2013”, según las cifras del INE.
El director de RRHH de Adecco Staffing coincide en señalar dicha tendencia a la baja, poniendo sobre la mesa los datos del último ‘Monitor Adecco de Oportunidades y Satisfacción en el Empleo’. “El inicio de la recuperación económica ha supuesto una reducción del número de teletrabajadores. En los últimos dos años, han dejado de teletrabajar cerca de 110.000 españoles. El menor número de teletrabajadores junto con el incremento en el número total de ocupados hacen que caiga la proporción de aquellos respecto al total de personas con empleo. De un máximo de un 7,5% al final de 2013, se ha pasado a un 6,6% de teletrabajadores en la actualidad (-2% internual)”, afirma.
Nos quedamos atrás frente a otros países. “En Estados Unidos, las estadísticas nos indican que cerca de 50% de las personas teletrabajarán en 2020”, apunta Gavilán. Aunque Estados Unidos está muy por encima de cualquier país europeo, donde destacan Reino Unido, Alemania, Holanda y los países nórdicos. “Muchas empresas en estos países han tenido que ponerse al día con el teletrabajo, ya que perdían candidatos por no tener la posibilidad de teletrabajar”, asegura Rodríguez. Y algunas compañías permiten teletrabajar un día a la semana.
Cultura ‘presentista’
hay varios obstáculos que impiden un mayor desarrollo del teletrabajo en nuestro país. “Se habla de que aquí hay mucha cultura de presencia y control por parte de los jefes, pero también muchos trabajadores quieren ir a la oficina porque tienen una cultura de presencia, socialización y control de lo que pasa. El que se mueve, no sale en la foto. Además, falta educación para el teletrabajo, desde la citada cultura y valores hasta la falta de capacidad para autogestionarse”, comenta Rodríguez.
Según Gavilán, hay “barreras culturales, ya que las personas en España ven en el trabajo un elemento socializador muy importante, y el teletrabajo choca frontalmente con esta cultura; y empresariales, pues para poder realizar teletrabajo es imprescindible la dirección por objetivos y la medición del desempeño, y esto no está implantado aún en un alto porcentaje de compañías”. Al hilo de ello, Gurt opina que “en España aún está muy extendida la cultura del ‘presencialismo’ en el lugar de trabajo. Se considera que cuantas más horas se pasen en el lugar de trabajo, más se rendirá. Lo importante es marcar unos objetivos y medir los resultados en base a su cumplimiento”.
Asimismo, el CEO de Tecnoempleo considera que “las empresas deben ser capaces de asumir que sus empleados pueden ser productivos sin estar presentes en la oficina. Y los empleados deben ser responsables y demostrar que teletrabajar puede ser tan bueno o mejor para la empresa como estar sentado en la oficina”. Pero también reconoce que “otro obstáculo puede ser el acceso a la información, aunque cada vez más empresas lo resuelven con soluciones cloud y herramientas de colaboración remota como Skype o Slack”.
En este sentido, la responsable de Windmill Consultant señala que “no todas las empresas entienden que para tener teletrabajadores son ellas las que deben proveer del material y la tecnología para el trabajador. Las pymes no invierten en software de soporte a entornos colaborativos y virtuales”. A la par, denuncia la “falta de apoyo y formación para trabajadores y supervisores: desde cómo explotar todo el potencial de las herramientas colaborativas hasta cómo gestionar la agenda, pasando por la ergonomía del puesto de trabajo en el hogar”. Y también lamenta la falta de infraestructuras de comunicación adecuadas en algunas zonas de España, sobre todo en nueva parte del ámbito rural, donde el ancho de banda impide hacer conference call por Skype y donde no llega la cobertura 4G, por ejemplo.