La formación y educación a distancia no es nada nuevo en nuestro país. La Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) tiene una larga trayectoria. Y después llegó la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), que propone desde hace años una educación online. También hay una larga tradición en escuelas de negocio y posgrados universitarios. Y lo mismo sucede con los centros de formación que imparten cursos online.
Donde más flojea la instrucción a distancia es en la educación obligatoria, tanto en primaria como en secundaria, como ha quedado patente durante el confinamiento causado por la COVID-19. Claudio Bravo, director en España de Smartraining, afirma que algunos centros de educación primaria y secundaria “ni siquiera contaban con una plataforma digital para impartir educación asincrónica o sincrónica”. Y en otros casos, los centros sí que disponían de una plataforma para impartir clases online, pero no se estaba aprovechado bien. “Para educar online no basta con la herramienta, sino que depende mucho del uso que se le da a ella”, declara Bravo.
En esta misma línea, Josep Lluís Segú, director general de Educaweb, señala que el grado de respuesta en primaria y secundaria ha sido muy diverso, “en función de dos factores: nivel de transformación digital y de competencia digital del claustro de docentes; y de la disponibilidad de tecnología de las familias -ordenador o tableta y conexión a internet- . También ha influido el compromiso de los claustros y el liderazgo ejercido por los equipos de dirección de los centros”.
La situación también está siendo complicada en los centros de formación profesional, ya que “la oferta online es escasa en comparación con la tradicional”, según explica el director de Smartraining en España.
Las titulaciones superiores parece que están mejor preparadas para la educación online. “Todas las universidades tienen sus plataformas de formación, la mayoría Moodle, pero también otras de pago. Y no es de ahora. Hace ya años que disponen de ellas”, asegura Georgina Cherta, docente en el programa modular de Diseño, Gestión y Dirección de Proyectos en e-learning y b-learning de la UNED.
Sin embargo, no todas las universidades presentan las mismas circunstancias. Bravo indica que todavía hay muchas facultades en las que “las plataformas virtuales sólo son un complemento a la educación tradicional presencial”. Por el contrario, reseña que las escuelas de negocios y de posgrados universitarios “ya llevan tiempo incorporando el aprendizaje online para impartir parte o incluso la totalidad de sus programas”.
En cuanto a los centros de formación, un informe realizado por Educaweb desvela que el 83% de ellos se han visto muy o bastante afectados por la pandemia. Además, han experimentado un incremento de la demanda de programas de formación online, a lo que han respondido mejorando la comunicación con el alumnado a través de tutorías y con la flexibilización en los plazos de duración de los programas. Y el 80% de los centros asegura que se ha sabido adaptar a las nuevas circunstancias y que el nivel de satisfacción del alumnado con la capacidad de adaptación es alto.
La incertidumbre sobre el retorno a la educación presencial en el próximo curso académico nos hace plantearnos si estamos capacitados para abordar plenamente la formación online, más allá de los parches y soluciones improvisadas con las que estamos solventando la situación en la mayoría de los casos.
“Las opciones de escolarización online requieren de los centros educativos un proceso de transformación digital que muchos han iniciado con la pandemia. Esto ha permitido salir del paso, pero poco más. Los sistemas aplicados son fruto de la urgencia, pero no de un proceso de reflexión educativa sistemático y bien planteado. Las soluciones aplicadas no están, ni mucho menos, consolidadas, probadas y aptas para su aplicación regular en los centros de formación”, opina Segú.
No obstante, destaca el importante avance que se ha producido en la educación online. “Probablemente, hemos dado un salto de décadas en unas pocas semanas. Metodologías didácticas basadas en la tecnología que estamos viendo aplicadas hoy con una cierta naturalidad en muchos centros hubieran parecido imposibles hace sólo algunos meses”, comenta el director general de Educaweb. Aun así, cree que “no estamos preparados para afrontar la educación de nuestros niños y jóvenes en este nuevo entorno”, puesto que el sistema de enseñanza obligatoria “está pensado para ofertar educación de manera presencial”.
José Moyano, presidente de la Asociación Nacional de Editores de Libros y material de Enseñanza (ANELE), piensa que aún se deben dar pasos para afrontar con eficacia el desafío de la educación online. “Se ha hecho un esfuerzo para dotar de infraestructuras a los centros, en cuanto a conectividad, pero eso no parece ser suficiente. Sería importante procurar que los alumnos pudieran seguir conectados en sus hogares; y eso no siempre está siendo así, por la denominada brecha digital. También es importante que las plataformas tengan la capacidad suficiente como para que puedan conectarse un volumen importante de alumnos a la vez sin que eso suponga una ralentización de los procesos”, detalla.
Dorothee Monschau, Brand & Communications Director de Lingokids, recalca que “la tecnología está, aunque quizá los medios para implantarla no estén al alcance de todos los centros educativos como sería lo deseable”. Además, hace hincapié en que “sería importante aprovechar estos meses, hasta el inicio del nuevo curso en septiembre, para fomentar la formación de los educadores que todavía necesiten adaptarse a la nueva realidad”.
Al hilo de ello, Cherta cree que “el problema no es la tecnología, sino las personas y los diseños educativos”. “No estamos preparados en recursos humanos. Y no culpo a los profesores. La responsabilidad recae sobre los responsables educativos, gerentes, directores, etc., que no se han preocupado de dotar de medios y formación a sus profesores”, comenta.
“Si los de arriba no apoyan la implantación online, un plan de contingencia online o la adecuación a un mundo virtual y se limitan simplemente a pensar que con tener los medios tecnológicos -WiFi, sala de ordenadores, plataformas educativas, etc.- ya disponen de la cultura virtual, los profesores que quieren mejorar y adaptarse poco pueden hace. Imagina los que no quieren mejorar. Y es que la tecnología es el medio, no el fin de la educación virtual”, añade.
En esa misma línea, Bravo recalca que “debemos pensar más en los cambios en materia de metodología pedagógica y no sólo en las herramientas tecnológicas”. “De nada nos sirven herramientas como GEA, Moodle, Classroom o Blackboard si luego las usamos para volcar el mismo contenido que tenemos en los libros de texto pero en archivos PDF interminables. O si las usamos para hacer la clase presencial mediante videollamada y enviar los deberes a través del email”, precisa.
La responsable de Lingokids está convencida de que la crisis del coronavirus conllevará cambios sustanciales en la forma de enseñar. “El próximo curso veremos, muy probablemente, un modelo mixto entre educación presencial y a distancia, a través de medios digitales, lo que propiciará el crecimiento y refuerzo de plataformas que apuestan por la formación flexible, amena y de calidad”, apunta. Igualmente, el responsable de Smartraining cree que ”el próximo curso veremos un ‘mix’ de clases presenciales, con la mitad de los alumnos y otra parte en digital”.
Rodrigo Rodríguez, CEO y fundador de Odilo, también prevé que “será un curso distinto, en el que cambiarán las reglas de la educación tradicional y se pondrá aún más en valor la organización, el acceso a material de calidad y la comunicación entre profesores y alumnos”.
Aunque sea difícil, la experta de la UNED cree que aún estamos a tiempo de prepararnos ante lo que pueda suceder en el arranque del curso 2020-2021. “De aquí a octubre, si tanto la dirección de los centros educativos como los profesores se aplican, es posible retomar las clases, bien en b-learning (combinación de presencial y online) o en e-learning”.
Y plantea una propuesta al respecto. “Intentaría implantar un programa b-learning como una flipped classroom. Los alumnos estudiarían en casa con el soporte, orientación y guía de los profesores en línea, no con vídeos grabados ni emulando las clases presenciales. Y cada cierto tiempo, semanal o quincenalmente, plantearía clases presenciales por grupos reducidos, hasta completar a todo el alumnado, para resolver dudas, explicar o aclarar conceptos, realizar ejercicios en equipo, etc. Lo que no es posible, porque es frustrante para todos y consume excesivo tiempo, es intentar trasladar las clases presenciales al mundo virtual”, expone.
Un aspecto esencial en esta transición a la educación online virtual es la adaptación de los materiales didácticos. En este ámbito, las editoriales de libros de texto tienen mucho que decir. Y podemos decir que están haciendo los deberes.
“El pasado curso, el uso de contenidos editoriales digitales representó alrededor del 3%. La necesidad de que los alumnos continúen su enseñanza desde casa como consecuencia de la pandemia ha supuesto un incremento del uso de las plataformas de contenidos de las editoriales dedicadas a la enseñanza. En la mayoría de los casos, como forma de combinar el uso de otros materiales, como los libros de texto en papel, con los materiales didácticos digitales”, señala el presidente de ANELE.
En este sentido, Monschau pone de relieve el papel que han tenido dichas plataformas durante el confinamiento, permitiendo “continuar con la actividad docente sirviéndose de la tecnología”. “Según datos de ANELE, el número de usuarios y de los contenidos educativos online desde que empezó el confinamiento se ha incrementado en más de un 250%”, precisa. Además, opina que las editoriales ya no hablan tanto libros de texto como de contenidos educativos curriculares, que englobarían tanto los libros como plataformas tecnológicas y contenidos digitales para alumnos y docentes.
Asimismo, Cherta destaca el impulso innovador de las editoriales. “Sus libros de texto hace muchos años que van acompañados de recursos en línea, tanto para profesores como para alumnos. Disponen de plataformas potentes y bien integradas y de cursos de formación”, anota. Igualmente, Moyano resalta que “las empresas editoriales se han convertido en proveedoras de servicios educativos que van más allá de los contenidos, colaborando con profesores y alumnos a través de la formación y la adaptación de sus herramientas a las necesidades del proceso de enseñanza”. De este modo, Segú considera que “la tecnología y los contenidos están disponibles”.
En la segunda entrega de este reportaje repasaremos más asuntos en torno a la educación online, como las posibles consecuencias de la brecha digital, el papel que desempeñan las plataformas tecnológicas en su desarrollo o la comparativa con otros países de nuestro entorno.
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