Esta semana deberíamos estar hablando de teléfonos plegables, del avance de la red 5G, de smartphones con cámara quíntuple y cada vez más megapíxeles o de acuerdos comerciales entre empresas del sector de la telefonía móvil. Sin embargo, la cancelación del Mobile World Congress (MWC) de Barcelona nos ha dejado un poco huérfanos.
Cuando el GSMA, ente encargado de la organización del MWC, anunció la cancelación del evento tan sólo fue la confirmación de algo que ya sospechaba todo el mundo. El goteo de empresas que comunicaban que no asistirían a la feria este año por temor al coronavirus era incesante. La sangría hacía presagiar que, si finalmente se celebraba, sería un encuentro muy descafeinado. Sólo las grandes empresas chinas parecían mantenerse firmes en su decisión de acudir. Nos encontrábamos ante la posibilidad de un MWC sin Amazon, Intel, LG, Facebook, Vodafone, Orange, Nokia, Sony, HP… Y así hasta casi medio centenar de compañías.
Begoña Casas, profesora del departamento de Economía y Empresa de la Universidad Europea, opina que estas cancelaciones se deben a un interés real de las compañías en la salud de sus trabajadores. “La preocupación de las empresas abarca la protección de la salud de sus empleados -que podría ponerse en riesgo por la participación en el evento-, de la salud de los asistentes y de la población local, así como la preocupación por la salud de la sociedad global, ya que un evento así podría contribuir a incrementar la propagación de la enfermedad en todo el mundo. Las empresas, con una vocación de sostenibilidad creciente, se preocupan cada vez más por el logro de resultados económicos, por su impacto medioambiental y, por supuesto, por su impacto en la sociedad y en las personas”, declara.
Sin embargo, muchas de las empresas que anunciaron su ausencia para el MWC sí que fueron al Integrated Systems Europe (ISE), que se estaba celebrando en Ámsterdam del 11 al 14 de febrero. Además, cabe recordar que no había ningún caso de coronavirus en la Península Ibérica y que la Organización Mundial de Salud (OMS) negaba la categoría de pandemia.
Es indiscutible que el coronavirus ha sido la causa principal de la cancelación, pero quizá no tanto por la existencia de un riesgo real de contagio como por la conjugación de un conjunto de factores.
Pedro Caldentey, director Departamento de Economía de la Universidad Loyola, considera que “sería ingenuo creer” que la preocupación por la salud de los trabajadores haya sido la razón principal para que las empresas decidieran no ir a Barcelona. “Conforme pasan los días, si no cambia radicalmente la evolución de la epidemia, puede parecer una decisión exagerada. Pero en el ambiente del momento en que se tomaba la decisión esa preocupación era natural, aunque fuera por los efectos en la reputación de la empresa”.
De igual modo, Ángel Barbero, profesor de Tecnologías en EAE Business School, alude a una cuestión reputacional. “En algunas empresas había más miedo por el peligro reputacional que por el riesgo real, aunque el origen sí que fuese el coronavirus. Pese a que el riesgo era bajísimo y que la OMS dijo que no había peligro, si alguien iba a Barcelona y volvía infectado del coronavirus podía originar un daño reputacional gigantesco para la empresa”, afirma.
En ese escenario, las compañías que aún no habían declinado participar en el encuentro se vieron en una difícil tesitura. “El miedo a que se concretara el riesgo y no haber sido precavido debe haber generado nerviosismo en los responsables de la responsabilidad social corporativa en las grandes empresas. Aunque seguramente el efecto de algo así sería compartido por tantas empresas que su impacto en la reputación de las compañías no sería tan grande”, comenta Caldentey.
Además, era una situación en la que las empresas que decidieran ir al MWC siempre salían perdiendo desde el punto de vista reputacional. Tanto si había un contagio como si éste no se producía, quedaban señaladas, puesto que proyectaban la imagen de no preocuparse por la salud de sus trabajadores.
Por otra parte, el experto de la Universidad Loyola cree que “los primeros anuncios de ausencias sonadas crearon una cadena”. “Cuantas más grandes empresas anunciaban su decisión de no venir a Barcelona, más fácil se hacía repetir el mismo anuncio y reducir el coste de ser acusados de conducta irresponsable o de propagadores del pánico. O de ser parte de las teorías conspirativas’que ha surgido con la cancelación del evento”, argumenta.
En cualquier caso, aunque el riesgo de contagio no fuera elevado, era una posibilidad real e insoslayable. Así que las empresas pueden haber tomado la decisión de no ir para protegerse frente a posibles reclamaciones por responsabilidad civil por parte de sus empleados en caso de contraer la enfermedad en un evento al que han tenido que acudir en representación de su organización.
“Este parece haber sido un argumento principal. Un foro tan importante y multitudinario como el MWC es un foco de riesgo y todavía hoy es difícil asegurar que los riesgos de contagio son escasos, aunque las evidencias apoyen que el ritmo de propagación está bajando. El miedo a las indemnizaciones, más que los riesgos de salud, deben haber sido un factor determinante para tomar la decisión”, señala el experto de la Universidad Loyola.
No obstante, Casas cree que no se trata de un factor relevante, puesto que “las empresas actúan normalmente con un mapa de riesgos y un plan de contingencia, de manera que, si el riesgo se produce, se actúa tomando medidas previamente diseñadas”. Así, especifica que las compañías que acuden a estos encuentros tienen en cuenta variables que contemplan “un cálculo estimado del coste total -daño emergente y lucro cesante-, lo que incluye las consecuencias de posibles acciones legales que pudieran derivarse”.
Otro asunto de trasfondo es la guerra comercial entre Estados Unidos y China, así como el indudable protagonismo que están adquiriendo las empresas chinas en el ámbito de la telefonía móvil.
Caldentey opina que “éste no ha sido el factor determinante [para decidir no ir], aunque seguro que algunos agentes del sector lo han celebrado, como inconveniente para la expansión de la posición competitiva del gigante tecnológico chino”. Sin embargo, piensa que la suspensión del MWC de Barcelona afecta igualmente a todos los competidores. “No tengo claro que su suspensión afecte más a las empresas chinas que a las estadounidenses”, valora. Por otro lado, considera que “más allá de la batalla tecnológica, la crisis del coronavirus tiene más que ver con la reputación global de China como potencia benigna y fiable”.
Por su parte, Barbero cree que “las empresas que decidieron retirarse inicialmente lo hicieron por motivos genuinos, más allá de las repercusiones que tuviera para China”. Pero no descarta la posibilidad de que haya compañías que decidieran no acudir al MWC “porque han visto que era una forma más de presionar a China”.
Además, afirma que las compañías chinas eran las más interesadas en que el encuentro siguiera adelante. “Huawei es la empresa que más invierte en espacio y es la que más perdía en el evento si se cancelaba. Y es un encuentro aglutinador. Muchas compañías chinas no encuentran la manera de vender en Europa o Estados Unidos si no van a estos eventos. Para otras empresas también es importante, pero quizá no tiene tanto impacto en su cuenta de resultados y pueden asumir esa pérdida. Pero para las empresas chinas va a ser una pérdida gigantesca”, asegura.
Además del impacto comercial para las empresas chinas, el profesor del EAE Business apunta que “hay empresas pequeñas y medianas occidentales a las que la cancelación del MWC las ha destrozado”, debido a todas las reuniones y acuerdos que van a dejar de celebrarse.
“Un evento de este tipo tiene mucho de show y de mostrar las novedades, pero lo realmente importante es que todas las empresas que están ahí se sirven del encuentro para agendar reuniones y negociar nuevos contratos y oportunidades comerciales para el resto del año. Todos estos contratos no se van a poder hacer o se van a retrasar”, expone.
Igualmente, Casas indica que “el MWC es uno de los eventos tecnológicos más importantes del mundo, por lo que su cancelación implica, no sólo pérdidas económicas directas para todos los actores -empresas, gobiernos, administraciones…-, sino también pérdida de potencialidades futuras -ventas, alianzas, innovaciones- que podrían verse retrasadas como consecuencia de la cancelación”.
Sin embargo, minimiza su repercusión, ya que cree que “dada la velocidad del sector y la capacidad de creatividad e innovación de las empresas tecnológicas, éstas encontrarán el modo de canalizar dichas oportunidades y llevarlas a cabo”.
Caldentey también es optimista. “El impacto económico es un gran inconveniente y una tragedia local. Pero no me parece que vaya a ser grave en términos de negocio para el sector”. Lo que sí le preocupa es que esta cancelación pueda poner en cuestión la continuidad del encuentro. “Para que la Unión Europea no pierda relevancia como bloque en el futuro, es crítico que el principal congreso del mundo sobre tecnología y negocios se celebre en Europa”, sentencia.
En cualquier caso, Barbero exime de cualquier responsabilidad de la cancelación tanto a los organizadores como a la ciudad de Barcelona y a las distintas administraciones públicas. “Ha sido un problema global. Puede pasar en cualquier otro sitio. La Feria de Barcelona es un sitio perfecto para hacer eventos de este tipo y la ciudad es ideal para acogerlo”, afirma
En este sentido, la profesora de la Universidad Europea anota que “se está luchando desde distintas instancias nacionales e internacionales, públicas y privadas para que el MWC se quede en Barcelona y en España”. “La fila de ciudades deseando coger el relevo debe ser muy larga”, concluye Caldentey.
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