Es uno de los fenómenos tecnológicos más potentes de la actualidad. Y seguirá siendo uno de los fenómenos tecnológicos más potentes de los próximos años. Los expertos calculan que moverá 1,7 billones de dólares en 2020, en comparación con los 656.000 millones en gasto alcanzado durante 2014. También pronostican que dentro de cuatro años habrá entre 20.800 y 50.000 millones de cosas conectadas en todo el mundo. Hablamos del IoT, que llegó para quedarse, que quiere transformar nuestras vidas por completo y que ya no necesita de justificaciones que demuestren su importancia. Sus siglas están por todas partes. Ese conjunto de tecnologías que se ha dado en llamar, según la denominación completa, Internet de las Cosas invade las páginas de informes elaborados por las principales consultoras, marca el desarrollo de multitud de proyectos en curso y protagoniza adquisiciones millonarias con frecuencia, como la reciente de ARM Holdings por SoftBank.
Pero, ¿qué es exactamente el Internet de las Cosas? ¿Cuáles son sus rasgos característicos? ¿Cómo deberíamos definirlo e interpretarlo? Como un “paradigma tecnológico que define la dotación de conectividad a Internet a cualquier objeto sobre el que se pueda medir parámetros físicos o actuar, así como las aplicaciones y tratamiento de datos inteligentes relativos a los mismos”. Así lo determina Bruno Cendón, uno de los autores del libro “Las tecnologías IoT dentro de la Industria Conectada 4.0” editado por la Escuela de Organización Industrial (EOI), donde aparece recogida justo esta frase. Cendón, con quien ha hablado Silicon.es, es un reputado experto en telecomunicaciones y nuevas tecnologías, con amplia experiencia precisamente en el área del Internet de las Cosas y los objetos conectados. CTO de la empresa cántabra TST y asesor de FOM, fue justo a él a quien se le pidió dar respuesta a una cuestión, la definición de IoT, que como concepto “es bastante amplio” y todavía no está “consensuado o con un estándar aceptado universalmente que lo desarrolle”, nos cuenta.
Se trata de un término “bastante reciente”. No fue hasta “2009 cuando Kevin Ashton, profesor del MIT en aquel entonces, usó la expresión Internet of Things (IoT) de forma pública por primera vez, y desde entonces el crecimiento y la expectación alrededor del término ha ido en aumento de forma exponencial”, relata nuestro entrevistado. Ahston acuñó estas palabras en el RFID Journal de cara al resto de la comunidad. Y “aunque él mismo ha comentado que la expresión era de uso corriente en círculos internos de investigación desde 1999”, recuerda Cendón, su existencia todavía no había cobrado “forma notoria”. ¿Y cómo lo hizo? Diciendo que, “si tuviésemos ordenadores que fuesen capaces de saber todo lo que pudiese saberse de cualquier cosa –usando datos recolectados sin intervención humana– seríamos capaces de hacer seguimiento detallado de todo, y poder reducir de forma importante los costes y malos usos. Sabríamos cuando las cosas necesitan ser reparadas, cambiadas o recuperadas, incluso si están frescas o pasadas de fecha. El Internet de las Cosas tiene el potencial de cambiar el mundo como ya lo hizo Internet. O incluso más”.
Entonces, ¿qué diferencias hay entre Internet de las Cosas y la domótica? ¿Y entre Industria 4.0 e Internet de las Cosas? ¿Cómo separar unas cuestiones de otras? “Aunque no es sencillo distinguir términos altamente interrelacionados entre sí, la diferencia entre estos conceptos viene dada por las áreas que cubren”, contesta el director técnico de TST. Para empezar, la domótica tiene más recorrido histórico. “Es un término popularizado desde hace varios lustros y se refiere a la automatización aplicada a entornos domésticos: calderas programables, neveras que saben lo que se consume, hornos que se descargan recetas, regadíos que se lanzan cuando el terreno se seca” y otras soluciones similares. Mientras, ”el concepto de Internet de las Cosas es mucho más amplio” que el de domótica en cuanto al espectro de aplicación y precisamente “nace para cubrir, entre otros, al de la domótica y darle un carácter universal e interconectado”.
“En el caso de la comparación del IoT con la Industria 4.0, partimos de que el IoT es una de las tecnologías habilitadoras de la misma”, continúa Bruno Cendón. “Inicialmente hay que entender que la Industria 4.0 se presenta como una evolución estructurada” que parte de la Primera Revolución Industrial, “la que permitió el aumento drástico de la producción gracias a la adopción de la energía del vapor” y que ha ido quemando etapas sucesivas. Tras esa primera fase llegó la Segunda Revolución, “la que acarreó la producción en masa gracias al uso de la energía eléctrica”, y luego fue el turno de la Tercera Revolución “o revolución digital, [que] estuvo marcada por el uso de la electrónica y las tecnologías de la información para introducir la automatización en la industria”. La Industria 4.0 sería lo mismo que mentar a la Cuarta Revolución, aquella que ya está en marcha.
En “Las tecnologías IoT dentro de la Industria Conectada 4.0” se revela que España está bien posicionada dentro del sector del Internet de las Cosas. Al menos hay que reconocer que supo colocarse en buen lugar al principio de la aventura. Si alguien pensaba que en comparación con otros países aquí estábamos en pañales, sin mucho que aportar a la evolución del IoT, se equivoca. “España ha sido pionero en IoT y es uno de los países en los que mejor se ha entendido la cadena de valor completa desde un punto de vista tecnológico”, indica uno de los miembros del equipo de investigación que dio forma a dicho estudio sobre IoT e Industria Conectada 4.0. “Cuando participé en la redacción del informe de la EOI se realizaron entrevistas a decenas de empresas españolas en el ámbito de los objetos conectados, plataformas IoT, Big Data, aplicativo u operadoras y, salvo las últimas, que aún no acaban de encontrar su espacio en esta área, el resto tienen un recorrido muy importante y un gran reconocimiento internacional en algunos casos”, aclara Bruno Cendón.
Eso sí, hay países que últimamente han ganado más tracción que el nuestro en estas cuestiones. Por supuesto, en la lista aparece Estados Unidos. Pero también se encuentran representantes europeos como la vecina Francia o Alemania y el Reino Unido. Todos ellos destacan por sus niveles de emprendimiento. ¿Cuándo, y cuánto, nos hemos alejado? ¿En qué falla España? ¿Dónde necesita mejorar para no perder influencia? “El problema de España viene de la mano del crecimiento y de la internacionalización de nuestras empresas e iniciativas”, especifica Cendón. “Nuestras administraciones avanzan y van apostando por estos habilitadores tecnológicos, pero aún estamos lejos de ecosistemas público-privados o puramente privados como se pueden encontrar en Francia, Alemania, Reino Unido o Estados Unidos”. Y ése es un punto de referencia al que no hay que perderle la pista. Para avanzar, para favorecer “el despegue de este tipo de tecnologías habilitadoras como puede ser el IoT” dentro de España, resulta “clave la colaboración público-privada”.
“En muchos casos se habla de desarrollos que requieren una inversión inicial en I+D importante o una ayuda experta en comercialización e internacionalización. Y para ello, este talento, que existe, debe de ser identificado, asesorado y potenciado”, insiste el consultor de FOM sobre diseño de productos IoT. Es algo realista. Otros ya lo están haciendo. Este año en la feria de electrónica CES, “el Gobierno francés hizo posible que 190 startups, muchas de ellas de IoT, estuviesen presentes bajo la marca ‘La French Tech’, patrocinada directamente por su ministro de Economía, Emmanuel Macron. Frente a este tsunami francés había 2, sí 2, startups españolas, Ontech y Wetech, ésta invitada por el fabricante de chips STMicroelectronics”, se lamenta Cendón. “Cuando ocurre algo así es que algo no se está haciendo del todo bien en este país. Es por eso que, dentro de lo que el tiempo me permite, no dudé un minuto en unirme al Consejo Asesor de FOM, un fondo de inversión pionero en España, centrado en potenciar el ecosistema español IoT e Industria 4.0. Creo que se necesita facilitar y hacer crecer este tipo de iniciativas para que nuestra presencia exterior e internacionalización se conviertan en una realidad”.
Aparte de la financiación, la colaboración entre estamentos y la necesidad de internacionalización, el Internet de las Cosas se enfrenta a otros obstáculos para su crecimiento. Desde la falta de unos estándares claros y definidos, que permanezcan en el tiempo, hasta el déficit de perfiles con conocimiento sectorial, las dificultades para identificar oportunidades de negocio o la búsqueda de razones que motiven la inversión y devuelvan beneficios. También hay que tener en cuenta el tema de la seguridad. No en vano, al Internet de las Cosas o Internet of Things algunos lo conocen ya como Internet of Threats o Internet de las Amenazas, especialmente por el gran volumen de datos que lleva aparejado el uso de dispositivos conectados y la amenaza de los ciberdelincuentes. En España también se recomienda a las Administraciones que den visibilidad a los casos de éxito, que impartan formación, que asesoren, que creen comisiones y lancen incentivos con los que atraer talento a nuestro territorio, que apoyen a las aceleradoras de startups y que propicien la transferencia tecnológica de tal modo que el conocimiento salga de las universidades y los centros de investigación y llegue a las empresas.
Hay riesgos y retos. “El mayor enemigo de este tipo de tecnologías son las altas expectativas y las frustraciones que pueden traer aplicaciones sin conocimiento, precipitadas, no seguras o mal hechas”, señala el experto en IoT con el que ha contactado Silicon.es. “Aunque muchas empresas llevamos varios maratones corridos dentro del IoT, en realidad estamos aún en la casilla de salida y queda mucho por desarrollar y crear para poder conseguir la comoditización tecnológica del IoT que nos permita disfrutar de ese mundo conectado e inteligente que ya tenemos todos en mente. Nuevas redes surgen sólo con el IoT”, dice Cendón en referencia directa a Sigfox y LoRa, “y de la misma forma, se crean electrónicas, protocolos, plataformas y aplicaciones exclusivas para IoT cuando hace tan solo 5 años todo era una adaptación de lo existente”. ¿Cuánto tiempo se tardará en conseguir un mundo realmente conectado e inteligente? “No será de un día para otro y será progresivo pero, entre 5 o 10 años, el IoT estará tan metido en nuestro día a día que no nos daremos ni cuenta de que está ahí. Pensad en los smartphones y cómo era todo hace 10 años. Bueno, pues eso mismo con el IoT”, se expresa sobre lo que está por venir Bruno Cendón.
Así que ahora mismo “nombres como Intel, Qualcomm, Samsung, ARM, Microsoft” y compañía “son los que están dando forma y contenido” a este espacio en auge. Si bien no son los únicos. Transitan por caminos cercanos el Internet of Things Consortium (IoTC), el Industrial Internet Consortium (IIC), la IPSO Alliance… Y también ha habido trabajos o interés por parte de iniciativas como la Open Mobile Alliance (OMA), LoRA Alliance, ZigBee aAliance, FI-WARE, Bluetooth SIG o ARM mbed. Y, claro, el entorno Apple HomeKit, aunque se trata de una propuesta cerrada. En medio de la búsqueda general de la interoperabilidad entre dispositivos, el código abierto podría convertirse en un buen aliado para IoT. Cendón apunta en todo caso que, “desde el punto de vista del open source, más que estándares completos, están viniendo infinidad de implementaciones de protocolos nativos IoT”, con una actividad destacada por parte de Eclipse Foundation. “Sus clientes” de “MQTT han sido clave para el progreso de este protocolo”.
A medida que surgen proyectos que tienen al Internet de las Cosas en el centro de su estrategia, que se les da tiempo para madurar y que se van midiendo resultados, se van esclareciendo los beneficios de este fenómeno tecnológico. Se habla de una democratización de la conectividad. De la aparición de nuevos modelos de negocio. Y de un perfeccionamiento de los procesos. ¿Cuál es la ventaja más notable de todas? “La principal ventaja que el IoT puede aportar es siempre el de la mejora en el área en la que se aplica”, simplifica Bruno Cendón. “Dotando de ‘sentidos’ a elementos y actividades del día a día de las personas, animales, objetos, industrias, etc., el objetivo final siempre deberá ser el obtener algo que nos permita tener más calidad de vida, estar más cómodos, seguros, producir mejor, más barato” y generar cambios reales. “Es obvio que el impacto será mayor en las áreas donde su aplicación sea más directa, sencilla y” permita marcar la diferencia, obteniendo un beneficio de ciertas dimensiones.
“Por citar casos de uso, y no precisamente siendo el hogar conectado el más atractivo hoy en día, inicialmente el industrial es el que más avance puede tener, dado que la mejora se aplica a la productividad y esto se traduce en ganancia económica”, aclara el experto en IoT con el que ha conversado Silicon.es. “El agrícola y ganadero, derivado del primero, también está ganando mucha tracción”. Mientras que otro “que todos conocemos ya bien, el de las ciudades inteligentes, depende más de inversiones públicas que de una ganancia fácilmente monetizable, con lo que su implantación parece muy lógica y sus ventajas muy directas, pero los fondos para su acometida dependerán de su inclusión en contratos públicos y diversas partidas de financiación municipal”. Con las smart cities se relaciona “el smart metering, aplicable a gestoras de aguas, electricidad o gas. Las ganancias económicas de su aplicación, así como la impagable información que pueden proporcionar para la mejora de la gestión de recursos, hace su interés muy alto, si bien también dependen de grandes inversiones privadas que irán acometiéndose según la tecnología vaya madurando y comoditizando”.
“Otras áreas de aplicación que van introduciéndose paulatinamente son las relativas al retail”, es decir, al comercio”, así como las vinculadas a “logística, electrónica de consumo, hogar, salud, turismo, ocio”. Las posibilidades son múltiples. Por eso, “ver el IoT como ‘cacharritos que nos vuelven más vagos’” o que trabajan por nosotros “es un análisis algo reduccionista. El IoT en realidad es una democratización tecnológica consecuencia de un abaratamiento abismal de la tecnología y de los precios de la conectividad inalámbrica. Ya en 1990 John Romkey del Xerox PARC conectó una tostadora a Internet, pero lo hizo de una forma que para nada nos proponía un modelo escalable económicamente. Hoy en día, un módem 2G para enviar pocos datos y conectar a cualquier aplicación tiene un precio por debajo de los 10 euros y si hablamos de nuevas redes como Sigfox o LoRa, cuando vamos a volumen, la electrónica de comunicaciones no supera los 5 euros”, aunque sin ser la solución completa. “Estos módulos hace tan sólo 5 años costaban 4 o 5 veces más. Hace 10, de 10 a 20 veces más”, apunta Cendón, que cree que “todo se va a conectar tarde o temprano e infinidad de nuevos modelos de negocio irán apareciendo y creándose”. ¿Estamos ante un “game changer”? “Sí, definitivamente”.
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