Quedarse en casa es la consigna que millones de ciudadanos están obligados a seguir con la declaración del estado de alarma en España. La crisis sanitaria, social y económica generada por el coronavirus (COVID-19) será más fácil de revertir si todo aquel que pueda minimiza sus salidas a la calle y el contacto físico con otras personas durante el tiempo que determinen las autoridades.
El confinamiento de los ciudadanos, que en nuestro país el Gobierno quiere alargar hasta el 11 de abril para reducir la curva de contagios, está teniendo consecuencias en diversos ámbitos. Por ejemplo, en el puramente tecnológico.
Hay negocios que han tenido que parar su actividad y otros que siguen manteniendo el pulso al ritmo de trabajo habitual con la adopción de herramientas de teletrabajo. Niños, adolescentes y universitarios se han convertido en alumnos de la enseñanza telemática. Y muchos ratos muertos que antes se saciaban con la programación de lugares de ocio, actividad física en gimnasios y al aire libre, sesiones de compra o quedadas con amigos se cubren ahora con entretenimiento online y charlas virtuales.
Todo esto significa que el consumo de internet está creciendo y poniendo a prueba la infraestructura de todo un país (y de todo un planeta).
Tan solo en España, el tráfico de las redes IP ha crecido un 40 % y las llamadas mediante redes celulares se han incrementado un 50 % durante esta crisis del coronavirus. Además, el uso de datos móviles ha aumentado un 25 %. Y el tráfico de las populares plataformas de mensajería instantánea, entre las que destaca WhatsApp, se ha multiplicado por cinco sobre sus números habituales.
Así lo constata Cisco. Buena parte de la responsabilidad en esta intensificación del tráfico recae en el contenido de vídeo, ya sea por la necesidad de utilizar herramientas de colaboración para ponerse al día con compañeros de trabajo, de comunicarse por videoconferencia con familiares y amigos para suplir unas visitas que ya no se pueden hacer o de desconectar y hacer más llevadero el encierro con la ayuda de plataformas de streaming.
“La situación de confinamiento se está traduciendo en un notorio aumento de las horas que estamos conectados a las pantallas”, evidencia también Elena Neira, profesora colaboradora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC (Universitat Oberta de Catalunya), “y las plataformas de streaming han sido las grandes beneficiadas”.
Su consumo “es una forma de evitar pensar todo el tiempo en la incertidumbre de la crisis en la que estamos y en las derivas que para algunos puede tomar: hipocondría, angustia excesiva o los conflictos latentes en el ámbito familiar”, razona José Ramon Ubieto, psicólogo y también profesor colaborador de la UOC para Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación.
Otras compañías, como las operadoras que cuentan con sus propios servicios de televisión, están abriendo sus colecciones a todo el mundo durante la cuarentena. Es el caso de Movistar, que ha extendido el periodo de suscripción gratuita a Movistar Lite. También es el caso de diferentes empresas que desarrollan soluciones de colaboración o seguridad.
Los internautas no solo son receptores. Muchos generan estos días más contenido de subida de lo que suele ser habitual, con la grabación de cámaras IP, el almacenamiento y compartición de archivos personales a través de la nube o conexiones multijugador en sesiones de cloud gaming. De hecho, los expertos ven el juego online como una oportunidad de socialización para combatir los efectos nocivos del aislamiento.
“El confinamiento puede aumentar el uso de videojuegos de ejercicios, tanto en población habitualmente más sedentaria como sobre todo aquella de naturaleza más activa”, observa Sònia Pineda, profesora colaboradora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC, que los considera “una buena solución porque permiten realizar actividad física intensa en un espacio reducido”.
A medida que las rutinas de la gente cambian, evoluciona también la relación con internet. Las horas pico de tráfico en España ya han variado. Antes la franja con mayor intensidad de tráfico se situaba hacia la última parte del día, desde las 19 a las 21 horas, tal y como recuerdan desde Cisco. En estos momentos se está registrando más tráfico en los hogares españoles entre las 11 y las 14 horas.
DE-CIX Madrid alcanzó su récord de transferencia de datos con el estado de alarma. En la tarde del sábado 14 de marzo, cuando Pedro Sánchez y el resto de integrantes del Consejo de Ministros decidían la declaración de este régimen excepcional, se alcanzaron los 468,39 Gbit/s. DE-CIX relacionó este pico con un “elevado consumo de streaming de vídeo”, desde vídeos bajo demanda a llamadas y retransmisiones informativas.
De ahí en adelante el crecimiento de internet en España ha sido del 23 %, de acuerdo con los datos de Madrid Internet Exchange. Aquí no se incluye la conexión directa de muchos proveedores Cloud SaaS con proveedores de servicios.
Una pregunta que se hacen usuarios y expertos es si las infraestructuras de telecomunicaciones son lo suficientemente robustas como para aguantar un crecimiento de uso tan grande. ¿Se colapsará la red? ¿Se ralentizará la navegación?
Para evitar que internet se congestione y asegurar el acceso a todos los ciudadanos desde sus hogares, la Unión Europea ha acordado con empresas como Neftlix o Google, responsable de la plataforma de vídeos YouTube, la reducción de la calidad de los vídeos. En la práctica esto supone pasar de la alta definición a la definición estándar en sus contenidos. Facebook hará lo propio con su red social e Instagram, al igual que Amazon con Amazon Prime Video, Apple con Apple TV+ y Disney con un Disney+ que acaba de desembarcar en el Viejo Continente.
Los ciudadanos esperan ser capaces de utilizar internet en las mejores condiciones posibles y empresas y autoridades se comprometen a mantener el servicio.
De momento “el servicio se ha mantenido estable para los usuarios, sin caídas de red ni percances significativos”, destacan desde Cisco, que señala que “España cuenta con una de las mejores redes de telecomunicaciones de toda Europa”. Aquí casi 9 de cada 10 hogares tiene acceso a redes de banda ancha ultrarrápida. España, además, lidera dentro de Europa occidental en cuanto a velocidad media de 4G.
La UOC también apunta a que España “es uno de los países con una de las fibras ópticas más extensas de Europa, y además con una de las tecnologías de más calidad”. El profesor de Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación en este centro universitario, José Antonio Morán, concede que algunos servicios pueden ralentizarse pero descarta que el sistema vaya a colapsar. La fibra “evita la pérdida de rendimiento por el camino”.
Las caídas provocadas por los picos de tráfico suelen derivar de una “sobrecarga de los servicios más que por problemas de la propia infraestructura de telecomunicaciones”, apunta Morán. “No es solamente el tráfico que soporta la infraestructura de telecomunicaciones, también las aplicaciones que dan servicios al teletrabajo, por ejemplo, a un campus virtual, etc. Es muy difícil determinar qué porcentaje de responsabilidad tiene cada uno”.
Las empresas deberían invertir en servidores y servicios de computación en la nube para afrontar avalanchas de tráfico. Lo que se recomienda, en cualquier caso, es utilizar siempre que se pueda una conexión por cable en vez de una conexión inalámbrica y conectar los ordenadores a los puertos de los routers.
“En las casas lo más normal es que todos los miembros de la familia utilicen el wifi. Y si además se suman todos los vecinos del edificio, lo normal es que se provoquen bajadas de calidad del servicio por saturación de tráfico en los canales wifi y que no aprovechemos los megas que hemos contratado”, explica José Antonio Morán. “Siempre que sea posible tener conexiones por cable, ganaremos en velocidad, fiabilidad y seguridad”.
“Aunque últimamente se habla poco de él, el cable es el núcleo de las comunicaciones, todo pasa por el cable y presenta muchos menos problemas que las conexiones inalámbricas”, insiste, aparte de “minimizar el riesgo de que intercepten nuestros datos sensibles”.
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