Teclear la dirección que lleva a una página de interés o levantar el ratón para pinchar en enlaces que van saliendo al paso, entre desplazamientos y pestañas, puede ser de lo más natural para mí, para ti o para cualquier otra persona acostumbrada a navegar por Internet. Pero desde que se tiene la intención de consultar un contenido que ha sido publicado online hasta el momento en el que se consume pueden pasar muchas cosas. A veces se tarda un segundo en acceder. Otras, una eternidad. La navegación no siempre es fluida y directa. En la actualidad todavía existen obstáculos, decisiones de diseño y fallos de cálculo que resultan imperceptibles para muchos usuarios, mientras que para otros tantos se convierten en barreras insalvables que acaban arruinando la experiencia.
¿Qué ocurre si se sube una fotografía pero a su lado no hay un extracto explicativo? ¿Y si se cuelga un vídeo sin subtítulos? Que una persona ciega no tendrá forma alguna de saber qué refleja la primera de esas imágenes y que una persona sorda tampoco recibirá la información que necesita para entender el vídeo en su totalidad. Detalles que a algunos les pasan desapercibidos inhabilitan a parte de los internautas, dejándoles sin opciones, tanto al utilizar navegadores web como cuando se conectan a aplicaciones móviles desde sus smartphones o tabletas. El problema no es reciente, pero varias compañías tecnológicas de primer nivel han intensificado durante los últimos meses sus trabajos para evitar discriminaciones en función de las condiciones físicas de cada uno.
La plataforma de microblogging Twitter permite a sus miembros completar las fotos que suben a golpe de tuit con textos alternativos de hasta 420 caracteres. Aunque la última palabra recae en los propios tuiteros, en vez de hacerse por defecto. La red social Facebook también ha decidido mejorar para quienes padecen una discapacidad visual a través de una función de descripción automática que surge de su tecnología de Inteligencia Artificial en reconocimiento de objetos. Si bien por ahora sólo está disponible en inglés y con terminales iOS. Y Google, que ya había retocado en el pasado el almacén Drive para, entre otras cosas, señalizar con sonidos si hay más de un usuario a la vez en el mismo documento, cuenta con varios proyectos en marcha. Desde Voice Access y Accessibility Scanner para relacionarse con dispositivos por voz y recomendar mejoras en apps hasta el soporte del lector de pantalla JAWS en Docs y Drive, la reforma de ChromeVox o la reubicación de los Vision Settings de Android y sus controles de configuración en la pantalla de bienvenida.
“Todos o casi todos los ciudadanos, a lo largo de nuestra vida, por cuestiones puntuales o debido al envejecimiento, tendremos dificultades que complicarán el desenvolvimiento en nuestra vida diaria. Si todos los productos o servicios se desarrollan teniendo en cuenta a las personas con discapacidad, estamos aportando una solución de la que se favorecerán todos los ciudadanos en algún momento de su vida”, alega Guillermo Hermida, director de CIDAT, el Centro de Investigación, Desarrollo y Aplicación Tiflotécnica de la ONCE (Organización Nacional de Ciegos Españoles), a la hora de promover las iniciativas que favorecen la accesibilidad web para personas con alguna discapacidad. El caso es que todavía hoy hay que hablar de errores generalizados, más que de unos pocos errores “principales”, porque “cualquier deficiencia que impida a una persona con discapacidad visual navegar por una web o ejecutar una app”, matiza Hermida, debe considerarse “importante”.
Sin ir más lejos, “la falta de contrastes en la presentación de una información, entre el primer plano y el fondo de éste, puede impedir que una persona con resto visual funcional pueda leer la información”. Otras cuestiones que acaban bloqueando la navegación son, según enumeran desde la ONCE, el hecho de que el texto que identifica un enlace no sea claro, que la tabulación no siga un orden lógico, que se recurra a “códigos de colores para presentar información relevante como puede ser el uso de códigos semafóricos”, que no haya encabezados o títulos de marcos, que no se etiqueten los controles, que se utilicen “controles específicos no accesibles” como sería el caso de mouse over, que las opciones de menú no tengan atajos de teclado, que las botoneras físicas carezcan de relieve o de cometido identificado y, por supuesto, olvidarse de asociar texto a las imágenes. También influye el planteamientos de pruebas “CAPTCHA no accesibles”, los “formularios no accesibles” y la “documentación adicional no accesible como documentos PDF”, entre otros.
En definitiva, las “dificultades que una persona con discapacidad visual puede encontrarse a la hora de navegar por una web pueden ser múltiples y de muy variada complejidad”, asegura Guillermo Hermida. Y “estas dificultades serán mayores en tanto impidan cumplir el objetivo que se pretende por parte del usuario final a la hora de acceder a la web en cuestión. Pongamos por ejemplo una web de eCommerce a la que el usuario accede para llevar a cabo la compra de una serie de artículos”, plantea el responsable de CIDAT. Para empezar, si la estructuración de los contenidos no es la adecuada, no habrá “navegación lógica, ágil y de forma estructurada. En ocasiones es necesario acceder a un formulario para proceder con el registro”, que no siempre añade “etiquetas en los campos de edición que permitan conocer el contenido que ha de cumplimentarse” o cuyos “TimeOut” implican “que el usuario no tenga tiempo material para terminar de introducir los datos”.
¿Y cuando por fin se consigue acceder al contenido? Entonces vendrán otros “problemas como la falta de información del producto” o la entrega de información que no es “leída por parte del revisor de pantalla”, como ocurre con los “listados de los productos que se han adquirido en formato de tabla compleja”. Y la aventura no termina aquí. “Superado este punto”, queda una parte crucial que es “acceder al proceso de pago”, tal y como recuerda este portavoz de la ONCE. Y es posible que dicho proceso se encuentre plagado de trampas para los usuarios ciegos, incluyendo “problemas para acceder a los controles que aparece en los pasos de autenticación y gestión de los pagos”. Según Hermida “en gran cantidad de ocasiones, el desconocimiento […] de las necesidades que tienen las personas con discapacidad hace que el resultado sea deficiente y requiera de actuaciones a posteriori lo que dificulta sensiblemente llegar a una solución válida para todos”.
“Las personas sordas también somos consumidoras”, defiende Leandro Rodríguez, del área de accesibilidad de la CNSE (Confederación Estatal de Personas Sordas), “por lo que comercializar productos o servicios accesibles” vía web “es positivo para todos”. Rodríguez, que recuerda que España cuenta desde 2013 con un “Reglamento sobre condiciones básicas para el acceso de las personas con discapacidad a las tecnologías, productos y servicios relacionados con la sociedad de la información y medios de comunicación social”, anima a los miembros del sector tecnológico online a “ser socialmente comprometidos. Porque una sociedad inclusiva, igualitaria y que progrese es responsabilidad de todos y este sector puede y debe hacer mucho”. A principios de este mes de mayo, el Parlamento Europeo, el Consejo Europeo y la Comisión Europea alcanzaban un acuerdo para dotar de mayor accesibilidad a páginas y aplicaciones, al menos a aquellas que dependen de Administraciones Públicas.
Se calcula que entre todos los países de la Unión existen 80 millones de habitantes con discapacidad. Y para 2020 ya serán 120 millones, en parte por el envejecimiento de la población. Dejarlos fuera de Internet no es una opción. Luchar por la igualdad, sí. “El colectivo de personas sordas es uno de los que más uso hace de Internet. Esto se debe principalmente a que nos brinda mayores posibilidades de acceso a la información y a la comunicación, algo que no ocurre con otros canales menos visuales”, explica Leandro Rodríguez a Silicon.es. Él considera que hay dos motivos básicos “que pueden dar lugar a la llamada ‘brecha digital’” entre el colectivo al que representa y los demás. Por un lado, “la falta de accesibilidad de elementos sonoros y contenidos multimedia que no incorporan subtitulado ni están traducidos a la lengua de signos” y, por otra parte, la existencia de “información únicamente escrita que no tiene su correspondiente traducción a la lengua de signos”, lo que es un problema para la gente que la tiene como “lengua principal”.
Del mismo modo, Rodríguez reclama que se emplee “un lenguaje más sencillo para quienes tengan dificultades de comprensión lectora”. Junto a la poca presencia de la lengua de signos, “el uso exclusivo de canales sonoros para el acceso a la información o la resolución de incidencias o un subtitulado de baja calidad” excluyen a los internautas a los que representa este profesional. “Es necesario que toda la información multimedia que se ofrece, como son por ejemplo los manuales de ayuda o las instrucciones para el uso de un servicio determinado, sea accesible mediante la incorporación de subtítulos y de lengua de signos”, insiste. “Asimismo, todas las entidades que ofrecen servicios online y canales telefónicos de atención al usuario deberían incorporar la videointerpretación”, de lo que también se beneficiarían “personas oyentes que quieran contactar con personas sordas”. Aquí Leandro Rodríguez destaca el servicio SVisual “que funciona las 24 horas del día los 365 días del año” demostrando “gran éxito en nuestro país”.
Para la CNSE las peores experiencias se producen durante “la resolución de incidencias”, que “suelen obligar al usuario a recurrir al contacto telefónico” y “cuando queremos hacer un uso telemático de Internet para acceder a servicios como pueden ser compras o banca online, o bien a la hora de descargar e instalar herramientas como el certificado digital, un software” y demás. En las dificultades que entraña el comercio electrónico, esta organización coincide con la ONCE. Y también con miembros de la propia comunidad de desarrollo. Rafa Poveda, integrante de la Comunidad de WordPress, CTO de MyTinySecrets y CTO de Pixelated Heart, decidió especializarse en desarrollos accesibles precisamente a causa de las tiendas. En un momento de su carrera en el que ya estaba “teniendo en cuenta el SEO y haciendo estudios de Experiencia de Usuario”, reconoce que el hecho de “que el sitio fuera totalmente accesible para compras por lectores de pantalla era un pequeño paso más”.
¿Cómo mejorar la web y el panorama móvil? ¿Es difícil para un desarrollador reciclarse y aprender a diseñar con la accesibilidad en mente? ¿Tiene que aprender a manejar tecnologías muy diferentes? ¿Es más caro? Rafa Poveda dice que “realmente no” es más complejo. Lo único que deben hacer los desarrolladores es formarse “para cumplir con la normativa de SEO y de experiencia de usuario. Y la diferencia con las normas de accesibilidad es muy pequeña”. De hecho, “son sólo pautas a la hora de desarrollar y diseñar” más las propias de “SEO, de escritura a la hora de escribir contenido”. Las cuatro pautas primordiales para que una web resulte accesible se resumen en ser perceptible, operable, comprensible y robusta. Es decir, tiene que estar “disponible a todo el mundo”. Y los visitantes deben poder “utilizar toda la funcionalidad”, “comprender todo el contenido” y “utilizar cualquier aparato para acceder”.
“Son cuatro pautas que al final resumimos en las buenas prácticas de cualquier desarrollo”, señala Poveda. “Hay que tener en cuenta que Google, a todos los efectos, es ciego. Es decir, lee nuestra web como la leería un ciego con un lector de pantallas. Cuando preparamos una web para que tenga un buen SEO, a la vez estamos preparando nuestra web para que sea accesible para ciegos”. Y ahí entran reglas como “estructura lógica, descripción en imágenes, enlaces descriptivos…”. Aunque, por supuesto, “hay más usuarios que pueden llegar a tener problemas. Artritis, Parkinson, daltonismo, déficit de falta de atención, retraso madurativo, sordera y conexiones lentas son otros elementos a tener en cuenta a la hora de hacer una web accesible”, añade este director de tecnología. Así que también hay que “utilizar las etiquetas correctas para que las secciones de la web sean fácilmente reconocibles”, apostar por “un contraste de color correcto”, deshacerse de “animaciones que parpadeen con alta frecuencia” o “si añadimos vídeos, que tengan subtítulos”.
Todas “parecen cosas bastante lógicas, pero no siempre se tienen en cuenta a la hora de diseñar o de programar”, comenta Rafa Poveda, que desvela que cuando un cliente encarga un proyecto “normalmente no piensa en la accesibilidad”. Sin embargo “sí piensa en el SEO”. A mayores, “la operatividad y la comprensibilidad están recogidas en lo que en nuestro entorno conocemos como UI/UX”, apunta nuestro entrevistado, dando lugar a otros tres elementos clave como son la Experiencia de Usuario, el Diseño de Interfaz y el Diseño de Interacción. Esto es lo mismo que hablar de un desarrollo comprensible, operable y robusto: “que el usuario pueda utilizar la web y no sea confusa”, llegando a “toda la funcionalidad del sitio web y “en todos los dispositivos, incluidos móviles”, compara Poveda. “En resumen, siguiendo las pautas que debe tener un buen sitio web (SEO, UI, UX)”, un sitio cumplirá “con las normas de accesibilidad básicas”. Y aunque “la formación inicial” supone un gasto, “una vez sabes lo que tienes que hacer no es más caro”, por lo que no hay excusa.
En España la situación de la accesibilidad es “descuidada”, según la define el propio Rafa Poveda. “Ahí tenemos a Renfe y a la mayoría de bancos, salvo honrosas excepciones, que son totalmente inusables” para quien convive con ciertas discapacidades. Aunque “hemos ido mejorando, porque también tenemos profesionales que se están preocupando de concienciar a los usuarios y a hacer mucho ruido en redes sociales”, y existen páginas referentes como las de Ilunion y la ONCE (o USA.gov y Vision Australia en el extranjero), “hay quien se apunta al carro de la accesibilidad” simplemente “para ganar cuota de mercado. En la mayoría de los casos no lo hacen por conciencia social”, sigue este desarrollador. “Y algunas veces parece que vamos para atrás. En la última consulta pública de Podemos, por ejemplo, los ciegos no pudieron votar porque la web no era accesible”, denuncia. Pero “en el mundo real también nos encontramos con muchos problemas de accesibilidad: votaciones, ciudades en fiestas… Es un problema de conciencia general” porque “la accesibilidad estandarizada está y no requiere más inversión a excepción de la formación”.
La Administración Pública habría “mejorado mucho en los últimos tiempos”, concede Poveda, pero “hay elementos en los que todavía no están finos con respecto a usabilidad”. Y eso que, tal y como apunta Leandro Rodríguez, del área de accesibilidad de la CNSE, garantizar el acceso a la información es un compromiso “de obligado cumplimiento” para este sector. Es cierto que “son cada vez más los foros y congresos en los que se abordan estas cuestiones” o los “ejemplos de buenas prácticas” por parte de entidades que adaptan sus contenidos, desde “Mapfre, Iberdrola, ADIF, Atendo, Universidad de Elche” a “un largo etcétera de ayuntamientos, hospitales o diputaciones”. Se avanza, “aunque cualquier persona sorda te diría que se hace, sí, pero a paso lento”, concluye Rodríguez. Guillermo Hermida, director del CIDAT de la ONCE, también cree que “queda un gran camino que recorrer puesto que siguen existiendo campos de interés general y de primera necesidad para los usuarios como pueden ser los electrodomésticos, el transporte, los medios de pago, acceso a servicios en entornos de eSalud” y hasta temas “de la Administración tanto pública como autonómica o local” con “grandes carencias” que llegan a “impedir el uso”.
Lo bueno es que “la accesibilidad en servicios y productos en entornos de TIC” ya está regida por “la aparición de legislación, la presión del movimiento asociativo” y hasta “los esfuerzos de difusión que se hacen desde distintas organizaciones de usuarios”, destaca Hermida. Hasta tal punto que, pensando en lo que se ha mejorado y no en lo que queda por hacer, “España puede y debe considerarse uno de los países con una mayor evolución en el ámbito de la accesibilidad a las TIC”. Ahora “no se puede relajar”, advierte el director de CIDAT, ya que “incurriríamos en un retroceso que sería muy perjudicial para los discapacitados en particular y la sociedad en general”. Para él, este reto es ineludible desde varios puntos de vista: el legal con la existencia de “leyes sancionadoras”; el económico al ampliarse “público objetivo” y “posibilidades de negocio”; y el social, para que personas con discapacidad “puedan ser autónomas”.
“No se debe excluir a nadie en cuanto al acceso a la información por tener una discapacidad”, sino que “éste debe ser un motivo más para facilitar el acceso a las TIC”, argumenta Guillermo Hermida. “Todos tenemos los mismos derechos de acceso a la información y a los servicios”. Aparte, “la tendencia poblacional que existe actualmente define el importante incremento que tienen las personas mayores en el conjunto de la población”. Por “los deterioros sensoriales debido al envejecimiento”, subrayan desde la ONCE, éstos “serán siempre potenciales usuarios de apps o webs que se diseñen bajo el paradigma del ‘Diseño para todos’”. La accesibilidad “es una cuestión de supervivencia, de calidad de vida, de inclusión y de derechos”, reivindica Leandro Rodríguez. “Es fácil de comprender para una persona oyente con sólo imaginarse intentando acceder a información fundamental en una web que únicamente esté disponible en un idioma que no conoces”, ejemplifica. Al final, “no siendo trabajo extra, todos deberíamos intentar que la mayor cantidad de usuarios posible pueda acceder a nuestro contenido”, termina Rafa Poveda.
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