A fondo: Al ritmo actual, la brecha de género en España no se cerrará hasta 2055
La imposibilidad de conciliar vida profesional y personal es uno de los grandes obstáculos para las mujeres, también en el ámbito TIC.
La lucha de la mujer en el ámbito laboral continúa. La brecha entre géneros es una realidad contrastada, que se extiende a lo largo de diferentes países y a través de los años, con repercusiones sociales y económicas.
En pleno 2021, lograr la igualdad sigue siendo un desafío para España, donde las mujeres sufren una mayor tasa de parcialidad en cuanto a horas trabajadas y una sobrerrepresentación en los sectores menos productivos.
Aunque las españolas representan más de la mitad de la población en edad laboral (51,4 %), contribuyen a menos de la mitad (41,5 %) del PIB.
Así lo revela el Índice ClosinGap de PwC, que estima en casi 231 000 millones de euros la aportación al producto interior bruto de una hipotética (y ansiada) superación de estas desigualdades entre géneros. Si se consiguiese la igualdad, se podrían crear 3,2 millones de empleos femeninos a jornada completa en nuestro país.
Para ello hay que fomentar nuevas medidas de contratación, impulsar vocaciones, equilibrar los salarios y también trabajar en la conciliación.
Y es que la imposibilidad de armonizar vida laboral y personal es lo que más está perjudicando a las mujeres. Son ellas las que están asumiendo el cuidado de los hijos y las tareas del hogar en la mayoría de los casos, lo que impide su evolución profesional.
El Índice ClosinGap explica que en España existe un 35,9 % de brecha de género por cerrar y que, de mantenerse la evolución de los últimos años, la paridad no se podrá alcanzar hasta 2055.
La categoría de conciliación es la que presenta la brecha más acusada, con un 56 % por cerrar. Y la de educación es la única que está experimentando una evolución negativa: las mujeres tienen mayor educación universitaria pero un bajo acceso a carreras STEM. Esto es, aquellas que tienen que ver con ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas.
Además, el volumen de mujeres especializadas en TIC (tecnologías de la información y la comunicación) también es pequeño.
Y esto es algo que España necesita cambiar rápido para hacer frente a las demandas del mercado, que necesita cada vez más especialistas en áreas muy concretas como puede ser la ciberseguridad.
El síndrome de la impostora
Otro estudio sobre la situación de las mujeres en el ámbito laboral, centrado precisamente en la ciberseguridad, pone el ojo sobre las dificultades que estas se encuentran a nivel directivo.
Las propias directivas confiesan sus miedos. Las expertas consultadas explican que las mujeres que quieren progresar en el ámbito de la ciberseguridad dudan sobre sus posibilidades. Muchas no saben si van a encajar, vacilan sobre su función principal y acaban viviendo lo que se conoce como síndrome de la impostora.
Esto las lleva resistirse a ser consideradas líderes a pesar de su experiencia y los éxitos conseguidos con el paso de los años. Creen que han llegado al puesto que ocupan por estar en el lugar y el momento adecuados.
Todo esto queda reflejado en las páginas de Las mujeres en la ciberseguridad, informe del Instituto SANS avalado por la compañía de seguridad ThreatQuotient.
Otras cosas que revela es que el índice de rotación de las empleadas ciberseguridad es mayor que el de los empleados en las diferentes etapas de su carrera.
También en este segmento, las mujeres suelen verse entre la espada y la pared de elegir entre su trabajo y la familia. Las que optan por trabajar a tiempo parcial acaban excluidas de proyectos o relegadas a tareas de menor importancia.
La falta de flexibilidad, el bajo índice de responsabilidades y la diferencia en los sueldos son factores que deben cambiar para retener al talento femenino. Más de un tercio (35 %) de las mujeres siente que su carrera no progresa debido a su género.