Si la pasión fuese parte del capital, Serge Adam sería uno de los activos principales de su empresa. El flamante vicepresidente SEMEA de Tandberg cree lo que está vendiendo y lo transmite: recién llegado al cargo (el nombramiento se hizo público a mediados de febrero), Adam afronta el reto ante el que se ha lanzado con optimismo y buen humor.
“Los franceses son muy puntillosos en todo lo que respecta a los números, suerte que yo sea suizo”, bromea antes de empezar una entrevista en la que los números fueron, de una razón o de otra, los protagonistas.
-Acaban de anunciar unos resultados especialmente buenos en un mercado que no deja de estar en crisis. La coyuntura económica es mala y lo es para todos. ¿Cuál es el secreto de Tandberg para ser la excepción?
Hemos anunciado unos muy buenos resultados: nuestro CEO está muy contento. El éxito creo que se debe a varios factores. En primer lugar, desde hace varios trimestres el crecimiento de la empresa es más importante que el resto del mercado. Es decir, robamos parte del mercado a la competencia. El segundo aspecto, no sólo tomamos partes del mercado a la competencia tradicional, sino también a la sectores donde estábamos menos presentes.
La videoconferencia es un poco Stars Wars, muy impresionante, pero el verdadero problema no está ahí, está detrás. Son los aparatos que van a conformar la infraestructura que lo soporta, ahí se encuentra la complejidad. Y Tandberg hace unos años hizo una adquisición que le permite contar con el mejor material de infraestructura. Podemos ofrecer la videoconferencia, pero también toda la inteligencia que lo hace. Nos ha permitido posicionarnos, tener un crecimiento. Porque los clientes no tienen la necesidad de comprar aparatos, sino de comprar una solución. El cliente encuentra al final en Tandberg una buena calidad.
En tercer lugar, está el mercado mismo. Hoy el mercado nos demanda no sólo este tipo de equipo, sino aplicarlo a toda la línea para resolver las necesidades de información específicas en el acto. La telepresencia debe cubrir todos los segmentos de todos los colaboradores, que de una manera u otra podrán entrar en la conferencia. Y Tandberg es una de las pocas sociedades que lo ofrecen. No somos los únicos, pero hay pocas que lo hagan.
Por otro lado, somos el BMV de la videoconferencia, si nos comparamos con coches. Hay quien vende la videoconferencia por la mitad de precio pero es lo mismo que si le venden un Dacia o un Logan. No es lo mismo que un BMV: se mueve igual, te lleva de un punto a un punto b, pero eso no va a cumplir lo que esperas para tu empresa. Cada necesidad es diferente. Hoy las compañías tienen necesidad de calidad.
-¿Están ya las compañías concienciadas de la necesidad de ir deprisa, de tomar decisiones rápidas?
Sí, aunque ir deprisa es una cosa, tomar consciencia de que se debe ir deprisa es otra. Hoy depende del mercado. El español es afortunado, porque la crisis no es nueva para vosotros, hace doce meses que ha comenzado aquí y en Portugal. La crisis es como la pérdida de una persona próxima, es necesario digerirlo, pararse, y después se pasa a la acción. Hoy Europa está en ese momento de pausa, donde no se toman decisiones, ni la más lógica. El mercado español es diferente, porque vivió esta situación entre el Q2 y el Q3 de 2008 y ahora ha entrado en acción.
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