Ser presidente de Microsoft no es tarea fácil.
Steve Ballmer no sólo está sometido a la presión de llegar a ser al menos tan eficaz como su predecesor Bill Gates, sino que además debe enfrentarse a una situación totalmente diferente a la que encontró el fundador de la compañía.
Economía en quiebra y un mercado muy distinto al terreno a descubrir que encontró Gates, Ballmer debe llevar a Microsoft por un camino más peligroso.
Aunque, además de ser complicado, dirigir Microsoft es también un trabajo muy bien pagado. En el cierre del último año fiscal, Ballmer podría, según estimaciones de AP, haber recibido un paquete de pagos de 1,35 millones de dólares (unos 900 mil euros).
De entre estos, 640,883 miles de dólares (algo más de 444 mil euros) sería su salario y 700 mil dólares (unos 485 mil euros) su paquete de beneficios salariales.
Además, Ballmer detenta el 4,5 por ciento de las acciones de la compañía.
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