Estar en Internet se ha convertido en una necesidad acuciante para toda empresa que se precie, ya sea grande o pequeña e independientemente de su sector. Y es que cultivar una presencia online lo más cuidada posible es una estrategia publicitaria en sí misma, ofreciendo el mayor escaparate que los responsables de una compañía se puedan imaginar.
1. “Esperar un retorno inmediato“. La paciencia es el principal don cuando se emprende un negocio, se busca ganar adeptos y se comienza una andadura virtual. Es un error de bulto creer que los beneficios se notarán al instante e incluso darse por vencido cuando prácticamente se están produciendo los primeros pasos. Por ello y para no caer en el desánimo, García señala que antes de empezar hay que establecer “lo que se quiere conseguir con cada contenido, el coste de ello y el valor de la producción y mantenimiento”.
2. “No tener un flujo de trabajo definido“. Relacionado con lo anterior, es vital llevar a cabo un trabajo totalmente organizado. Esto quiere decir que la comunicación entre todas las personas implicadas en el proceso de producción de contenidos debe ser constante para evitar problemas, generar una información mediocre y proyectar una mala imagen de marca.
3. “Pensar sólo en crear contenido“. Aunque el contenido es lo que finalmente llegará a los usuarios y potenciales clientes, la tarea de producción pura y dura no es la única que se debe atender. Por el camino están implicados otros equipos como los encargados de revisarlos y garantizar su calidad total, o aquellos otros enfocados a difundirlos y promocionarlos.
4. “Ignorar el contenido existente“. Cuando lleves un tiempo activo, te encontrarás con que habrás acumulado una gran cantidad de noticias que, aunque en ocasiones ya no estén vigentes, habrán calado en la memoria de los receptores. Así que no repitas siempre el mismo tipo de mensaje si no quieres terminar por aburrirlos. También es necesario actualizar aquellos datos básicos que pueden sufrir alteraciones con el paso del tiempo, como los precios, y relacionar textos entre sí vía enlaces.
5. “No priorizar audiencias“. Cada empresa tiene un público objetivo muy concreto, que es el que compra sus productos y emplea sus servicios. En muy raras ocasiones nos encontraremos ante una organización que se dirige a una audiencia universal, por eso es importante que los mensjaes lanzados en Internet vayan segmentados y se ocupen de las personas que realmente utilizan la marca.
6. “Foco en cantidad y no calidad“. Es un viejo dicho el que dice que la calidad es mejor que la cantidad y, aunque los tiempos cambian, la efectividad de esta recomendación sigue siendo la misma. Si no tienes nada interesante que decir, no te empeñes en generar contenido constante ya que será contenido vacío. “El contenido que sobreviva será el que realmente aporte valor a la cadena”, señalan desde Socialmood.
7. “Medir únicamente con Google Analytics“. Las herramientas que Google pone a nuestra disposición para tasar el impacto de una campaña o la repercusión de un texto, con el número concreto de vistas y un seguimiento detallado por tiempos, ofrecen gran valor. Pero no son las únicas. Además de conocer la difusión final de un tema hay que conocer a la propia audiencia al dedillo para acertar a la hora de crear nuevos contenidos, ya sea con encuestas o con otros recursos.
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