A lo largo de la vida de un negocio se suceden los retos. Primero se debe trazar un plan sólido que permita convertir la idea que se ha tenido en una salida laboral viable para uno mismo y para el equipo que será necesario contratar si se quiere hacer realidad. De inmediato, hay que buscar fuentes de financiación, comenzar el proceso de producción, publicitarse en el mercado para fijar la imagen de marca… Abrirse un hueco entre la competencia, encandilar a inversores y clientes con una propuesta diferente y, con el paso del tiempo, conseguir crecer de manera sostenida entraña su dosis de complejidad. Son muchas las empresas que se quedan por el camino, que lo intentan pero no lo consiguen. Podríamos decir que al final todo se resume en tener talento, ser constante, aprovechar los golpes de suerte y saber tomar decisiones. Una tras y otra, de la manera más inteligente posible.
¿Pero cómo se perfecciona el proceso de decision-making? En Silicon News os dejamos cinco vías para intentar tomar mejores decisiones en la empresa:
1. Cree en lo que haces. Igual de importante es creer en la idea de negocio que has puesto en marcha como en cada una de las decisiones que tendrás que ir tomando un día sí y otro también para su evolución. Por eso te recomendamos que seas fiel a tu forma de entender los negocios en todo momento y que muestres determinación en los movimientos que vayas dando. La confianza es clave a la hora de tomar una decisión. Si dudas de la solución propuesta, te costará defenderla y hacer que funcione. Lo más probable es que ésta acabe fallando, incluso si la solución es buena. Las decisiones requieren de una base firme, que en parte se nutre de determinación. Otros factores a tener en cuenta para sustentarla son la motivación, la honestidad y la objetividad. Combina todas tus decisiones con hechos y, una vez convencido de lo que hay que hacer, mantén un punto de flexibilidad para ser capaz de corregir el rumbo si es necesario.
2. Busca otros puntos de vista. Tener las cosas claras es un primer paso para el éxito. Pero escuchar la opinión de los demás nunca está de más. Aislarse y no atender a aquello que tus socios y empleados tienen que decir te condenará a no entender la situación en todas sus dimensiones. Y es que ponerse en la piel de otros, entender sus posiciones e incluso sopesar nuevas alternativas a la decisión que ya tenías en mente es realmente útil. El hecho de contrastar propuestas te conducirá hacia una mejor decisión. Y está claro que, a pesar de que el instinto no es infalible, la experiencia sí que pesa y deberías buscar asesoramiento antes de seguir adelante con algo sobre lo que no estás muy seguro. Para fundamentar tus decisiones puedes preguntar también al público. Haz estudios de mercado, emprende encuestas, apóyate en informes, saca datos. En definitiva, busca el consenso y traza un composición de lugar, valorando todo lo que te digan y lo que vayas investigando en su justa medida. Un juicio personal, por ejemplo, nunca será un hecho empírico.
3. Fundamenta tus decisiones en datos. Para que el proceso de tomar una decisión sea inteligente y la aplicación de la decisión, efectiva hay que partir de información real. Los datos son oro, te llevarán al conocimiento y la sabiduría. Pero sólo si han sido analizados de la forma correcta, si no son parciales y se cruzan con otras realidades. Así que invierte en tecnología capaz de gestionar el volumen de Big Data a tu alcance y contrata talento capaz de interpretar los resultados, aplicando esas conclusiones a tus necesidades. Hoy en día se están desarrollando herramientas que permiten descubrir tendencias ocultas a simple vista, y en tiempo real, en medio de las ingentes cantidades de datos estructurados y no estructurados que crecen sin parar, ¿por qué no aprovecharlas en tu beneficio? Una vez te hayas decantado por una opción, no te lances de cabeza por ella. Planea un calendario de actuación y revisa a fondo su potencial. ¿Sabes cuáles son sus ventajas? ¿Y tienes claro cuáles son sus inconvenientes? Deja todo bien atado sobre el papel.
4. Vence el miedo. Antes de tomar una decisión hay que realizar todo un trabajo de análisis. Y luego, velar por que los pronósticos se cumplan. Aunque al final la incertidumbre siempre estará ahí. En la vida no hay nada seguro. Es posible que una decisión que parece extraordinaria en la teoría, o la más conveniente para el futuro de la empresa, en la práctica acabe demostrando ser justo lo contrario. El caso es que siempre hay que elegir, por lo que el riesgo forma parte de la toma de decisiones. El fracaso, según se suele defender en estos casos, no tanto. Cuando una decisión no reporta los resultados esperados, deja una lección aprendida que permite no cometer otra vez el mismo error. El fracaso sería no tomar la decisión en primer lugar, castigarse por fallar o no saber cómo reparar la nueva situación que se ha creado. Por otra parte, no todas las decisiones llevan aparejadas un triunfo. En el mundo empresarial también existen decisiones complicadas, sobre despidos, recortes o cancelaciones de productos, que no queda otro remedio que afrontar para retomar el beneficio.
5. Evalúa los resultados. Tomar la mejor decisión posible es el ideal que se acaricia con medidas como la investigación y el contraste de datos. Acertar la mayoría de las veces con la elección supondrá un subidón de confianza, pero también te dará material con el que trabajar para crear tu propia fórmula del éxito. Y es que el proceso de toma de decisiones no quedará completo hasta que realices un seguimiento de las consecuencias de tu decisión, de cada una de ellas. Sólo así sabrás si puedes seguir avanzando en esa misma dirección, si todo lo que has hecho previamente ha sido lo correcto. Por supuesto, acuérdate también durante esta evaluación de los malos momentos. No te arrepientas de lo que ya está hecho y aprende de tus errores localizando exactamente qué es lo que no ha funcionado. Fracasar no es un golpe definitivo. Sin embargo, tropezar continuamente con la misma piedra por no haber sido autocrítico sí que llevará a la muerte de tu compañía. Demostrarás ser un buen líder si, a mayores, has preparado un plan B para afrontar el desenlace menos deseado.
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