Dirigir un negocio en la actualidad y no echar mano de los diferentes recursos que ofrece la tecnología para encumbrar sus ventajas es desaprovechar una gran oportunidad. La forma obvia de hacerlo es armar una campaña publicitaria a bombo y platillo, combinando la fuerza de la prensa, la radio y la televisión con los espacios físicos, aunque no sea precisamente la más económica. A raíz de la aparición de Internet han ido surgiendo diferentes técnicas de marketing que suponen inversiones mínimas y pueden contribuir a la causa, manteniendo informados a los usuarios de tus productos o a los clientes de tus servicios en el momento justo. Y, sobre todo, devolviéndote estadísticas bastante detalladas sobre el éxito de las comunicaciones. ¿Por ejemplo? El “email marketing” con el envío de newsletters. Una newsletter es la expresión moderna del boletín que mantiene informado a un colectivo sobre temas que se supone que son de su interés.
Todo lo que necesitas para aprovecharte de sus posibilidades es tener una conexión a la Red y las ideas muy claras sobre lo que quieres contar a los demás. El resto es cuestión de paciencia. Y es que construir una comunidad de adeptos a tus newsletters no es tarea de un solo día, sino que surgirá como fruto del trabajo concienzudo. Para ello tendrás que ganarte su atención con constancia (y originalidad) y alimentar su interés por las actividades de tu empresa con dosis más o menos frecuentes (sin pasarte). En Silicon News os dejamos 5 trucos:
1. Amuebla tu cabeza. Como decíamos, uno de los requisitos fundamentales para iniciarse en el mundillo de las newsletters, y en general en cualquier proceso que tenga por finalidad la promoción de un negocio, es saber qué es lo que quieres sin que haya lugar para las vacilaciones. Esto es, ¿qué quieres decir exactamente? ¿qué quieres conseguir? ¿y qué quiere tu audiencia? Sólo armando una estrategia previa de comunicación conseguirás que aquello que tenía sentido en tu cabeza cuando lo pensaste llegue a la bandeja de correo de las personas a las que te diriges, y a sus conciencias, lo menos desvirtuado posible. Define unos objetivos realistas y crea material en torno a ellos, personalizándolo de acuerdo con tu target. No es lo mismo escribir para un grupo de jóvenes de 30 años que para otro de mediana edad o para alguien que recién han cumplido la mayoría de edad. Y recuerda: si tu empresa está pasando por un periodo relajado y en un momento dado no tienes nada interesante que contar, ni lanzamientos, ni rebajas, ni resúmenes de actividades, no envíes newsletters por el simple hecho de enviarlas. Huye del contenido vacío de sentido o si no serán los usuarios quienes huyan de ti.
2. Adiestra tus manos. Gracias a la digitalización de tareas no necesitarás escribir la newsletter de tu puño y letra ni tendrás que ensayar una y otra vez armado de buena intención para conseguir una caligrafía perfecta. Pero sí que necesitarás tener cierta habilidad a la hora de diseñar la composición de los distintos elementos que la integren. La regla de oro es apostar por la sencillez. Introduce elementos visuales que otorguen un toque animado al conjunto, provoquen una sonrisa y atrapen la mirada del destinatario nada más abrir la newsletter, aunque sin que esto entorpezca el mensaje final. Estas imágenes deberán guardar relación con el tema del mensaje. Ten en cuenta que algunos servicios de correo pueden bloquear la visualización de fotografías, así que la parte más importante será siempre la que vaya en texto. Ordena la información de forma piramidal o en secciones, sin dar rodeos, con frases destacadas y titulares llamativos. Promociona tu actividad, pero no te olvides de ser útil e informativo. Y en caso de no ser muy diestro con el diseño, no te preocupes, existen plataformas del estilo de MailChimp, GetResponse y similares que te permitirán utilizar plantillas y sencillos editores con los que arrastrar y colocar partes visualmente.
3. La importancia de las revisiones. Además de ponerte en la piel de tus usuarios al imaginar cómo lucirá tu próxima newsletter desde un punto de vista visual y qué contenido debería integrar para que el mayor número de personas la lean de arriba abajo, es básico que adoptes su postura como lector. Con ello queremos decir que al terminar la redacción tendrás que leer lo que has escrito y que lo hagas no una ni dos, sino varias veces, porque sólo así te asegurarás de que los textos son coherentes, la comprensión es sencilla, las partes destacadas son las correctas y los errores gramaticales brillan por su ausencia. Las correcciones son necesarias para sentirte orgulloso de un trabajo bien hecho. Esto puede parecer una obviedad, pero la realidad es que no todo el mundo se preocupa de repasar su trabajo ni de releer los textos que escribe. Tampoco confíes al 100% en los correctores automáticos, ya que por muy perfeccionados que se encuentren estos sistemas hoy en día no están exentos de errores que no se le escaparían al ojo humano. La concordancia y la distinción entre palabras similares no son su fuerte. ¿Quieres arriesgarte a que fallen precisamente contigo?
4. Spam no, gracias. Si tienes novedades, crea una nueva newsletter. Si no, no. Es así de simple. No te empeñes en sacar un boletín cada día “porque sí”. Lo último que quieres es autoinflingir heridas a tu estrategia de comunicación transformándola en una auténtica campaña de spam, con la que tus usuarios se sentirán acosados. La consecuencia más probable, si llegas a ese extremo, es que se comiencen a tramitar bajas de suscripción a marchas forzadas. Otras repercusiones, más graves si cabe, serían que aquellas personas que hasta entonces se contaban entre tus seguidores hablen mal de tu marca a sus conocidos y que tus ventas comiencen a decrecer por la mala publicidad. Piensa dos veces antes de pulsar el botón de enviar. Además, ser transparente desde el principio jugará de tu parte. Explícale a los destinatarios de tu newsletter por qué están recibiendo ese contenido, de dónde has sacado su dirección y qué tienen que hacer para cancelar una suscripción. No escondas este tipo de información, es su derecho saberlo y tu deber respetarlo.
5. El poder de los números. Al final, lo que importará cuando diseñes una newsletter es que su contenido interese a quienes la reciban y que, poco a poco, más personas se unan a la lista de distribución y más… y más… y más personas vuelquen ese interés en un aumento de tus ingresos. El cometido es inequívoco. Por eso no te puedes permitir que tu equipo se lance a la aventura sin una planificación debajo del brazo. No nos referimos sólo al planteamiento de objetivos antes de enviar los correos, sino a comprobar si éstos se han cumplido o no una vez completado el proceso. Precisamente uno de los grandes beneficios del marketing a través del correo electrónico es que podrás saber con gran precisión cuántas personas han abierto el mensaje, cuántas han pinchado en sus enlaces, si son reincidentes o, incluso, a qué hora del día han leído la newsletter y visitado tu web. A partir de ahí es cuestión de lógica cuantificar el impacto de la propia newsletter, confirmar los intereses de tu público e identificar tus puntos débiles si los hay. Este cóctel de estadísticas online evitará que repitas los mismos errores en sucesivas ocasiones.
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