Es cierto que la mayor parte de la población mundial carece de conexión a Internet. Pero no está de más reconocer sus avances. En aquellos lugares donde ya ha conseguido implantarse, ha dejado de ser visto como un invento extraño sin un rumbo demasiado preciso para ser respetado como un derecho fundamental al que todos deberían tener acceso, sobre todo porque el número de servicios asociados a él ha aumentado de manera proporcional. Entre ellos cabe destacar el e-commerce o comercio electrónico. A estas alturas de la vida no hace falta desplazarse hasta una tienda física, un teatro, un hotel o la estación de tren si lo que quieres es comprar un pantalón, reservar un par de entradas para asistir a una función, solicitar una habitación o planificar el trayecto que te llevará a tu próximo destino. Todo se puede hacer a través del ordenador o incluso del teléfono móvil porque todo, o casi todo, se encuentra a un clic de distancia.
Lo único que necesita un usuario es conectividad, una tarjeta de crédito, una cuenta virtual para realizar los pagos… y que los negocios se pongan las pilas, facilitando las transacciones online con el despliegue de sus propias tiendas virtuales. En España todavía queda un buen trecho por recorrer en este sentido. Según un estudio de Xopie y BBVA nuestro país sólo cuenta con 85.000 de estas tiendas frente a las 110.000 de la vecina Francia o las 230.000 que existen en otro Estado miembro de la Unión Europea como es el Reino Unido. Y eso que la gran mayoría de los internautas y más de la mitad de los usuarios móviles españoles, un 85% y un 56% de acuerdo con Smart Commerce y Cashcloud, ya compra a través de Internet. Si la tuya es una de esas empresas que aún no se ha lanzado a la aventura de la venta cibernética o si tu tienda online no está dando muy buenos resultados, en Silicon News te ofrecemos un listado de cinco recomendaciones que te ayudarán a pisar firme en este mundillo:
1. La primera impresión cuenta, y mucho. Cuando hablamos de tiendas online, la belleza y la confianza se dan la mano de forma inevitable. Es muy probable que tú mismo hayas experimentado una reacción de rechazo al entrar en una web que permite adquirir productos sin levantarte del sillón pero que no presenta un diseño uniforme, recurre a fotografías estiradas y pixeladas, utiliza una tipografía poco legible, no se adapta a los requisitos táctiles de los dispositivos móviles o tarda demasiado tiempo en cargar. Y es que una imagen poco cuidada es incapaz de transmitir seriedad. Al contrario, espanta a la audiencia y cría mala fama. La ecuación es muy sencilla: si una web con tienda incorporada luce mal, no te fías; y si no te fías, no compras en ella, por mucho que te garanticen que la infraestructura tecnológica que subyace tras la interfaz es confiable para acometer transacciones. Nadie llegará a completar el proceso si la navegación no resulta mínimamente placentera. Como usuario estamos seguros de que lo tienes claro, así que como dueño de una tienda online también deberías tomar muy en cuenta lo que les gustaría experimentar a los demás cuando se acercan a ese mercado virtual. Y no te olvides de desplegar una estrategia SEO para posicionarte en los buscadores.
2. La importancia de las fotografías. Dentro de la estructura general de tu tienda, uno de los elementos esenciales lo constituyen las fotografías que tomes de aquellos productos que vas sacando al mercado. Obviamente, esta obligación se refiere a ciertos negocios. Si te dedicas a dispensar boletos de transporte, quizás no sea lo más importante ni tampoco lo más necesario o factible, pero si regentas un hotel o fabricas bolsos, por poner dos ejemplos, las cosas cambian. Como tu cliente tan sólo se podrá hacer una idea del material que ofreces a través de imágenes, te aconsejamos que éstas sean informativas y realistas. De nada te valdrán los encuadres extraños y los trucos fotográficos que maquillan el aspecto si, al recibir el pedido, el comprador se decepciona con tu trabajo y difunde una crítica negativa sobre tu gestión, algo que en Internet correrá como la pólvora. Sube varios encuadres por producto, elige un tamaño lo suficientemente grande, pero no tan exagerado como para ralentizar la visualización de la página, y ubica lo que vendes en un contexto. Esto es, ya que esa galería de imágenes será la representación más cercana que los compradores tendrán del objeto de sus deseos, muéstralo en diferentes situaciones.
El caso más claro es el de la ropa que no se puede tocar ni probar, como sería lo habitual en un comercio físico. Para contrarrestar este obstáculo basta con sacar unas cuantas tomas a modelos que lleven puestas las prendas, ya a través de ellas será posible hacerse una idea de su composición, sus ventajas, cómo sientan sobre el cuerpo, cuáles son sus proporciones, qué las diferencia de otras prendas e, incluso, aportar ideas para combinarlas con conjuntos enteros. Multiplicar las fuentes de información sobre lo que se está comprando derivará en un mayor grado de satisfacción por parte del internauta y ayudará a conformar una clientela fija. Aparte de las imágenes estáticas, también es válida la opción de colgar vídeos cortos, siempre y cuando confíes en un profesional para su montaje y no rompan con la estética global de la tienda.
3. ¿Un niño sería capaz de usarla? Repite con nosotros: simplicidad, simplicidad. Y, de nuevo, simplicidad. Además de atractiva y visual, una tienda online tiene que ser sencilla desde el punto de vista de la navegación. En primer lugar, debes determinar las categorías concretas de productos o servicios que quieres incluir. Sigue un orden alfabético, o al menos lógico, en el momento de ordenarlas y conviértelas en el eje central de la tienda, ya que esto será lo que guíe al usuario cuando se disponga a buscar un elemento. No le hagas dar vueltas para encontrar el producto que ansía y facilítale la experiencia con un apartado de contenidos relacionados, porque puede que al final en vez de un único ítem acabe haciéndose con dos. Usa una interfaz limpia y no intentes inventar la rueda incluyendo mil y un detalles porque lo único que conseguirás es desorientar a tus compradores. Tu tarea es convertir el proceso de compra en la actividad más intuitiva del mundo, por lo que deshacerte de todo aquello que no consideres realmente imprescindible es fundamental. No abuses de los formularios que obligan a introducir datos como dirección y número de teléfono a cada rato y avisa, en todo momento, de cuántos pasos quedan por delante para finalizar la compra.
4. Sin trampa ni impuestos ocultos. Dos de los datos que más importan a los compradores, y que además serán decisivos para decantar la decisión final, los constituyen precio y envío. Cómo de alto o bajo sea uno y el tipo de condiciones que imponga el otro para hacerse efectivo son responsabilidad tuya, como también lo es mantener al corriente a tus potenciales clientes. El coste total del producto debe estar claro desde el principio. No lo escondas ni recurras a técnicas abusivas como descontar los impuestos durante todo el proceso, para hacerlo más llamativo, y acabar sumándole el IVA cuando se está a punto de confirmar la operación final desde el carrito de compra. En cuanto a la información de envío, hay varios apartados que debes especificar igualmente desde el principio. ¿Cuánto tardará en llegar el paquete? ¿Hay variaciones dependiendo del lugar de residencia del comprador? ¿Se puede comprar desde el extranjero? ¿Se puede recoger el encargo en una tienda o local físico? ¿Qué compañía se encargará de efectuar la entrega? ¿A qué horas debería estar pendiente el usuario? ¿Cómo se puede hacer un seguimiento del estado del envío? ¿Existen gastos de transporte añadidos? ¿Y es posible devolver el pedido, bajo qué causas y con qué condiciones?
5. Hay vida más allá de PayPal. En la variedad está la capacidad de atraer a más y más usuarios. PayPal se ha convertido en uno de lo sistemas de pago a través de Internet más respetados y extendidos por todo el mundo, pero eso no quiere decir que sea el único o que toda la gente a la que pretendes llegar con tu tienda online posea una cuenta de este tipo. Las alternativas son múltiples y cuentan entre sus filas a WePay, Dwolla, Authorize.Net, 2Checkout, Stripe, Skrill o Amazon WebPay, entre otros. Está claro que además de las cuentas virtuales hay opciones más tradicionales pero no por ello menos populares en la esfera cibernética como el uso de tarjeta, las transferencias bancarias y el pago con un sistema de contra reembolso, que solicita el abono una vez que ya se ha realizado la entrega. A la hora de la verdad, cuantos más canales otorgues a los usuarios para pagarte, más posibilidades habrá de retenerlos en el último paso, esto es, en el momento de decidir si pinchar o no en el botón de confirmar la compra. Relacionado con todo esto, otra de tus obligaciones será garantizar el pago 100% seguro. Basa tu plataforma en la tecnología HTTPS, en el cifrado SSL y los certificados de autenticación. Respeta las leyes de comercio electrónico. Y protege los datos de tus clientes con las herramientas pertinentes.
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