Ahora que la sociedad ha comenzado a adaptarse a una nueva era, mucho más móvil, más conectada, más inteligente, más social y más virtualizada, y que algunas empresas podrían estar viendo síntomas de recuperación en sus economías particulares, puede ser el momento de invocar a la bonanza financiera e invertir en startups innovadoras. A ellas se les ayuda a avanzar cuando todavía no son capaces de generar facturación, pero sí ideas que enriquecen el mundo. Y a la firma inversora le sirve para aumentar su patrimonio y sus propias posibilidades de crecimiento. Del mismo modo que una adquisición bien gestionada del 100% de los activos de otra compañía puede convertirse en el revulsivo que marque la diferencia frente al resto de adversarios, siempre y cuando se haga con cabeza y siguiendo las pautas que os contamos en su día, las cesiones de dinero a cambio de participaciones algo más discretas en el accionariado pueden convertirse en la apuesta de futuro perfecta.
Con crisis o sin crisis económica, si eres de los que está buscando revalorizar su dinero ya mismo a través de una inversión en empresas tecnológicas emergentes, toma nota de los siguientes consejos para encontrar a tu media naranja y maximizar el potencial de vuestra alianza:
1. Quien no arriesga no gana, pero todo riesgo puede salir mal. La regla de oro para acometer una inversión es lanzarse a la aventura solamente si te puedes permitir el lujo de perder el dinero que vas a destinar. O al menos si sabes que su pérdida no supondrá un agujero difícil de tapar. Un negocio puede tener muy buena pinta, estar conformado por un cuadro humano genial, comenzar con las ideas claras, cuadrarle todas las cuentas y, al final, fallarle ese factor suerte que todos necesitamos alguna vez para cumplir nuestros sueños. El trabajo duro suele ser correspondido, pero nunca se sabe qué puede pasar, así que tenlo en cuenta antes de acabar lamentándote. Una clave para llamar al éxito es contener la inversión hasta tener una hoja de ruta en la mano. Estudia el mercado en el que quieres entrar y preocúpate por entender su particularidades. Analiza desde el panorama global hasta la situación local, conoce a otros inversores, aprende de sus éxitos y sus fracasos y nunca, nunca, te dejes llevar por meras promesas de rentabilidad o palabras vacías de CEOs sobre resultados inmediatos.
2. ¿Cuál es su historia? A la hora de planificar tu hoja de ruta será fundamental investigar la historia de la startup concreta sobre la que has puesto el ojo. ¡O startups! Ponte en contacto con sus fundadores y pídeles toda la información que consideres necesaria para tomar tu decisión. Ya sea su plan de empresa o su resumen ejecutivo, sus currículos y sus métricas. Es evidente que no puedes actuar sin analizar previamente hasta el último detalle de los números que maneja tu objeto del deseo en la actualidad, sus gastos, el reparto de su presupuesto y sus posibilidades de crecimiento. Y hasta consultar con tu equipo de confianza si esas posibilidades son factibles o están infladas. Esto es básico. Pero también te recomendamos que vayas más allá de las cifras y hagas un poco de indagación imaginativa. Entérate de a qué concursos han presentado sus creadores esa idea de negocio y cuáles han ganado. ¿Qué otros inversores han confiado en ellos? ¿Quiénes le han dado dinero? ¿Quiénes no? Alguien tendrá que ser el primero en invertir, pero si una empresa lleva meses y meses en busca de financiación y nadie se la ha concedido, quizás sea una señal para pensárselo dos veces.
3. ¿Quién es su líder? Las ideas por sí solas no salen a flote. Que detrás de ella haya un líder decidido, carismático y formado, que sepa lo que hace, siempre es un grado. Tras el contacto inicial, tendrás que concertar una entrevista con el equipo directivo de la empresa que hayas seleccionado para plantear una inversión y sumar más argumentos antes de decidir qué hacer. No tengas miedo a lanzar preguntas. Prepárate a fondo el encuentro y emplea todo el tiempo que consideres oportuno para saciar tu curiosidad. El encuentro en persona puede resultar decisivo, ya que al final también entran en juego las impresiones. Invertir también es una cuestión de sensaciones. Teniendo a la otra persona frente a frente puedes despejar muchas dudas, comprender mejor su espíritu empresarial o, quizás, tener un pálpito cargado de buenas vibraciones que te anime a dar un paso adelante. Además, al tratar con empresas jóvenes que aún no están facturando ingentes cantidades, lo importante serán las personas. Un equipo comprometido con su empresa, con ganas de crecer, que trabaje bien, con personalidades conciliadoras y que sepa amoldarse a los virajes del mercado es una garantía. Podrías hacerle una visita a su oficina y ver cómo se organizan.
4. Más allá de las personas. Con el (suponemos corto) bagaje de la empresa que te ha llamado la atención ya estudiado como si fuera el tuyo propio, sus galardones haciendo presión y la visión sobre su equipo bien grabada en la retina, la tecnología que sustenta todo su entramado es otro elemento que debes añadir a la mezcla para asegurarte de que te encuentras de forma inequívoca ante la startup por la que quieres apostar. Ésta debería tener algo más que buenas intenciones. Debe haber sondeado bien el mercado y, en caso de que ya exista otra gente intentando sacar adelante un proyecto similar, haber encontrado un punto diferenciador que le permita superar a la competencia a medida que se vaya haciendo un nombre. También tiene que trascender las modas pasajeras y ser capaz de perdurar en el tiempo, e incluso fuera de nuestras fronteras. La cuestión de las patentes de tecnología en España no está tan desarrollada como en los Estados Unido, por ejemplo, especialmente cuando hablamos de invenciones de software. Pero eso no quiere decir que sea imposible registrar. Infórmate de si hay posibilidades de patentar la tecnología en la que estás a punto de invertir, ya que se trata de un plus que pondrá su valor en alza.
5. Diversifica, diversifica, diversifica. Si sólo sondeas empresas para invertir que se dediquen a tu misma área de actividad, porque es el ambiente que controlas, en el que te sientes más cómodo a la hora de negociar y el que realmente crees que más te puede ayudar a crecer en el futuro, no sólo perderás la oportunidad de conocer proyecto asombrosos, sino que estarás limitando tu propio potencial de expansión. No conviene poner todos los huevos en la misma cesta. Una de las desventajas de centrarse en un único tipo de empresas es que, si de repente cambia el interés de los consumidores o aparece un gigante que devora una parte amplia del mercado, no tendrás capacidad de reacción y perderás dinero. Ir siempre en la misma dirección no es inteligente, así que cambia el chip y no tengas miedo a lo desconocido. En el momento de invertir, busca lo novedoso. Piensa en diversificar tu negocio, a nivel de temática y de cantidad. Si tienes suficiente dinero para repartirlo entre una docena de proyectos, y consideras que todos ellos son interesantes, hazlo. Quizás once de esas doce compañías salgan rana y la otra sea el “boom” que te compense por todas ellas.
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