El síndrome de la página en blanco no es exclusivo de los novelistas. Todo el mundo ha experimentado alguna vez esa sensación de bloqueo ante el reto de escribir una redacción en el colegio o, en la vida adulta, ante los correlativos de elaborar un post para su blog, un informe para su jefe, una carta de presentación o una propuesta comercial, por poner sólo cuatro ejemplos. A cualquiera le puede abandonar la inspiración en el más crucial de los momentos y entrarle sudores fríos al tener que organizar un evento desde cero o si se dedica a tareas puramente creativas como puede ser el diseño de productos tecnológicos. Y es que en un mundo tan frenético como éste en el que vivimos (y trabajamos), en el que todo cambia por cuestión de modas y hay que competir con decenas y decenas de rivales, es difícil destacar por encima del estatus de mera copia.
También se puede dar el caso extremo de contar con un tropel de conceptos dispersos fluctuando por la mente, con idéntico resultado: ser incapaz de darles forma. Padezcas de uno u otro mal, en Silicon News hemos recopilado una serie de trucos prácticos con los que ayudarte a superar la parálisis creativa:
1. Brainstorming. Empezamos por el recurso más clásico, pero también uno de los más eficaces: el aluvión de ideas. Por lo general, las propuestas de temas, formas, colores, funciones y conceptos sobre los que trabajar y la osadía de perseguir nuevos caminos son propiciadas a través de sesiones en grupo. Entre varias personas es más fácil dar en la clave por una simple cuestión de probabilidades, esto es, por el hecho de que a mayor número de cabezas pensantes se reúne también una cantidad más voluminosa de sugerencias. Y también porque la injerencia de una persona externa a tu problema y fresca de atascos amplía el campo de visión de manera espectacular, ayudando a explorar áreas que (quizás, probablemente) nunca se te habría ocurrido tocar de haber estado solo. Otra opción es realizar un “brainstorming” individual, tomando lápiz y papel y anotando todos los pensamientos que te surjan sobre la cuestión sin autocensura que valga.
2. Fabrica tu propio cajón de sastre. Ten siempre a mano un almacén de recortes físicos o marcadores virtuales al que puedas recurrir en caso de necesidad, como si de una musa se tratase. Para ello guarda todo aquello que te vayas encontrando con el paso del tiempo y despierte curiosidad o algún tipo de sensación positiva en ti, o que creas que te puede servir para desarrollar un producto en el futuro. Puede ser un artículo de prensa, una investigación rompedora, una frase filosófica, la imagen de un producto ya existente, la propuesta de un colega, una pieza de arte… Tampoco te olvides de hacer anotaciones de texto describiendo posibles proyectos, preferiblemente en un servicio de notas online o cualquier equivalente en forma de plataforma de almacenamiento cloud para evitar pérdidas involuntarias; ni de plasmar en forma de boceto todo lo que se te pase por la cabeza. Si dejas pasar de largo este tipo de inspiraciones instantáneas, es posible que no vuelvas a recuperarlas jamás.
3. Eres genial, así que tenlo presente. Los bloqueos son momentáneos, principalmente porque la magia inventiva (y las respuestas a todos los quebraderos de cabeza) está en ti y sólo tienes que recordártelo a ti mismo cuando parezca desvanecerse. Localiza los trabajos cumbre dentro tu porfolio, aquellos por los que has sido reconocido en el panorama profesional, los que mayores alegrías te han reportado a nivel personal o de los que más orgulloso te sientas por el motivo que sea, y repásalos. También valdrá si seleccionas alguna obra que te costó concluir pero para la que eventualmente encontraste el remache perfecto, por lo que este tipo de productos encierran de simbólico. Todos estos fragmentos del pasado te servirán para remover emociones y conectar con lo que sentías cuando estabas en tu etapa álgida, esto es, una mezcla de lucidez, satisfacción y éxtasis, o con el convencimiento de que te puedes comer el mundo y de veras sirves para aquello a lo que te dedicas.
4. Levántate del sillón y sal por la puerta. Observa. Experimenta. Vive. Encerrándote entre cuatro paredes a la espera de inspiración no vas a solucionar nada, sin embargo, un paseo puede desentumecer tus músculos, descansar la vista tras pasar horas delante del ordenador o bajo la luz de la lámpara… y liberar tu mente. Eso por no nombrar la innumerable fuente de recursos que constituye la naturaleza si decides dar dicho paseo por el campo o un parque. Y lo mismo sucede con la opción de ir a correr, hacer ejercicio o emprender actividades sociales que te ayuden a desconectar para retomar tus obligaciones con más fuerza cuando vuelvas a ponerte con ellas. Cambiar de ubicación de vez en cuando y hacer descansos entre sesiones de trabajo, especialmente cuando no consigues arrancar o no eres capaz de centrarte en la idea que has elegido, puede resultar bastante útil para pensar con menos presión y es mucho más productivo que encerrarse en el despacho.
5. Consulta con la almohada. Además de hacer descansos entre sesiones de trabajo, también es aconsejable realizarlos una vez que se ha finalizado el diseño del producto y justo antes de darlo por cerrado. Esto es, toma distancia con la obra que acabas de crear y déjala reposar durante unos días para comprobar, cuando vuelvas a revisarla, si todo encaja a la perfección o hay detalles que todavía necesitan algo de pulido. Por supuesto, aunque esto es lo ideal para conseguir una visión de conjunto más imparcial, es difícil de concretar si se juega con plazos de entrega. A falta de tiempo, consulta con personas de confianza que no se corten a la hora de emitir críticas cuando son indispensables y de azuzar tu intelecto. Si todavía continúas en la etapa de proceso creativo y te asalta una idea que de buenas a primeras consideras brillante, no te emociones, haz una pausa y vuelve sobre ella más tarde, ya que es mejor partir de una visión fría para asegurar su correcto funcionamiento. Y si tras dar rodeos y más rodeos no encuentras lo que estás buscando, déjalo para el día siguiente. A veces es más inteligente darse por vencidos (momentáneamente) y reponer fuerzas con una noche de sueño reparador.
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