Pasito a pasito es posible acabar dando luz a grandes cosas. Para mejorar “sólo” se requiere de una pizca de constancia y una buena dosis de convicción, sea cual sea el ámbito en el que cada uno busque triunfar. Y estamos hablando de una filosofía de vida que funciona tanto en el plano personal como en el laboral. Sin ir más lejos, las empresas pueden ganar adeptos a través del cuidado por los detalles más pequeños. Por esas cuestiones que ayudan a delinear las intenciones de un negocio sin ser vitales, justo aquellas que otros rivales se arriesgan a perder de vista en el fragor de la competencia desaforada. Y es que de algún modo hay que diferenciarse. En el mundo hay multitud de personas intentando labrarse un nombre. Son muchas las empresas que buscan consolidarse en sus respectivos sectores, a nivel nacional e internacional. Así que, pararse a pensar, ser organizado y luchar por llevar a cabo hasta el final la idea en la que se cree es el camino que lleva a distanciarse con los demás.
Ser detallista no consiste en gastar más dinero del que se tiene en cambios radicales, sino en manejar los presupuestos de manera inteligente, aportando al negocio una personalidad bien definida. ¿Cómo? Siendo cuidadoso en diversos aspectos, como los que recogemos a continuación:
1. Diseña una única imagen (y una imagen única) en múltiples formas. Más allá de por la actividad a la que se dedique tu empresa, los consumidores te reconocerán (y catalogarán) en base al componente visual que le imprimas a dicha actividad. Es decir, en primer lugar por tu logo, pero también por todos esos elementos que irán llegando posteriormente y que servirán para darte a conocer. Desde tu página web corporativa a la publicidad de ciertos productos que te vuelva visible en prensa, televisión y demás medios. La parte del branding es realmente importante, porque será una de las primera impresiones que se lleven de ti los usuarios. Así que reserva parte de tu presupuesto a dar vida a una imagen coherente que traspase la web y se refleje en documentos internos, carteles y merchandasing vario. Sé profesional y contrata a expertos para esta tarea. No dejes a cualquiera de tus empleados usar el Paint sin más porque crees que “todo el mundo sabe diseñar”. Y, durante todo el proceso, sé detallista: recuerda incluir tu sello en todas y cada una de las piezas de material que crees, en base a unas directrices predefinidas.
2. Redacta tu propio libro de estilo. Tener un libro de estilo a nivel de imagen sirve para mantener una apariencia cuidada como empresa que sea sinónimo de seriedad y confianza. Pero no todo lo que hay que tener en cuenta son las imágenes. Y además, por mucho que se diga, una imagen no siempre vale más que mil palabras. De vez en cuando tu equipo deberá enviar notas de prensa, relacionarse con los usuarios que se pongan en contacto con los departamentos de atención y hasta apagar incendios en redes sociales. En el momento actual de la historia, tan marcado por las aplicaciones de mensajería instantánea y plataformas de microblogging como Twitter o puramente sociales como Facebok, es imprescindible que las empresas se vuelquen con este tipo de herramientas y aprendan a manejarlas. Asimismo, se apreciará que mantengas un mismo estilo a la hora de expresarte y responder por mucho que haya varias personas encargadas de materializar las respuestas. Traza un plan de actuación y deja clara tu visión como empresa. Pon en funcionamiento documentos compartidos para que todos los miembros del equipo sepan qué hacer en cada momento, ya sea para hablar en la radio o salir al paso de una entrevista escrita, por ejemplo.
3. Ya sabes hablar y escribir, ahora aprende a comunicar. Lo lógico, a la hora de autorizar a alguien para que represente a tu negocio y hable en su nombre, y en la práctica en el tuyo, es que elijas a gente con cierta formación. Tu equipo de comunicación deberá nutrirse de personas con facilidad de palabra, a las que les guste relacionarse con los demás y empapadas del espíritu de la empresa. Lo mismo ocurre ante la necesidad de elaborar escritos. Es el caso de los omnipresentes emails, que se envían a diario a muy diferentes receptores, desde la propia plantilla a los usuarios que prueban tus productos, pasando por socios y periodistas. Lo más obvio es no incurrir en errores ortográficos. Y a la hora de trabajar con esos correos estándar que se envían por defecto, al hacerse suscriptor, apuntarse a una newsletter semanal o incluso al realizar una compra, y que tienen por objetivo confirmar que la operación se ha completado con éxito, hay que cumplir con las preferencias idiomáticas del usuario. Además de huir de frases demasiado estándar, imprimiéndole el estilo característico de tu empresa, prueba a añadir algún detalle diferente e inesperado, como un cupón de descuento, para fidelizar clientes.
4. Ponte en la piel de los usuarios. La mejor forma de ganarse el favor del público es mantenerlo como referente en todo momento, para cada decisión que tomes a medida que tu negocio va avanzando. Se trata un poco de aplicar la filosofía del “no hagas aquello que no quieres que los demás te hagan a ti”… sino todo lo contrario. Cuando desarrolles un producto o servicio, lo básico es que éste funcione correctamente, que cubra una necesidad que habías detectado en el mercado y que esté lo más pulido posible, libre de fallos. Pero no te puedes quedar ahí. Si lo que deseas es sorprender a los usuarios y marcar la diferencia, tienes que ir un paso más allá, cuidando una vez más los detalles. Mima tu presencia online con interfaces trabajadas en vez de usar plantillas ya manidas. El texto está bien para explicarte, aunque ayudarse de vídeos y animaciones que arrojen un poco de claridad sobre tus proyectos, guiando a la gente en su uso y funcionalidades, tampoco viene de más. Y, cuando llegue el momento de entregar un pedido físico, opta por un embalaje original, diseñado especialmente para él. Una idea complementaria es meter en el paquete una breve historia del producto o de la compañía. Por supuesto, si durante el envío se producen problemas, hazte cargo de los costes. No hagas pagar a quien ha confiado en ti.
5. Cuídate por fuera… y por dentro. Todo lo que hagas a nivel interno, de puertas para dentro de tu empresa, se acabará reflejando en el exterior. Son fuerzas indivisibles. O, dicho de otro modo, una empresa que aprecia la delicadeza y se preocupa lo suficiente por cuidar la imagen que los demás acabarán capturando de su actividad suele ser aquella que también cuida los detalles en su propia casa, esto es, en la oficina. Y, más concretamente, en beneficio de sus trabajadores, que constituyen uno de los pilares fundamentales de toda organización. Para ello, nada mejor que poner en práctica sistemas de ventajas laborales, que en inglés se conocen como perks y que contribuyen a mantener motivada a la plantilla más allá del sueldo y las garantías básicas de cualquier contrato. Puedes ser flexible con la vestimenta, costearles la comida, implementar áreas de descanso en las propias instalaciones de la sede, organizar jornadas temáticas, admitir mascotas al menos algún día, entregar descuentos en ciertos productos vinculados a licencia, promocionar concursos artísticos… Las posibilidades son múltiples y todas ellas están en tu mano.
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