5 consejos para aprovechar las ventajas del teletrabajo
El teletrabajo puede convertirse en uno de los grandes aliados de muchas compañías si se aprende a gestionar correctamente.
¿Teletrabajo sí o teletrabajo no? Ése es uno de los grandes dilemas que han introducido gigantes como Google, Cisco o incluso Yahoo!, tras la incorporación a sus filas de Marissa Mayer en calidad de CEO. De la posibilidad de trabajar desde casa suele decirse que frena el intercambio de ideas y la consolidación de la plantilla como un grupo compacto. Pero se trata de una tendencia que también tiene sus ventajas, especialmente en estos tiempos de avances tecnológicos sin fin. ¿Por ejemplo? La ansiada flexibilidad de horarios que muchas personas colocan en la primera posición de su lista de deseos laborales, porque les permite organizarse mejor de acuerdo a sus compromisos personales y familiares o desempeñar sus funciones durante aquellas horas de mayor inspiración, un concepto algo difícil de manejar en otras situaciones. O el ahorro de tiempo en desplazamientos y de dinero en electricidad, una menor contaminación ambiental, la liberación de espacio en oficina, el impulso a la productividad en un entorno relajado o la posibilidad de reclutar talento acorde con las necesidades de la empresa incluso en la distancia, por seguir con la lista.
Para sacar el máximo provecho de estos beneficios y esquivar malos hábitos que minen las posibilidades del teletrabajo, en Silicon News os dejamos cinco consejos:
1. Sin rutina no hay disciplina. Lo primero que hay que hacer para asegurarse el éxito cuando se trabaja en un lugar diferente al típico edificio de oficinas es establecer un listado de normas a seguir a rajatabla, especialmente si eres propenso a la dispersión o te cuesta despegarte las sábanas por la mañana. Todo empieza por (auto)imponerse unos horarios, desde el que rige cuándo te vas a despertar y cuándo deberías sentarte frente al ordenador para comenzar una nueva jornada laboral hasta el “toque de sirena” que te permitirá levantarte de la silla y abandonar tus tareas hasta el día siguiente. Este punto es especialmente importante ya que a pesar de que no tendrás que preocuparte por quedarte atascado en los embotellamientos de tráfico en las horas punta, sino que bastará con cruzar la puerta de tu habitación para llegar a tu destino, sí deberías exigirte cierta rigurosidad que te libre de las distracciones del hogar y active en tu cabeza el “modo trabajo”. Esto implica levantarte siempre a la misma hora, arreglarte igual que si fueras a salir a la calle, desayunar adecuadamente y, a continuación, meterte en faena como si estuvieses obligado a fichar. Y recuerda: divide la carga, aprovecha las horas a las que sueles estar más inspirado, huye de atracones y regálate un capricho cuando cumplas con los objetivos marcados.
2. Apúntate al DIY creando… tu propio despacho. Uno de los peligros de trabajar desde casa es que las fronteras se vuelven difusas y cuesta concentrarse en los momentos que debieras. ¿Dónde termina el concepto del hogar y dónde comienza la esfera puramente laboral? Para ayudarte a determinarlo, nada mejor que trasladar los esquemas mentales al mundo físico, con sus propias delimitaciones en forma de estancias diferenciadas. Olvídate de trabajar acomodado en una mesa en la misma habitación en la que duermes (¡o desde cama!) porque a la larga no sólo supondrá un lastre a la productividad sino que tampoco te dejará desconectar cuando hayas terminado con tus obligaciones laborales. Y es que siempre estarás en el sitio del que partiste. Lo idóneo es instalar un despacho o una zona de trabajo en un cuarto aparte al que te motive trasladarte todas las mañanas. Y, si es posible, procura que éste sea silencioso, luminoso y lo suficientemente espacioso como para tener todas tus herramientas a mano y no te veas obligado a desplazarte de una punta a otra de la casa cuando necesites algo.
3. Establece un canal de comunicación constante. Porque teletrabajar no significa, ni mucho menos, que seas tú solo contra el mundo o te encuentres aislado del resto de la cadena de trabajo, aprende a comunicarte con los demás. Si no hay alguien que lo haga por ti mediante la solicitud de resultados diarios, establece unos objetivos a cumplir en un tiempo determinado y toma la iniciativa de hablarlo con tu superior o mantener informado a tu cliente para que no se produzcan sorpresas desagradables cuando vayas a realizar la entrega de la tarea acordada, dependiendo de si eres un trabajador en plantilla “desplazado” o de si trabajas por cuenta propia. Del mismo modo, pide ayuda cuando la necesites y admite tus limitaciones. Esto quiere decir que seas honesto y no te guardes para ti la existencia de dificultades que vayan surgiendo por el camino, sobre todo llegados a ese punto en el que no sabes cómo resolverlas. Quizás tu interlocutor sí sepa cómo salir del atolladero. Además, en un mundo tan tecnologizado como el actual no hay excusas que valgan. Más allá del recurso del teléfono o los correos electrónicos, tienes la posibilidad de utilizar servicios de mensajería instantánea para zanjar temas rápidamente e incluso entablar conversaciones de vídeo que en la práctica te colarán en las reuniones semanales como a cualquier otro de los asistentes presenciales.
4. No es lo mismo un descanso que una interrupción. Cuando tienes la oportunidad de desempeñar tus obligaciones sin moverte de casa no hay compañeros de oficina que, al cabo del día, se puedan convertir en una distracción frente a tu cometido final, pero sí que te encontrarás con otro tipo de obstáculos como la familia y las visitas (o las llamadas al fijo y al timbre) inesperadas, que consumirán tu tiempo y tu paciencia, o el mero hecho de tener la nevera, la televisión y el sofá a pocos pasos de distancia, reclamando casi sin que te des cuenta tu atención. Debes dejar claro, tanto a los que te rodean como a ti mismo, que ser capaz de trabajar desde el lugar en el que vives no es sinónimo de realizar parones indiscriminados o que te sobre el tiempo para hacerles favores. Al igual que ocurriría en una oficina al uso, está bien que hagas pequeños descansos para estirar las piernas, darle un respiro a la vista o, por supuesto, respetar tus cinco comidas preceptivas, pero ése es el grueso de tu reposo en una jornada laboral tipo. No conviertas en norma tomarte una pila de días libres sólo porque “puedes” hacerlo, ni admitas que cualquiera entre en tu despacho a incomodarte con cualquier pretexto. ¿E Internet? Úsalo para el bien, esto es, deja la navegación por placer para cuando no estés ocupado.
5. ¿Esto es para mí? O, desde el punto de vista de la empresa, ¿este trabajador me conviene? Ni todos los empleos se pueden desempeñar a distancia con soltura ni todos los trabajadores son idóneos para rendir a su máximo nivel con esta dinámica, así que es imprescindible evaluar concienzudamente la estrategia a seguir antes de lanzarse a la aventura. Por un lado hay que identificar cuáles son las tareas asumibles para esta “deslocalización” a pequeña escala y dividirlas entre aquellas cuyo desarrollo va a depender del contacto regular entre las partes y las que puedan salir adelante sin mayores problemas con visitas esporádicas, o de cadencia mensual mínima, a una sede oficial. O incluso las que nunca necesitarán de un encuentro presencial. Por la otra, se requiere especial tacto a la hora de contratar los perfiles adecuados, ya no sólo en cuanto a formación, sino al hecho de saber funcionar de manera autónoma desde el hogar y convertir esta libertad en el mejor aliado para brillar. Se trata de algo tan personal que, al final, el propio candidato sabrá mejor que nadie si es capaz de teletrabajar o no, y ahí también cabe esperar la máxima honestidad para el buen devenir de la compañía.
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