3 riesgos que traerá el Internet de las Cosas
Más paro, más control y más riesgo son los problemas que podría traer el ‘todo conectado’.
En 2020 años habrá 50.000 millones de objetos conectados. El todo conectado traerá consigo nuevos negocios y servicios que un reciente estudio de Sogeti ha cuantificado entre 3.300-10.600 millones de euros en los próximos 6 años.
El Internet de las Cosas es sin duda una gran oportunidad económica, siempre que se explote debidamente por organismos públicos y privados.
Indudablemente, conectar los objetos que nos rodean a diario tiene implicaciones positivas en el ecosistema empresarial y en el usuario final.
Imagine una nevera inteligente que sabe que no queda leche y que es capaz de comprarla online. Y ahora imagine lo que hay detrás de esto: fabricantes de electrodomésticos que crea sinergias con proveedores de software y compañías de ecommerce.
Ese es el lado positivo.
En el otro lado, esa misma nevera es parte de una botnet que le dota de la capacidad de enviar millones de correos fraudulentos. La autonomía del electrodoméstico hace que algunas acciones sean innecesarias: desplazarse al supermercado.
El extenso informe elaborado por Sogeti enumera los riesgos de un futuro inteligente compuesto de miles de millones de dispositivos conectados entre sí.
Amenazas de seguridad
El todo conectado implica el todo vulnerable de ser atacado. En la medida que las infraestructuras críticas de un país están conectadas a la red, estas son más susceptibles de ser atacadas.
El virus Stuxnet, que creó la inteligencia estadounidense, afectó a instalaciones nucleares iraníes.
En la conferencia DEF CON del verano de 2013, que reunió a hackers de todo el mundo, se demostró que es posible acceder a los sistemas de coches conectados y a los de las casas conectadas.
Un entorno orwelliano
Si los sistemas son vulnerables de ser atacados por terceros, significa que también pueden ser controlados.
Las smartcities serán la consecuencia de la implantación de sistemas inteligentes capaces de hacer que una ciudad sea sostenible, en términos económicos y ecológicos. El problema es que estos sistemas pueden ser intrusivos.
Para una gestión eficiente del tráfico por ejemplo, habrá que recopilar información que ofrecen los vehículos de los ciudadanos (rutas más utilizadas en horarios determinados, por ejemplo). O para proteger la ciudad de ataques terroristas, se desplegarán sistemas de cámaras inteligentes y sus datos se cruzarán con información relativa a arrestos o llamadas de emergencia, por ejemplo.
Más desempleo
Vuelve el ludismo. Los episodios de odio hacia las máquinas iniciados a principios del siglo XIX en zonas industrializadas de Inglaterra podrían volver.
Algunos pensadores han observado que a partir del año 2000 ha aumentado la productividad mientras el crecimiento del empleo se estancaba. Una economía basada en lo que el profesor de Stanford W. Brian Arthur llama “computación autónoma” implica hacer muchas tareas con menos mano de obra y que muchos oficios queden obsoletos.
El informe pone como ejemplo el impacto de las tecnologías en la Sanidad. Con sistemas capaces de levantar a los enfermos de la cama, se necesitarán menos enfermeras.