Especial desde Barcelona
Está claro que el MWC es la cita anual más importante de la industria de las TI en general y de la movilidad en particular.
Y no sólo por el impacto mediático de los lanzamientos de terminales. La organización busca un enfoque profesional para la feria. No quiere estrellas de Hollywood sobre las tablas, como ocurrió con Kevin Spacey en el CES, quiere líderes de la industria.
Y cualquiera que haya caminado estos días por los abarrotados pasillos del recinto ferial se habrá dado cuenta del perfil profesional del encuentro.
Todos y cada uno de los stands de las empresas presentes tienen salas de reuniones en sus interiores: el objetivo es hacer negocios, firmar grandes acuerdos y conectar con socios del ahora y del futuro.
Y es más. Aunque no se hayan subido a ningún escenario, ni hayan participado en ninguna mesa redonda, los principales directivos de gigantes tecnológicos se han trasladado a Barcelona. Como Chuck Robbins, CEO de Cisco, que ha aprovechado la cita para viajar a España por primera vez.
El ejecutivo, recientemente nombrado CEO y sucesor del carismático John Chambers, ha destinado un hueco de su agitada agenda para reunirse con algunos periodistas y para hablar de la compañía que dirige, de su visión de futuro.
Robbins se muestra muy cercano desde el primero momento. Saluda uno a uno a la decena de periodistas que ocupan la sala y se queja del tráfico. Barcelona está colapsada y a pesar de los esfuerzos de la organización, el acceso al recinto ferial es un año más, caótico.
Pero estamos aquí para hablar de TI.
“Mirad lo que está pasando en Barcelona. Es el indicador definitivo de lo que está pasando en la industria”, dice, “que se está moviendo más rápido que nunca antes”.
Recuerda cuando era un programador de aplicaciones y el análisis de una aplicación duraba hasta 6 meses. “Ahora vivimos en un mundo en el que podemos tener el mismo resultado en días o semanas”.
La clave para triunfar hoy, dice, es tener la capacidad de responder a los miles de millones de conexiones, y esto tiene que ver con la capacidad de escalar y además de hacerlo rápido, que a su vez requiere mucha historia, experiencia y conocimiento del mercado. “Los miles de millones de conexiones que estarán conectados en los próximos años requieren la puesta en marcha de la siguiente generación de arquitectura que tiene inteligencia desde el centro de la red hasta los extremos”, advierte.
“En la medida que seguimos conectando estos dispositivos el valor ya no está en la conexión, el valor está también en el dato […]. Vamos ir de la idea de tener centros de datos que por definición implica llevar los datos al centro, a centros de datos remotos donde el proceso es lo que tiene valor. Esto cambia la forma de construir las redes”.
Los proveedores de servicio deben de estar en el centro de esta transición, dice Robbins. Las verdaderas capacidades de conectar todas las industrias estarán en la mano de los proveedores de servicio.
¿Y cómo afrontará Cisco esta transición? Dado el rumbo que está tomando la industria y dada la complejidad de lo que llegar, cree que la clave está en crear “acuerdos estratégicos con socios” para innovar más y más rápido.
Los ejemplos más recientes de esta vocación son los acuerdos con Apple y Ericsson que acaba de anunciar.
Para Robbins, lo que será el elemento diferenciador en esta transición es la capacidad de ofrecer servicios seguros a través de toda la infraestructura.
Esto requiere construir la seguridad desde los inicios, no esperar a que el proceso tenga que llegar a una caja de seguridad en el algún punto de la infraestructura, dice. El proceso de seguridad debe empezar en el momento en que “llegamos al cable”.
Preguntado por la polémica sobre el cifrado que afecta a Apple y al Gobierno estadounidense, Robbins cree que no hay “una respuesta sencilla”. Considera que el cifrado es “enormemente importante” para proteger datos de ciudadanos, datos sanitarios, datos de ciudades y empresas. Pero debe haber un equilibrio.
“Hay una necesidad de transparencia”, sostiene. “Como cualquier ciudadano, cuando ocurre un ataque terrorista nos centramos en la seguridad nacional, y cuando estamos en una etapa más pacífica nos centramos en nuestra privacidad. La realidad es que debe haber un equilibrio. No podemos mirar esto como un asunto de blanco o negro”.
No obstante, Cisco mira desde cierta distancia este debate. “Nuestra situación es completamente diferente. Son nuestros clientes quienes deciden si cifrar o no sus datos y en qué nivel del despliegue hacerlo”, ha dicho.
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