Google Atmosphere 2016, en la ecuación del negocio digital
Apps for Works permite que un equipo de personas controle sus proyectos en tiempo real, trabajando en modo paralelo en vez de en secuencial.
Al igual que el año pasado, Google Atmosphere cerró su tour por seis ciudades (Sevilla, Lisboa, Bilbao, Barcelona, Valencia y Madrid) con sus mensajes destinados a las pymes, acercando su propuesta de herramientas de productividad Google for Work. Bajo el lema de “Inteligente. Moderno. Seguro.”, los máximos responsables de esta unidad de negocio demostraron porqué compañías de todo tamaño y pelaje como BBVA, Alsa, Pikolin, Re/Max, Roche o BQ, además de 2 millones a nivel mundial, han optado por confiar en la nueva forma de trabajar en la nube de manera nativa compartiendo documentos y ahorrándose licencias.
Con una puntualidad obligada por la transmisión en streaming, la agenda programada fue despachada en tres horas en el auditorio elegido en Madrid, el Palacio de Neptuno. Una idea abría la sesión: cada invento maravilloso suele empezar con una idea audaz. Da igual que sean lentillas que controlan el azúcar en sangre, globos aerostáticos para dar acceso a Internet en los más remotos lugares, o el polémico coche autodirigido. Proyectos visionarios en los que Alphabet Inc (la nueva matriz que engloba todos los negocios de Google, los que dan dinero y los otros proyectos visionarios) alienta la sana innovación disruptiva. Pero hoy era la ocasión para hablar de Google for Work.
Este stack de productividad son de sobra conocidas por millones de usuarios de base: Calendar, Gmail, Drive, Docs, Sheets, Slide, Google+, Chrome, Hangouts, Maps, Traslator, YouTube… “Un conjunto de aplicaciones del siglo XXI, modernas y ágiles, basadas en la computación en la nube, auditadas y seguras”, señalaba Rafael Sánchez, responsable de producto. “Google for Work añade una capa empresarial por encima de las disponibles gratuitamente para consumo que las dotan de un extra para facilitar su integración, gestión y personalización”.
Sánchez destacó cuatro características a considerar: estas aplicaciones ya son conocidas y usadas por millones de personas, tienen un UX (user experience) intuitivo, sencillo y de acceso único; son un entorno abierto, donde cientos de APIs para desarrollo permiten realizar ajustes a medida con agentes conectores para integrarse con todo tipo de ERPs; siempre al día con entre 100 y 300 nuevas funcionalidades al año “sin coste añadido”; y compatibles con todo tipo de entornos y sistemas operativos como Windows, Android, iOS o ChromeOS, permitiendo abrir archivos del Office “sin tener que pagar ninguna licencia por el legacy”.
Google, la empresa mejor valorada por capitalización pues ha superado hace unos meses a Apple, y que apenas acaba de estrenar su “mayoría de edad”, es reconocida por cualquier internauta que haya hecho alguna búsqueda en la Web alguna vez. “Nos conoce todo el mundo, pero quizá no sea tan conocida lo que hay dentro de la cajita: procesos descomunales, tanto como coger todo Internet, indexarlo y ponerlo de manera sencilla a tu disposición”, resumía Isaac Hernández, Country Manager de Google for Work. “Al principio lo intentamos con tecnología convencional, pero cuando vimos que no nos servía, comenzamos a desarrollar nuestras propias soluciones”.
Hoy día, sus productos y servicios son consumidos por cientos de millones de usuarios. Seis de ellos, en concreto, superan los mil millones de usuarios. Sus 70 centros de datos distribuidos por 33 países cuentan con su propia red troncal de fibra, operada y mantenida por ellos. Aunque no vendan servidores, sólo por el volumen de los que construyen serían los tercer o cuartos fabricantes del mundo. “Estos centros de datos fueron creados para darnos servicio a nosotros mismos, pero traemos buenas noticias: hemos paquetizado esos servicios en diferentes sabores y colores para que las empresas innovadoras se puedan beneficiar de estas infraestructuras en su transformación digital, poniendo a su disposición todo tipo de aplicaciones y máquinas que pueden alquilar por uso”, señalaba Hernández.
No se trata solo de dispositivos de nueva generación como los smartphones Nexus o los Chromebooks, ni de integrar su motor de búsqueda Google Search en las intranets empresariales, o de usar Big Query en las bases de datos para análisis de tendencias (Hadoop nació en 2003 en sus data centres), o soluciones para desarrollar aplicaciones en la nube con App Engine (así se crearon Spotify o Snapchat); en realidad se trata de todo el ecosistema que engloba todos los campos de productividad y comunicaciones entre equipos y arquitecturas TI.
El empleado engaged
“Nuestra vida está cambiando, los clientes son más digitales, pero los empleados también son ya digitales, y las empresas no les están tratando así, perdiendo una gran oportunidad de integrarlos en esa transformación digital a la que estamos obligados”, contaba Hernández. “La gente quiere tener sus propios dispositivos y aplicaciones, quiere traer su propio acceso, su nube o cualquier otra cosa. Y es que el I+D en la parte de consumo es ahora muchísimo mayor que el que realizan las propias empresas. Antes se inventaba primero en entornos militares, luego esto pasaba a la industria civil, y finalmente llegaba al público normal”.
Y añade: “Hoy cualquiera puede estar en su habitación maquinando la siguiente disrupción que desplace a una empresa consolidada del mercado. La innovación solo necesita de dos cosas, tecnología y personas. Y de tener que elegir, me quedo sólo con las personas. Porque las innovaciones proceden de las ideas, y las ideas creativas vienen de las personas; que yo sepa, ninguna ‘empresa’ puede pensar”.
Pero esto no es suficiente si no se cuenta con un empleado ‘engaged’, señala Hernández. “Una persona comprometida, vinculada e identificada con su empresa”. La batalla está en atraer el talento, porque cada vez más, van a ser las personas preparadas y brillantes las que elijan en qué empresa trabajar y no al revés.
El escritorio digital
Cambiando de tercio, se mostró cómo era un escritorio de trabajo hace 30 años, y cómo poco a poco todos los elementos eran integrados en el ordenador convertidos en aplicaciones: máquina de escribir, reloj, calendario, agenda, cuaderno, fax, teléfono, radio, papelera… Pero otras cosas siguen igual. “Antes se escribía en un formulario, se metía en un sobre y se mandaba a un colaborador, se corregía y lo devolvía, y se remataba, acabando archivado o en la papelera. Ahora se sigue creando documentos, se comunica, se comenta y se consolida. Solo que de manera digital. Y metiendo mucho videochat; en Google somos 60.000 empleados, y hacemos más de 75.000 videoconferencias diarias, pero no hay que ir a salas nobles, no, las hacemos desde el mismo puesto de trabajo. Es el sentido de la colaboración lo que no ha cambiado, pero solo la innovación puede salir de un equipo de personas fertilizando ideas”, concluía el Country Manager para España de Google for Work.
Otro ejemplo de innovación y aplicación de técnicas de inteligencia y machine learning es la capa que están añadiendo a Google Now con el fin de que las personas sean más ágiles y rápidas. “Pero más allá de la productividad, ¿qué más hay?, ¿cuál es el siguiente paso? ¿A cuántos de vosotros le ha pasado que ha enviado un correo que no quería, que le faltaba un adjunto o no había añadido la dirección de un amigo? Pues Gmail te avisa de todo eso”, decía Juanjo García, Territory Manager de Google for Work. “¿Qué tal si cada hoja de cálculo tuviese un analista, si cada proyecto un project manager, si cada web un experto en diseño gráfico o cada bandeja de entrada un asistente? Nos interesa una sola cosa, que es lo que hace ahorrar tiempo al final del día. Pero no nos conformamos con hacerlo un 10% mejor, ¡queremos hacerlo diez veces mejor!”.
Ya no se trata de aplicar la fuerza bruta registrando todas y cada una de las posibilidades de movimiento, como hacía Deep Blue en 1996 para ganar a Gary Kasparov. Google lo que aplica veinte años después son técnicas de inteligencia artificial acelerando el deep learning a través de archivos de descripción de elementos capaces de establecer correlaciones que después se aplican en diversas apps de la casa, como Street View para identificación de rótulos, Google Photo para reconocimiento de rostros, Traslate para reconocimiento de idiomas o las ‘metas’ en Calendar para buscar el siguiente hueco libre en la agenda. Se puede bucear en una base de datos de 130 GB con más de 1.100 millones de registros, y lanzar en 0,8 segundos una query con los filtros apropiados, y todo a un coste de apenas 10 céntimos de euro. Este es parte del futuro que propone Google for Works.