A fondo: ¿Han llegado los smartwatches antes de tiempo?
Por dos trimestres consecutivos, han decrecido las ventas de unos dispositivos que están encargados de comandar el mercado wearable y todo su potencial de innovación.
El mercado de smartwatches parece estancado al poco de haber empezado a existir. Ha comenzado a mostrar signos de debilidad. Si hace un año por estas fechas los distintos vendedores de relojes inteligentes eran capaces de colocar 5,6 millones de unidades alrededor del mundo, sobre todo gracias al empuje de un Apple Watch que daba sus primeros pasos, durante el tercer trimestre de 2016 sólo se han conseguido colocar 2,7 millones de smartwatches. El volumen global de venta ha caído a menos de la mitad. Y no se trata de una excepción. No es en absoluto un caso aislado. Ya en el Q2 se había registrado una caída en las distribuciones mundiales. De los 5,1 millones de smartwatches que se lograron enviar durante el segundo trimestre de 2015 se bajó a tan sólo 3,5 millones entre los meses de abril, mayo y junio pasados. Por primera vez en su corta historia, los smartwatches cedían terreno. Así, de un año para otro. Casi de repente, sin tiempo a asimilarlo, se han acumulado un par de caídas interanuales, del 32 % y del 51,6 % respectivamente.
Durante dos trimestres consecutivos, los recuentos ofrecidos por la consultora IDC evidencian un cambio de tendencia. El mercado de smartwatches se estaría desinflando. La propuesta de estos aparatos, que está llamada a liderar la revolución wearable de dispositivos que se llevan encima como si tal cosa, podría no acabar convenciendo más allá de la inquietud inicial de los early adopters. Las advertencias también están llegando por parte de Strategy Analytics, que en abril desvelaba que el Apple Watch estaba perdiendo cuota de mercado, y por tanto adeptos, al dejarse más de 10 puntos porcentuales en un plazo de tan sólo tres meses. Y los malos augurios se han repetido de la mano de Canalys, una firma de investigación que destaca que, durante la mitad de 2016 que ha sido completada, las ventas de relojes Apple se limitaron a 3 millones de unidades. Es decir, la firma de la manzanita mordida habría despachado unas 500.000 unidades al mes. Además, las alternativas que se encuentran a la venta con sistema operativo Android Wear tampoco han contribuido para compensar las pérdidas, todo lo contrario.
A la espera de ver si la campaña de navidad restablece los ánimos, los analistas no se muestran muy optimistas con las previsiones anuales. Si el mercado de smartwatches consigue crecer respecto a 2015, no será por una distancia muy amplia. Se baraja la posibilidad de que a lo largo de todo 2016 los envíos de estos modernos relojes registren un crecimiento discreto, contribuyendo con unos 20 millones de unidades a los 21,5 millones anuales que se esperan para el mercado de wearables inteligentes en su conjunto, entre smartwatches, smartglasses y demás aparatos conectados y adosados al cuerpo. La falta de pegada de los smartwatches se evidencia incluso más si se compara con el rendimiento de los wearables más básicos, como las pulseras de actividad de empresas tipo Fitbit, Garmin o Xiaomi que también se colocan en la muñeca, que ofrecen funcionalidades similares a las de los relojes y que cuestan menos dinero. Este tipo de rastreadores llegarán a los 80,7 millones de unidades vendidas este año.
¿Por qué se ha frenado el crecimiento?
¿Por qué no están consiguiendo llegar los smartwatches a los mismos niveles de popularidad que las smartbands? ¿Por qué han comenzado a perder fuelle en mitad de la carrera? ¿Qué es lo que les falta para enganchar a los amantes de la tecnología y triunfar? ¿Qué tiene que cambiar? ¿Cómo deberían presentarse ante los consumidores de a pie o ante los hombres y mujeres de negocios? ¿Dónde radica el problema de adopción? ¿A qué se debe el tropiezo en ventas? En primer lugar, el segmento de los smartwatches está demostrando ser altamente dependiente del Apple Watch. Si él cae, los demás se van al hoyo con él. Durante su último anuncio de resultados trimestrales, que lleva fecha de esta misma semana, Apple se declaraba satisfecha con la respuesta de los clientes al Apple Watch Series 2 presentado a principios de septiembre. Pero en el sumario de sus datos financieros figura que los ingresos de la categoría de “otros productos”, donde el Apple Watch aparece acompañado de la Apple TV, el iPod, los productos Beats y ciertos accesorios, se limitaron a 2.373 millones de dólares. Esto es menos que los 3.048 millones de dólares del trimestre equivalente de 2015.
También hay que tener en cuenta que el Apple Watch no se había renovado a fondo hasta hace poco y que la demanda de las versiones disponibles siempre baja cuando se acerca el estreno de una revisión. “Los consumidores han aplazado la compra de smartwatches desde principios de 2016 a la espera de una actualización de hardware”, apuntaba tras la primera caída en ventas de los smarwatches Jitesh Ubrani, analista de investigación sénior de IDC Mobile Device Trackers. La posibilidad de una alternativa más completa, ya puestos a ganar el dinero, provoca que se paralicen, o ralenticen, las distribuciones. “La fuerte disminución de los volúmenes en la distribución de smartwatches refleja la forma en que las plataformas y los vendedores se están realineando”, aprecia también el colega de Ubrani , Ramon T. Llamas, director de investigación sobre wearables. Aparte de esa espera por lo nuevo de Apple Watch y watchOS, “la decisión de Google de aplazar Android Wear 2.0 tiene repercusiones para sus socios OEM sobre si lanzar dispositivos antes o después de Navidad”. Y “el Samsung Gear S3, anunciado en la IFA en septiembre, aún no se ha lanzado”. Y eso se nota.
Al final, “en conjunto”, añade Llamas, esto habrá dejado “a los proveedores dependiendo de dispositivos más antiguos, envejecidos, para satisfacer a los clientes” en los últimos meses. Por otro lado, existe el problema de la funcionalidad plena. Los smartwatches todavía presentan carencias de autonomía e independencia. Les falta empaque. “Todos los vendedores se enfrentan a retos similares relacionados con la moda y la funcionalidad, y aunque esperamos mejoras para el próximo año, el crecimiento en el resto de 2016 probablemente será tenue”, dice Jitesh Ubrani, porque la diferenciación tampoco lleva visos de ser demasiado fuerte. “También se ha hecho evidente que en la actualidad los smartwatches no son para todo el mundo. Tener un propósito y un caso de uso claros es primordial, de ahí que muchos fabricantes se estén centrando en el fitness debido a su simplicidad. Sin embargo, en adelante, diferenciar la experiencia del smartwatch de un smartphone será clave y estamos empezando a ver los primeros signos de esto, a medida que la integración celular va en aumento y que la audiencia comercial comienza a probar estos dispositivos”.
La sensación que existe es que aún queda camino por recorrer. Los smartwatches necesitan una propuesta de valor clara. ¿Qué ofrecen ellos que no aporten ya unos smartphones que se transportan a todas partes en bolsos y bolsillos, aparte de un tamaño más reducido? Todo gadget que presenta sus credenciales como “the next big thing” debe cubrir necesidades reales y demandas de la sociedad. O deben convencer a los consumidores de que lo que se ofrece es justo lo que reclaman. Lo cierto es que bajar el tamaño de pantalla no parece lo más recomendable en el mercado tecnológico actual, por mera cuestión de facilidad de uso. Cuanto menos espacio haya disponible para mostrar notificaciones, más ingeniosas tienen que ser éstas. Y más se tendrán que esforzar los usuarios para leerlas. En este sentido, el propio mercado de telefonía está evolucionando hacia mayores tamaños de pantalla. Las 3,5 pulgadas que Steve Jobs identificó como ideales al lanzar el primer iPhone allá por el año 2007 hace tiempo que quedaron atrás. Ahora el fenómeno phablet se ha asentado y se están alcanzando tranquilamente las 6 y las 7 pulgadas.
A las innovaciones tecnológicas, como son los smartwatches, se les exige capacidad de sorpresa, que unos modelos se diferencien de otros, que aporten utilidad y que entreguen variedad de aplicaciones. Pero también fiabilidad. Los expertos indican que los usuarios ya no transigen debilidades técnicas. La compra de un smartwatch tiene que valer la pena. Este dispositivo no puede causar molestias ni incomodidades al ponerse en marcha. Otros factores a tener en cuenta son el diseño y la marca. “Hasta la fecha, sólo un pequeño puñado de marcas relojeras tradicionales han entrado en el mercado smartwatch, quedando muy rezagadas respecto a sus homólogas marcas tecnológicas”, indica Llamas. Pero es algo que está cambiando, con las contribuciones de firmas como “Casio, Fossil y Tag Heuer”. Para este experto, “la participación de marcas relojeras tradicionales es imprescindible para ofrecer algunas de las cualidades más importantes que los usuarios finales buscan en un smartwatch, es decir, diseño, que quede bien y funcionalidad. Combinándolas con el reconocimiento de marca y la distribución que estas marcas ya tienen, es razonable esperar que el mercado smartwatch crezca a partir de aquí”.
Y vosotros, ¿qué pensáis? ¿Han llegado los smartwatches antes de estar listos? ¿Han sido lanzados al mercado sin una aportación real que motive a los compradores? ¿O, por el contrario, consideráis que son los compradores los que no han entendido su propuesta? ¿Son los smartwatches una creación adelantada a su tiempo? ¿Les auguráis un largo recorrido o se acabarán sumando estos relojes que hacen mucho más que dar la hora a la lista de productos fracasados de la industria tecnológica?