A fondo: Explota un cohete de SpaceX y destruye el satélite de Facebook para conectar África
¿Cómo afectará este contratiempo a los objetivos a largo plazo de Elon Musk de abaratar los vuelos espaciales y colonizar Marte?
SpaceX, una de las compañías que han surgido del afán inventivo de Elon Musk, ha vuelto a sufrir un contratiempo. Uno de sus cohetes ha explotado en el Centro Espacial Kennedy de Florida. Como consecuencia, tanto el cohete como un satélite que éste trasportaba para facilitar los planes de Facebok de expandir el alcance de Internet han quedado destruidos. ¿Qué supone esto? En primer lugar, que “ahora puede que lleve más tiempo conectar a la gente”, según se ha lamentado el propio CEO de Facebook en su cuenta personal. “Estoy profundamente decepcionado”, ha dicho Zuckerberg, ya que ese satélite “habría proporcionado conectividad a tantos empresarios y demás gente en todo el continente” africano. “Afortunadamente”, ha continuado, “hemos desarrollado otras tecnologías como Aquila que también conectarán a la gente”.
“Seguimos comprometidos con nuestra misión de conectar a todo el mundo, y vamos a seguir trabajando hasta que todo el mundo tenga las oportunidades que este satélite habría proporcionado”, promete el líder de Facebook. Hace tiempo que la red social quiere incrementar el número de internautas que existen, llevando conexión a lugares de difícil acceso, abaratando precios y, en definitiva, ofreciendo una mayor igualdad de oportunidades a los habitantes de los países que se encuentran en desarrollo. Para ello puso en marcha durante el verano de 2013 la iniciativa Internet.org, con el apoyo de Ericsson, MediaTek, Nokia, Opera, Qualcomm y Samsung. Y desde entonces ha estado implicada en el desarrollo de satélites, drones y láseres para abrir Internet, ese caja mágica de las oportunidades, a millones y millones de usuarios nuevos. Para crear una infraestructura en condiciones o, si no, para dar cobertura con métodos alternativos a los habituales.
Para SpaceX la explosión vuelve a generar incertidumbre, más allá de entorpecer los planes de Facebook y de provocar pérdidas millonarias en material. La compañía ya tuvo que hacer frente a explosiones en enero y junio de 2015. Además, no está sola en su propósito de avanzar en temas espaciales en pleno siglo XXI. Le ha salido competencia en la forma de Blue Origin, una compañía vinculada a través de su fundador Jeff Bezos al gigante online Amazon que nació como librería online, que ha ido cosechando algunos éxitos como lograr que sus cohetes vuelvan a la superficie de la Tierra de una pieza. Sobre el último tropiezo de SpaceX, Elon Musk se ha limitado a explicar a través de Twitter que “las causas aún se desconocen”, si bien parece que en el asunto ha estado implicado el tanque de oxígeno.
Según el profesor de Estrategia en la Warwick Business School, Loizos Heracleous, que ha trabajado con la NASA en su estrategia para la carrera espacial moderna, esto sólo “indica la imprevisibilidad inherente y el riesgo que implican los vuelos espaciales, ya sea con o sin tripulación, e independientemente de su las misiones son dirigidas por la NASA o por contratistas comerciales. Con unos seis lanzamientos anuales, SpaceX se está haciendo con una valiosa experiencia”, valora Heracleous, “y cada accidente trae lecciones sobre cómo mejorar la integridad de la nave para misiones futuras”. Sin ir más lejos, el fallo registrado en junio de 2015, por “un puntal de acero defectuoso que permitió que el helio se escapase”, acabó favoreciendo unos “controles mejorados para misiones futuras y un mayor desarrollo del software específicamente para situaciones en las que se aborta”, apunta este experto.
De hecho, es “importante que este tipo de aprendizaje ocurra” antes de que algo malo suceda con humanos a bordo, “teniendo en cuenta que SpaceX está trabajando para proporcionar a la NASA una manera de transportar no sólo carga, sino también astronautas a la Estación Espacial Internacional”. En este tipo de misiones, “incluso las simulaciones más avanzadas no pueden sustituir el aprendizaje práctico, dada la multitud de variables que intervienen y la importancia de aprender de la experiencia”, añade el miembro de la Warwick Business School. En su opinión, “esta explosión no va a cambiar los objetivos a largo plazo de SpaceX, que son reducir el coste de los vuelos espaciales mediante el uso de cohetes reutilizables y, eventualmente, colonizar Marte”. Ahora habrá que ver qué ocurre con la próxima tentativa de SpaceX.